¿Dónde estamos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos?

Por Javier Zorrilla Eguren.-

Esta reflexión trata del destino que le espera al Perú en un momento histórico en el que los países dependen en gran medida de los acontecimientos y las tendencias globales. El desarrollo humano integral y sostenible, si bien ya es una necesidad y se avista en el horizonte como un ideal planetario, todavía no cuenta con el contrato social y con el sistema de poder global que aproxime el hoy a ese mañana querido. Tampoco cuenta con la espiritualidad no violenta para que tal ideal se encarne en el actuar personal, en la decisión política y en la acción social. La acción refrenada y obstaculizada de las Naciones Unidas es insuficiente y no parece alcanzar. Los tiempos exigen una Nación Humana Universal fraterna, realmente democrática y basada en la práctica concreta de los derechos humanos. Es una gran contradicción anhelar el desarrollo humano y al mismo tiempo globalizar el capitalismo, un sistema que instala la dictadura del dinero al convertirlo en el valor central que guía la acción humana. Opinamos con el Nuevo Humanismo Universalista (NHU) que el capitalismo, en su misma raíz axiológica, no solo es inmoral, sino que no es reformable. Que en su obsesiva y ambiciosa falta de contención profundiza la tendencia negativa que pone en riesgo humano y ecológico a todo el planeta, incluyendo por supuesto al Perú.

Un NHU se necesita porque pone al ser humano y no al dinero como centro de la escala de valores. Es nuevo, porque su visión es existencial (parte de las necesidades del ser humano concreto y de su sentido de la vida), dinámica (atiende a la dirección progresiva o regresiva de los procesos) y estructural (porque no analiza hechos aislados, sino en perspectiva sistémica). También es nuevo, porque define al ser humano por su capacidad para transformar el mundo interno y externo (entre condiciones y para bien o para mal de acuerdo a lo que cree y hace). Sobre todo es nuevo, porque más allá de toda teoría, valora la actitud humanista como compromiso de lucha no violenta contra toda forma de violencia y discriminación. Y es universalista, porque no solo reconoce los aportes humanistas en Occidente, sino que los rescata, aprecia y asume en toda la diversidad de personas y culturas.

El punto de vista dinámico procesal obliga a mirar al Perú tratando de auscultar las tendencias, las probabilidades y la posibilidad de la acción humana de liberación. Cuando en lugar de anécdotas se observan tendencias, es posible percatarse de que todo hoy conduce a un mañana y viene de un ayer. Según los entendidos, la probabilidad del desastre ecológico global crece cada vez más. Si el proceso peruano está fuertemente atado al proceso mundial, es importante preguntarnos por la dirección de la tendencia mayor en la que nos encontramos. ¿Qué problemas nos impactarán globalmente de seguir la tendencia mundial actual.

Hoy se sabe que el cambio climático puede provocar un colapso social de grandes magnitudes que provocará el agotamiento de recursos indispensables para la supervivencia humana. Especies esenciales para la oferta alimentaria serán llevadas a la extinción, lo mismo que algunos ecosistemas completos. La escasez alimentaria producirá un aumento de precios inasimilable para la mayoría social. No se descartan hambrunas y enormes desplazamientos migratorios. En este explosivo contexto, el riesgo de conflictos sociales agudos y de guerras es muy alto. El retraso en las decisiones políticas globales pertinentes hará que se llegue más rápido al territorio no sostenible. Entonces sobrevendrá una gran contracción por colapso de la naturaleza y/o del mercado.

El NHU observa y denuncia que detrás del capitalismo opera un supuesto esencialmente violento: creer en la supervivencia del más fuerte. En las relaciones internacionales todavía domina la visión darwinista de una humanidad compuesta por especies que se devoran entre sí. La economía y la política siguen la misma dirección: el estado líder de cada civilización trata de ganar la competencia devoradora en todos los campos. Y si las cosas se ponen adversas, se cree que la supremacía militar asegura en última instancia la propia supervivencia. Pero como los otros piensan lo mismo, se profundizan las carreras armamentistas con el enorme gasto que ellas implican. Pero una cosa es la guerra con hondas, arcos y flechas y otra con armas químicas y ojivas nucleares. En una guerra nuclear todos perdemos.

