El significado de una imagen puede expresar más de 140 caracteres. Los últimos días para Venezuela han estado plagados de especulaciones y barbaries, gente de todo el mundo opina sobre el destino que debe seguir el país luego de que el presidente y líder de la “revolución bolivariana”, Hugo Chávez, recayera en su enfermedad.

Por Pablo Hernández (Corresponsal en Caracas)

De un momento a otro, todos nos hemos convertido en intérpretes de la Carta Magna venezolana, y es que los ciudadanos de este país parecen dar para lo que sea, inmersos en política como nunca antes, es nuestro momento y somos los protagonistas de este pedazo de la historia que tiene nombre y apellido: Hugo Chávez.

Al ratificado presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, en su discurso de este sábado, mientras citaba a su líder, se le escapó, entre la emoción, un verbo conjugado en pasado que hizo levantar las cejas a más de uno, “Como decía nuestro presidente…”, y aunque rápidamente rectificó, ya era tarde para los cientos de tuits y comentarios boca a boca que se dejaban escuchar y leer en todo el país y el mundo. Aunque ciertamente errar es de humanos, no podemos ser inocentes ante la coyuntura que se vive.

¿El fin del líder en persona?
Muchos oficialistas (partidarios del gobierno) se molestan enormemente cuando se habla del fin de Chávez, y aunque es un ser humano como todos nosotros, este tema parece remover las fibras más profundas en su sentimiento como “hijos de la revolución”.

Sin dejarnos llevar por “brollos” (rumores) o susurros de la palestra mediática, es irresponsable afirmar que Chávez ha fallecido, pero no podemos dejar de pensar que las primeras veces regularmente significan un cambio y el dejar atrás algo establecido. Es por ello que se hace necesario recordar aquel anuncio del presidente con Cabello a su derecha y Maduro a su izquierda, en donde levantaba por primera vez en 14 años la mano de su sucesor en el liderato de la “revolución”; o la ausencia de la tan esperada llamada telefónica en la gran victoria de las elecciones regionales el pasado diciembre; o mucho más cercano, la ausencia del primer mandatario por primera vez a la juramentación de la Junta Directiva de la Asamblea Nacional.

Todas estas primeras veces y este latente cambio se verán más claro que el agua cuando este 10 de enero, el presidente Chávez posiblemente no pueda asistir a su juramentación, y se lleve a cabo lo que ya han vaticinado tanto Maduro como Cabello, “las cosas seguirán iguales pues el presidente tiene un permiso”, pero es indudable que no es habitual que el presidente sea suplido.

Aunque de aceptarse este planteamiento como la interpretación más adecuada a la constitución, nacen nuevas preguntas, ¿Cuándo termina un mandato presidencial?, ¿Los días después del 10 de enero serán descontados o sumados al nuevo mandato?, de continuar la falta ¿Cuándo asumirá el diputado Cabello como presidente?, ¿Cuándo se llamará a elecciones?, entre varias cuestiones más.

También haciendo de intérpretes constitucionalistas, es de lógica pensar que la fecha para la juramentación de un nuevo mandato presidencial, deja en claro que el anterior se da por terminado. Aunque tal vez estemos equivocados, o quizás nos encontremos ante un pequeño pero a su vez enorme abismo dentro de la Carta Magna de la República Bolivariana de Venezuela.
Por último, no podemos olvidarnos de aquellos que piensan que este 10 de enero, el primer mandatario, Hugo Chávez, aparecerá triunfante para su juramentación.

La oposición venezolana
Es importante comenzar señalando que la oposición venezolana, no sólo es la Mesa de la Unidad Democrática, tampoco es solamente Henrique Capriles, y mucho menos los numerosos dirigentes que a diario realizan sus declaraciones en los medios, tomando posiciones por ese grupo, el cual no representan en su totalidad.

Nos encontramos ante una dirigencia de oposición que no ha aprendido a nadar en el nuevo mar de la política venezolana, llevando consigo derrota tras derrota en las batallas electorales, y siendo responsable de la decepción política de muchos ciudadanos y ciudadanas opuestos al chavismo.
Intentando comprobar esta afirmación, podemos observar los números, como el millón 600 mil votos con los que ganó Chávez la elección presidencial; o por otro lado, la pérdida de gobernaciones en las elecciones regionales, ganando en sólo 3 de 23 estados, resaltando que el único opositor natural que logró ganar en estos comicios fue Henrique Capriles, ya que los otros dos gobernadores, Guarulla y Falcón son desertores de las filas del chavismo.

Con estos argumentos ya podemos vislumbrar cuanta falta le hace a Venezuela tener nuevos liderazgos en la oposición, el nacimiento de una tercera opción y la defensa de unos intereses que representen verdaderamente a esos ciudadanos y ciudadanas que no salieron a votar el pasado 16 de diciembre, a los huérfanos de la polarización que viven en cada centímetro de nuestras instituciones, trabajos y hasta familias.

“Un chavismo dividido”
No comprendo cómo algunos hacen tanto énfasis en las diferencias que puedan existir dentro del oficialismo. Primero que todo es natural que existan diferencias pues somos seres humanos, sin embargo, las insistentes declaraciones de los dos líderes oficialistas más importantes después de Chávez (Maduro y Cabello), han dejado en claro que la unidad del chavismo se mantendrá, al menos por ahora, de tal manera es un poco descabellado pensar en un panorama donde los “revolucionarios” estén divididos.
Los 140 caracteres siguen chachareando en el tema, mientras se nos presenta esta imagen de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello abrazados luego de afirmar que son “hermanos, hijos de Chávez”.

Es muy probable que este abrazo ya esté siendo desprestigiado por muchos, sobre todo al mirar la posición y la cara de Aristóbulo Isturiz (a la derecha de la foto), pero sea verdadero o no, es indiferente, porque para el pueblo chavista, es una señal clara de unión que les da un aliento en medio de tanta confusión.

Tal vez, sea el momento de pensar desde lo humanitario, como lo hacemos la mayoría de los venezolanos, al desearle pronta recuperación al presidente, tal vez sea el momento de dejar de pensar con esa cabeza politizada, a lo mejor así vencemos la polarización y nos damos cuenta que somos hermanos, no hijos de Chávez, ni siquiera hijos de Bolívar, sino hijos de Venezuela.