Trump afirma que empieza la época dorada de Israel y el Medio Oriente

El discurso fue breve, pero diseñado para la historia. Donald Trump se presentó ante el Parlamento israelí con aire de profeta y dijo que “con la paz en Gaza comienza la época dorada de Israel y del Medio Oriente”. La frase corrió como una chispa en los pasillos diplomáticos del mundo. Algunos la vieron como el anuncio de una nueva era. Otros como la consagración de una desigualdad que se disfraza de paz.

El acuerdo de paz entre Israel y Hamas pone fin a meses de fuego, misiles y ruinas. La mediación norteamericana fue el cierre esperado de una tragedia que dejó más de cuarenta mil muertos y una Gaza irreconocible. Trump celebra el acuerdo como un logro personal y lo presenta como la puerta hacia un equilibrio regional que podría incluir a Arabia Saudita, Egipto y Jordania. Washington quiere mostrar que puede recomponer el tablero tras años de desgaste diplomático. Pero en el terreno los hechos pesan más que las palabras.

Gaza, ciudad herida

Gaza es hoy una herida abierta en el mapa. Más del ochenta por ciento de sus edificios están dañados o en ruinas. No hay agua potable, ni hospitales, ni energía suficiente. El regreso de sus dos millones de habitantes no será un acto de esperanza sino de supervivencia. La paz proclamada desde Jerusalén no se refleja en las calles cubiertas de polvo ni en los cuerpos que aún esperan sepultura. La reconstrucción costará decenas de miles de millones de dólares y no existe un plan claro sobre quién la financiará.

Ningún discurso puede ocultar esa realidad. Trump habló de prosperidad compartida, pero Gaza no produce nada. Su economía está destruida, su población desnutrida, su juventud sin escuelas ni trabajo. El desafío no es firmar un acuerdo, es levantar una sociedad entera desde los escombros.

El vacío del poder

La pregunta que nadie responde es quién gobernará Gaza. Hamas ha perdido fuerza política y militar, pero no ha desaparecido. La Autoridad Palestina no tiene legitimidad entre los gazatíes. Israel no quiere volver a ocupar el territorio y Egipto rehúsa asumir responsabilidades directas. Estados Unidos propone una administración transitoria bajo supervisión internacional, una suerte de protectorado que recuerda los experimentos fallidos en Irak y Afganistán.

La reconstrucción de Gaza podría ser un campo de batalla diplomática. China, Rusia y Turquía ofrecen apoyo logístico y financiamiento a cambio de presencia política. Europa intenta mantener un papel humanitario, mientras las agencias de la ONU se declaran al borde del colapso. Si la paz se transforma en un nuevo reparto de influencias, el sueño de una época dorada se convertirá en otro espejismo.

La apuesta de Trump

El anuncio de Trump busca más que una ovación. Representa su intento de consolidar un legado internacional y distraer al mundo de los conflictos abiertos en Ucrania y Asia. Estados Unidos necesita demostrar que aún puede imponer un orden, incluso en la región más compleja del planeta. Presentar la paz de Gaza como símbolo de renacimiento regional refuerza su narrativa de liderazgo.

Sin embargo, la paz no puede decretarse desde un estrado. Exige justicia, reconstrucción y respeto. Ninguna época dorada florece sobre cenizas. Israel puede ganar seguridad momentánea, pero perderá legitimidad si la paz no incluye la dignidad palestina. La historia enseña que los pueblos humillados no olvidan y que los tratados firmados sin equidad terminan desmoronándose.

La región ante un nuevo espejo

El acuerdo de Gaza redefine los equilibrios. Arabia Saudita retoma negociaciones con Israel y busca un corredor comercial que una el Golfo con el Mediterráneo. Egipto y Jordania ven oportunidades de inversión y de estabilidad. Irán observa con cautela y podría responder fortaleciendo sus alianzas con Hezbollah y Siria. China y Rusia amplían su influencia financiera y militar en el vacío que deja la retirada occidental.

El Medio Oriente se transforma una vez más en laboratorio del poder global. La paz no es solo un gesto político, es una herramienta estratégica. Si se cumple, abrirá rutas comerciales y gasoductos. Si fracasa, reavivará las brasas de la guerra.

La época dorada que Trump proclama…

…dependerá de lo que ocurra en Gaza. Ningún país puede celebrar mientras millones de palestinos viven entre ruinas. La paz no puede medirse en discursos sino en vidas reconstruidas.

Quizás la historia recuerde estas semanas como el inicio de un cambio real. O tal vez como otro episodio donde la palabra paz fue usada para coronar la victoria del más fuerte. Gaza será la medida. Allí se sabrá si el poder puede transformarse en justicia o si la época dorada será solo una ilusión dorada sobre el polvo de la guerra.

La catástrofe de Gaza no se mide solo en ruinas, sino en vidas y números que pueden redefinir qué tan viable es un acuerdo de paz verdadero. Estas cifras explican el peso del costo humano y económico que deberá asumir cualquier reconstrucción.

Víctimas / Costos / Reconstrucción / Financiamiento estimado

  • ≈ 70.000 personas muertas (estimación contextual)
  • US$ 53.000 millones daños estimados según informe IRDNA
  • Reconstrucción estimada: US$ 70.000 millones
  • Financiamiento inicial requerido: US$ 20.000 millones en los primeros tres años

Nada de lo que se reconstruya podrá sanar la memoria sin justicia. Estos números deben ser la base de un pacto que no repita el dolor, sino que construya dignidad y esperanza y el costo deben pagarlos Israel, que destruyó Gaza y Trump, que apoyó la destrucción…