Es urgente, pues, apagar el fuego, sobre todo considerando que la fatalidad sobrevendrá si la tasa de presión ambiental va a rebasar los límites sostenibles (capacidad de carga) de la tierra si sigue creciendo como en el periodo 1900-1972. Para resolver problemas sistémicos urgentes se requieren soluciones igualmente urgentes y sistémicas, como el cambio de la matriz energética, la explotación sostenida de los ecosistemas, la reducción drástica de las emisiones de gases, una relación de reciprocidad entre el capital productivo y el trabajo humano, una mayor equidad en la distribución de la riqueza, el avance de la democracia real y los derechos humanos, una cultura de paz que permita el ahorro del enorme gasto militar y el logro definitivo de una educación y una salud de calidad para todos. Esta nueva solidaridad es esencial para producir una revolución mental, pues el capitalismo es también una actitud ante la vida que se basa en el individualismo competitivo, antes que en la cooperación y la reciprocidad social. Los nuevos desafíos de supervivencia en un mundo intercultural no soportan más una visión fundamentalmente egoísta del ser humano. Una visión que conduce al aislamiento, a la desintegración psíquica y a la desestructuración social.

Aplicando la mirada al Perú cabe preguntarse sobre la tendencia que refuerza el modelo peruano basado principalmente en la explotación-exportación de recursos naturales (gas, petróleo, minerales, pesca, agricultura). Por lo pronto, este capitalismo primario, sin mayor diversificación productiva, sin mayores valores agregados, no solo nos hace dependientes de la demanda mundial de estos recursos, sino que refuerza la tendencia del calentamiento global, la contaminación y la extinción de especies, justamente aquello que constituye la principal amenaza al desarrollo humano sostenible.

¿Cómo se llegó a este camino y por qué todavía se sigue en él, si es que lleva directamente al despeñadero? Recuérdese los hitos principales. El primero, la gran noche hiperinflacionaria de Alan García unida con el terrorismo de Abimael Guzmán. Nada podía ser peor que esas dos lacras. Se quería salir de ahí al costo que fuera. En este contexto, se produce el shock neoliberal de Alberto Fujimori, siguiendo las reglas del Consenso de Washington, impuestas globalmente para todo país que quisiera insertarse en el nuevo orden neoliberal impulsado por Ronald Reagan y Margaret Tatcher. El modelo, siguiendo la ortodoxia Friedman, implicaba la apertura a las inversiones, la libre circulación del capital, la flexibilización laboral, las privatizaciones y la firma de los tratados de libre comercio. Este proceso se frena en los gobiernos de Toledo y el segundo de García con protestas sociales muy fuertes denominadas “arequipazo” y “baguazo”, al tener lugar en las ciudades de Arequipa y Bagua, respectivamente. En el actual gobierno de Ollanta Humala los conflictos sociales medioambientales no han cesado y se tuvo que dar la Ley de Consulta Previa, lo mismo que crear la Oficina de Evaluación y Fiscalización Ambiental con un mayor poder de regulación. Sin embargo, actualmente, en un contexto mundial de desaceleración, y para incentivar nuevamente la inversión, el ejecutivo le ha quitado poder de fiscalización ambiental al Ministerio del Ambiente.

¿Es posible mantener el crecimiento económico capitalista extractivista en el largo plazo? El NHU considera que todos los procesos involucran una espiral de ciclos en los que lo viejo va siendo superado por lo nuevo. Los mismos economistas verifican fases de nacimiento, expansión, aceleración, estancamiento, desaceleración, crisis y cambio. ¿Qué la va a pasar a la economía peruana cuando sus recursos naturales se agoten o pierdan demanda en el mercado global o entren en su fase de estancamiento y desaceleración? Es más, parece que la fase de desaceleración ya llegó. Se estima que Perú crecerá con suerte 4% este año; el desempleo en Lima ha subido a 5.8%; y los Ingresos de las empresas más grandes avanzaron menos que en el 2013.

