Hay algunos personajes, que lamentablemente son públicos y se dedican a la política, que nos insisten un día y otro también en que la inmigración en Europa es un problema… ¡para los europeos! Hace poco escribí un artículo sobre el top manta en Barcelona, pero este es un tema recurrente en los medios de prensa. Según estos, los residentes en Europa no están muy preocupados por el retroceso social, sobre todo de la última década, desde la crisis del sistema financiero, ni tampoco están preocupados por la precariedad laboral o el aumento de los precios de la vivienda; lo que de verdad les preocupa es que en algunos de los lugares más turísticos se coloquen unos vendedores ambulantes a vender baratijas (que, aunque sea una verdad de Perogrullo, conviene recordarlo: si hay vendedores ambulantes es porque alguien les compra).

Estas son las prioridades de los medios de comunicación que nos mantienen tan bien informados sobre todo lo que ocurre, en nuestra ciudad, en el mundo y más allá.

Alfred Hitchcock, el magistral director de cine, gran maestro del suspenso, inventó el término MacGuffin para referirse a una excusa argumental, que permite el desarrollo de una historia, pero que carece de relevancia por sí misma. En el caso de los políticos antes mencionados, el tema de la inmigración es un MacGuffin, para tener de qué hablar, salir en la prensa y ganar votos, ya que en definitiva su único objetivo es ganar mayor poder, para beneficio propio y para poner en marcha una serie de medidas políticas y económicas que muy poco tendrán que ver con la inmigración.

Se podría discutir si esto que afirmo es cierto; alguien, que confía en esos políticos, puede legítimamente creer que la inmigración es un problema grave que aqueja a Europa, pero lo cierto es que el tema resiste muy pocos análisis: Europa tiene una población envejecida que “necesita” que lleguen inmigrantes para poder subsistir; hay países, en los cuales el tema inmigratorio está en boca de sus gobernantes (como Hungría o Chequia) donde el porcentaje de inmigrantes es ridículo, y donde incluso se pide a la población que trabaje más horas porque no hay suficientes trabajadores para cubrir la demanda (es el caso de Hungría). En el caso italiano, uno de los más conocidos, es el modelo perfecto de país con población envejecida que necesita inmigración, y lo mismo ocurre en España.

Esto, por supuesto, sin mencionar el aspecto humano, que es en definitiva el que más nos preocupa. Los inmigrantes que llegan a Europa lo hacen arriesgando sus vidas en muchos casos, y en todos los casos huyen de situaciones que van de pésimas a desesperadas. En un mundo globalizado como el actual, se debería atacar el problema de la inmigración a nivel mundial, pero no para evitarle problemas a los ciudadanos del primer mundo, sino justamente para mejorar las paupérrimas condiciones de vida en que están sumidos millones de seres humanos.

Otro MacGuffin habitual de estos políticos suele ser la seguridad. Todo el mundo quiere vivir seguro, y cuanto más se habla del tema, más inseguro se siente uno. Pero lo cierto es que el aumento del tema en los medios de prensa es inversamente proporcional al aumento de la criminalidad. Es decir, aunque en los últimos años el tema de la seguridad tiene gran presencia en la prensa, lo cierto es que las estadísticas indican que la inseguridad va disminuyendo.

En el caso español, hay partidos especializados durante años y años en usar el terrorismo vasco como MacGuffin, y aunque ha pasado una década desde el último atentado, todavía lo siguen utilizando, aunque recientemente lo van reemplazando por el “separatismo” catalán, que mientras permita salir en la prensa y hablar fuerte, con cara de Harry el Sucio, ya les vale como discurso (vacío de contenido).

* Recomiendo este artículo, con un análisis más elaborado sobre el tema.