A 17 meses del estado de conmoción interna en Siria la opinión pública del mundo está dividida respecto de los bandos en pugna. Esto es consecuencia, en gran medida, de que no hay información periodística confiable para sacar conclusiones, sino que “los medios” ofrecen sus valoraciones pero disfrazadas, como si fueran la realidad misma. Por cierto, conociendo la intencionalidad manifiesta de los protagonistas y teniendo en cuenta sus acciones anteriores, sus antecedentes y la tendencia a repetir lo que resulta exitoso, se puede seguir un hilo y sacar conclusiones. Es lo que trataremos de hacer.

Lo primero que hay que puntualizar respecto de los acontecimientos que vive y sufre el pueblo sirio es que se trata de una operación de los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN  para modificar la relación de fuerzas en Medio Oriente. El objetivo de EE.UU. es principalmente político: quebrar a los países antiimperialistas y ahogar un posible rebrote del panarabismo que está siempre latente en Egipto. Además, quitar apoyo a Irán, del cual Siria es aliado.

El conflicto en Siria se inició el 26 de enero de 2011, con protestas populares legítimas que buscaban una apertura política, cambios económicos y una mayor participación popular pero también influida por motivos económicos y religiosos. Fue un comienzo que hizo pensar en las revueltas -mal llamadas revoluciones- de Túnez y Egipto. Pero sobre esa base de legitimidad se ha montado un operativo sin precedentes en cuanto a la multiplicidad de países implicados: Estados Unidos y gran parte de la OTAN con soldados contratados, armas e inteligencia y con el apoyo de las monarquías del Golfo, mientras que las tropas capturadas incluyen mercenarios de la región, principalmente de Qatar, Arabia Saudita, Omán y hasta de Latinoamérica.

Desde un primer momento los estados gendarmes utilizaron la tribuna de las Naciones Unidad para adjudicar los roles: el Jefe de Estado Bashar al-Assad y las fuerzas militares regulares son los represores que violan derechos humanos; mientras que los  terroristas han sido denominados primero insurgentes y Consejo Nacional Sirio después. Como es “norma de manual” el paso siguiente ha sido condenar el uso de la fuerza del gobierno contra los manifestantes sin decir nada de los ataques terroristas mercenarios. Así debutó el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon quien fue reemplazado a partir de abril de 2012, por el siempre ineficaz Kofi Annan. Este “mediador” ya renunció y ha sido reemplazado por Lakhdar Brahimi un argelino que dijo “no conocer a nadie y no tener influencia”. Da la impresión que todo lo que hace la ONU es meramente burocrático.

Por cierto, es muy difícil pensar que la democracia llegue a Siria en la punta de los fusiles de mercenarios armados y pagados desde la OTAN y mucho menos aún, promovida por monarquías dictatoriales como la Saudí y las otras del Golfo Pérsico.

A estas alturas del desarrollo hay que hacer una aclaración. El gobierno de Siria no es el campeón de los derechos humanos. Contrariamente, cree en la eficacia de la violencia y que el éxito se alcanza ocasionando serios daños al enemigo, la concepción clásica de la guerra, por otra parte. Actitud que evidencia las limitaciones de los violentos y el boomerang que significan esas acciones frente a la opinión pública. Sin embargo había comenzado un plan gradual de reformas políticas que debía concluir en 2014 con su retiro.

En cuanto a los países árabes, el tema religioso es importante. Siria es un país donde gobierna una minoría alauita aliada con sectores chiitas y cristianos y la oposición es otra división del Islam: los  sunita. Lo dijo Mahmud Ahmadineyad, presidente de Irán: “Los chiíes iraníes ven con consternación cómo los rebeldes sirios, suníes, intentan derrocar al presidente de Siria, Bashar al-Assad, que ha sido una parte fundamental del “eje de la resistencia” contra Israel. Finalmente, en este rompecabezas interviene también como siempre, Israel, país que es sinónimo de Estados Unidos y muchas veces expresa con claridad lo que Estados Unidos calla por conveniencia.

En la postura enfrentada las izquierdas árabes presentan un mosaico de opciones. La ultra izquierda trotskista (Foro Socialista en el Líbano, socialistas revolucionarios de Egipto o Vía democrática en Marruecos, relacionados con Izquierda Revolucionaria de Siria) estima que esta situación en propicia para una lucha revolucionaria, mientras que otros no quieren una caída de Al-Asad y ven como contradicción principal la lucha contra el imperialismo. (Nicolás Dot-Pouillard). Nicolás Dot-Pouillard, lo expresa de este modo:…”relaciones de fuerza regionales y mundiales. Irán y Siria contra las monarquías del Golfo  (Recuerden: Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos); “Rusia y China contra Estados Unidos…que hace de Siria una línea de frente entre varios actores internacionales,” puntualiza el analista francés.

La situación actual. A simple vista los casi 18 meses de conflicto afectaron gravemente la economía de Siria, lo que sumado al peligro constante ha arruinado las condiciones de vida  de la población.

Militarmente, los insurrectos no avanzan a pesar de que están sobre el terreno técnicos británicos, alemanes y franceses, que buscan dar dirección y sobre todo eficacia a la acción armada; pero esto es muy difícil con tropas tan heterogéneas.

Lo que vendrá. Por todo lo anterior y para evitar una guerra civil prolongada que deje al descubierto ante la opinión pública mundial la vileza de su accionar,  es posible que Estados Unidos pase a la fase de intervención militar cerrando el espacio aéreo a los aviones sirios para permitir el accionar de las fuerzas de la OTAN que podrían bombardear sin trabas. El pretexto sería la utilización de armas químicas por parte de Siria, sobre la base de un subterfugio: según algunos analistas, ya hay armas químicas trasladadas desde Turquía para utilizarlas en Siria  sobre la población civil y culpar a las fuerzas regulares. No está de más decir que el libreto hecho para Libia se está siguiendo al pie de la letra en Siria.

Lo que podría resultar diferente y dar un vuelco imposible de medir ahora mismo, es la intervención de Rusia y, eventualmente, de China. En la base militar de Tartus -la única base militar de Rusia en el extranjero- hay armamento de última generación a disposición de Siria que bien podría contrarrestar la acción militar de la OTAN.