Entonces es oportuno preguntarse: luego de más de 20 años de capitalismo primario exportador ¿cómo vamos en lo que hace a desarrollo humano? En general podríamos decir que tal sistema reduce gradualmente la pobreza monetaria solo mientras dure el ciclo de crecimiento económico. Pero de 2001 a 2010 la pobreza multidimensional (salud, educación, electricidad, saneamiento, combustible, vivienda) se redujo en el Perú solo un 7 %. Además, este efecto no fue parejo y equitativo: La mejora fue mínima en el sector rural, fue menor en la educación y en la salud no hubo mejoras. Recuérdese que aun 50 % de la población peruana vive en viviendas de barro.

En el campo de la equidad social, si nos referimos a los muy ricos (dueños del capital, bancos, industrias, tierras) solo encontramos a un 0.4% de los cerca de 32 millones de habitantes que ya tiene el Perú. Los gerentes de las grandes corporaciones, medianos empresarios y los profesionales de primer nivel representan el 1.4 %. Los mandos medios, profesionales, técnicos, empleados del sector privado son un 9.4 %. En conjunto, los estratos sociales menos favorecidos (independientes, dueños de pequeños negocios, obreros, empleados públicos, transportistas, obreros no calificados, artesanos, pequeños propietarios agrícolas, ambulantes, peones y campesinos sin tierra) representan el 88.4 % del total de la población peruana.

Es decir que, apenas la locomotora del crecimiento económico detenga su marcha, los conflictos sociales tenderán nuevamente a subir, porque los ingresos serán insuficientes para sostener el nivel de mejora alcanzado. Pero resultarán mucho más insuficientes para plasmar el estilo de vida lujoso propio de un mundo en el que la tecnología deja rápidamente obsoletos los bienes de producción, consumo y prestigio. Estos se convierten en nuevas necesidades por acción de las enormes fuerzas publicitarias que los hacen cada vez más deseables y, por lo tanto, cada vez más generadores de frustración en caso de no poder acceder a ellos, en un medio consumista, alterado y compulsivo que marcha a toda máquina.

Como se mencionaba al inicio, hoy es ya de sentido común plantear que se requiere de una revolución mental para saltar a otro nivel de desarrollo y que ello pasa por un cambio sustantivo de tipo educativo. En el Perú, el Proyecto Educativo Nacional contemplaba los siguientes objetivos: Oportunidades de calidad para todos, aprendizajes pertinentes, maestros bien preparados, una gestión descentralizada y una educación superior de calidad. Alcanzar estos objetivos implicaba logros claros en reducir inequidades en la 1ra. Infancia, aumentar la calidad de la docencia, mejorar la eficiencia administrativa y establecer controles estrictos de la calidad de la enseñanza a todo nivel. ¿Cuál es el balance? Lo positivo alcanzado es que las tasas de matrícula y culminación primaria y secundaria se han ampliado en 16 puntos porcentuales. Lo preocupante es que solo la mitad de los niños entre 3 y 5 años están matriculados en la educación inicial. El estancamiento afecta severamente la educación superior: en los últimos 10 años solo el 15 % de jóvenes entre 20 y 27 años ha culminado estudios superiores. Lo negativo absoluto: todo se frena en el área rural. La conclusión de los especialistas es pesimista. Estiman que aumenta el acceso, pero que falta calidad. Pero lo que está fuera de toda duda es que, si se sigue por la misma senda, resulta insuficiente para lograr hacia el 2020 (como se había planteado) una educación de calidad para todos. En conclusión: no se van a cumplir las metas previstas si se continúa con la tendencia actual.

En lo que hace a salud el gasto público se mantiene en 4.5 %, con un gasto ejecutado del 1.5 %, uno de los más bajos de toda la región (Argentina y Chile van por el 9%). Pero, además, ahora las familias desembolsan 34 % más de su propio bolsillo para cubrir los gastos médicos, especialmente por la ausencia de medicamentos genéricos. Y las huelgas en el sector salud son recurrentes. En algunos indicadores claves de la dimensión existencial del desarrollo, según el Instituto Nacional de Salud Mental de cada 10 personas 2 padecen de depresión. Y según el Instituto de Ciencia del Matrimonio y la Familia la tasa de divorcios y separaciones aumento en más del 51 % de 2000 a 210; y el 39 % de las mujeres entre 15 y 49 años ha experimentado violencia física o sexual por parte de su pareja.

En lo referente a seguridad, el terrorismo (a la sombra del narcotráfico) se reactiva y ambos avanzan. Suben los índices de homicidios, el tráfico de armas y la producción y el consumo de drogas. La carrera armamentista puede reactivarse en cualquier momento, dado que Chile ostenta una superioridad militar que «debiera ser igualada para mantener el equilibrio estratégico de la región». Un tema fundamental es el de la corrupción. Es endémica y se verifica en todos los niveles de gobierno y no solo en el sector público, sino también en el sector privado y, por supuesto, en toda la penetración que junto con el narcotráfico realiza en los partidos políticos, en la representación parlamentaria, en la contraloría y en el poder judicial. La corrupción devora como un cáncer la débil institucionalidad democrática y hace que parte importante del dinero de todos los peruanos vaya a parar en manos de pillos y rateros. Pero, sobre todo, crea un ambiente en el que el capitalismo tecnológico y eficiente, ya sin ninguna contención ética, degenera como sistema al servicio de una delincuencia local y regional cada vez más mafiosa y organizada.

En la mira del Nuevo Humanismo Universalista (NHU), para propósitos de evaluar el desarrollo humano, interesa mejorar, no solo las condiciones objetivas de vida, sino las que podrían referir a un mayor desarrollo emocional, mental, moral y hasta espiritual, entendiendo todo esto en un contexto histórico intercultural que reclama una gran tolerancia y un gran sentido de la equidad, de la libertad y de la compasión. Para este humanismo, el dolor puede retroceder gracias al avance de la ciencia y la justicia social, pero la violencia, la inmoralidad y el sufrimiento que asolan todos los estratos sociales requieren otra solución. Estos males solo pueden retroceder ante valores superiores nuevamente sentidos y practicados; ante un auténtico sentido de vida; ante una firme intención de vivir sin violencia personal, social, económica, política, racial, moral y religiosa. En suma, se requiere de una espiritualidad que deslinde por igual del fundamentalismo y del relativismo cínico. Para el NHU la violencia es un sistema histórico y psicosocial. Una «bomba» que hay que desactivar en la propia mente y en la sociedad para avanzar en la humanización del mundo. Hay que hacerlo adentro, afuera y en todos los ámbitos de la existencia personal y social, porque desde la perspectiva sistémica las distintas formas de violencia (personal, ambiental, económica, política, racial, ideológica, moral, religiosa) operan en estructura y se refuerzan entre sí.

Los problemas van bastante más allá de un simple cambio de la modalidad capitalista de desarrollo, pasando de un capitalismo especulativo, extractivista y depredador a otro de producción diversificada. En realidad es el capitalismo delincuencial, mafioso y criminal, mucha veces ya legalizado, el que va ganando la partida, invadiendo todos los campos del quehacer humano. Y esto, de paso, no se da solo en el Perú. De qué otro modo llamarle a las guerras deliberadamente inducidas para apropiarse de recursos estratégicos y favorecer al complejo militar industrial. Cientos de miles de niños, mujeres y hombres son asesinados por la ambición económica disfrazada de estrategia político-militar. Vivimos en un mundo en el que una extrema minoría con poder global ha caído en un estado desquiciado. No se detienen ante nada: ni ante el dolor humano, ni ante un planeta agotado y a punto de estallar. Frente a un problema de estas dimensiones las Naciones Unidas solo alcanza a ensayar medidas parciales, secundarias y no vinculantes. Ella misma está atada de manos por gobiernos que a su vez responden a los intereses de un para-estado mundial que es el que fácticamente gobierna el planeta sin considerar el equilibrio humano y ambiental.

Volviendo al Perú, economistas serios de la Universidad del Pacífico sostienen que las políticas paliativas anti-cíclicas para salir del estancamiento no se pueden aplicar por tiempo indefinido a todas las economías del mundo. Pero lo más importante, tampoco son respuestas a los conflictos humanos, personales, sociales y ambientales. El pronóstico es grave: la crisis económica internacional no ha terminado, solo ha sido disimulada con paliativos. Advierten que cada 17 años se ha producido en el proceso peruano una depresión económica. Consideran que sería un exceso de optimismo esperar que las tasas de crecimiento altas de la última década se prolonguen ininterrumpidamente, considerando los periodos de desaceleración y crisis financieras (como las de la burbuja inmobiliaria). Finalmente destacan que los gobiernos, las empresas y los mercados fallan por desequilibrios en la balanza de pagos, inmoralidad-corrupción, ineficiencia productiva, híper-concentración del poder económico y político, explosión de burbujas de todo tipo y contaminación-depredación ambiental.

Conclusión. El Perú viene aplicando el modelo neoliberal desde inicios de los años noventa, más de veinte años. El adelanto en salud y educación ha sido mínimo, especialmente en cuanto a calidad de la atención. Por otro lado, los conflictos ambientales están a la orden del día y la corrupción atraviesa el sistema, tal y como la inseguridad ciudadana recorre las calles. Desde los noventa, los gobiernos han seguido la tendencia mundial capitalista, especulativa, violentista, corrupta y depredadora. Se trata de un capitalismo sumamente tecnificado, manipulador, concentrador, que maneja los medios de comunicación, y que a través de compras y fusiones va anulando la libre competencia, poniendo ante su dominio, a través del crédito, a los productores, a los pequeños empresarios y a los consumidores en general. Este es el camino global, regional y local que lleva al despeñadero de una crisis planetaria. Se necesita un cambio urgente y profundo en la sociedad y en las conciencias para revertir la tendencia sostenida por un sistema que enemista a los seres humanos y a las naciones entre sí.

Ante el desequilibrio psicosocial y la crisis ambiental que se siguen profundizando, de qué revolución hablamos en el Nuevo Humanismo Universalista (NHU). Hablamos de una revolución no violenta que cambie el esquema de poder para institucionalizar una democracia real, informada, directa, participativa, de última tecnología y en tiempo real. De un sistema federal que permita relaciones de autonomía, horizontalidad y reciprocidad entre todas las unidades sociales (regiones, países, departamentos, provincias, distritos, vecindarios). De una economía justa basada en la reciprocidad entre el capital productivo y el trabajo humano, y en la que se sancione severamente la especulación, la usura, la contaminación, la depredación, la corrupción y la explotación del trabajador. De relaciones internacionales basadas en tratados de paz y no agresión que permitan el desarme y recanalizar el gasto militar a favor de la educación y la salud. De sistemas de salud y educación públicos, gratuitos y de calidad, con las mismas oportunidades para todos. Este igualamiento de las condiciones de partida es esencial para que cada individuo y cada grupo pueda desarrollar libremente todos las potencialidades que crea necesarias para desarrollar libre y solidariamente una felicidad creciente que no esté labrada sobre la desdicha de los demás.

Es una nueva Nación Humana Universal la que se requiere para un inédito momento histórico en el que todas las culturas se relacionan entre sí en un mundo completamente interconectado. El desarrollo humano integral y sostenible ha de ser de todos para todos. Esto requiere un «revolución mundial» tanto en las actitudes, como en las políticas y en las formas de la protesta y la acción social. Esta revolución humanista puede comenzar en cualquier lugar, porque llevará el carácter universalista que la arrojará más allá de sí misma. Y por insignificante que sea el lugar en que se produzca, comprometerá la esencialidad de todo ser humano. La revolución mundial no puede ser planteada en términos de éxito sino en su real dimensión humanizadora. Por lo demás, el nuevo tipo de ser humano que corresponde a este nuevo tipo de revolución deviene, ahí donde esté, por esencia y por actividad, en un humanizador del mundo.

Bibliografía:

  • Cuando despertemos en el 2062 (varios autores) Universidad del Pacífico, Lima, 2013
  • Perspectivas desde el Humanismo: Sobre las encrucijadas del mundo actual, Pressenza, Virtual ediciones, Chile, 2012.
  • Diccionario del Nuevo Humanismo, Silo, Centro Mundial de estudios Humansitas. 1996
  • Cartas a mis amigos, Silo, Virtual ediciones, Chile, 1993