En 2025 un revival de la guerra fría
En 1991 tras la disolución de la Unión Soviética algunos pregonaban el fin de la historia, el triunfo definitivo del capitalismo que avanzaría ya sin obstáculos. Además, la amenaza nuclear parecía quedar en olvido, sin conflictos de escala global a la vista, los ingentes recursos destinados a la industria bélica ahora sí serían usados en los problemas sociales. Si vemos los datos duros en los ochenta las armas nucleares llegaban a 60.000 y en 2025, solo 12.100. Sin duda parece un avance. Sin embargo, el surgimiento de China como potencia mundial, la crisis de occidente y los intentos de Rusia por recuperar parte del poder perdido generan nuevos escenarios de crisis. Desde el Kremlin las amenazas del uso de su poder nuclear ya es parte del repertorio, mientras Washington, el imperio en decadencia tiene a su propio Nerón, un narcisista impredecible. A lo anterior, sumamos los conflictos regionales que se agitan en Medio Oriente y también a los pies del Himalaya, entre India y Pakistán. Pero, estos conflictos regionales tienen entre sus actores a países con armas nucleares. Como vemos hoy una guerra nuclear podría desencadenarse por un incidente fronterizo entre países alejados de los centros de poder.
Finalmente, las armas actuales son más poderosas y pueden ser cargados en misiles hipersónicos (a más de 6.100 kilómetros por hora), en palabras simples, hoy existen misiles mucho más veloces y difíciles de detectar. Estos misiles pueden ser lanzados desde barcos, aviones, lanzaderas o incluso submarinos. Como se puede apreciar, el fin de la guerra fría y del mundo bipolar, no fue el fin de la historia, solo el comienzo de otra, más fragmentada e inestable y donde hay más naciones con poder nuclear y otras que la anhelan.
Los conflictos actuales con amenaza nuclear
En la condición actual, donde regiones con tensiones políticas prolongadas están en constantes enfrentamientos, sumadas al auge de programas intensivos de modernización de armas nucleares en los países desarrollados, el aumento excesivo de materiales radiactivos en el mercado negro y la inestabilidad política y social en diferentes países tienen a la vida presente y a la de generaciones futuras en total incertidumbre. Para Dan Smith, director de SIPRI (Instituto Internacional de Investigación para la Paz, Estocolmo), hoy se observan señales claras del retraso del desarme nuclear y, no obstante, los avances en términos de tratados internacionales, el componente intimidatorio y psicológico de la amenaza nuclear es una estrategia bélica desde principio a fin. Lo que antes era un poder concentrado en manos de unas pocas potencias, hoy forma un contexto de multipolaridad donde la posibilidad de una guerra nuclear es cada día más cercana.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ha modificado su doctrina nuclear en el contexto de la guerra con Ucrania, para hacer frente al hecho de que este país está apoyado militarmente por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en cuyas bases militares se albergan armas nucleares, disponibles y listas para ser utilizadas de forma inmediata. Estos cambios señalan que un ataque por parte de un Estado sin armas nucleares, pero con el apoyo de uno que sí cuenta con ellas, sería considerado por Moscú como un ataque conjunto contra Rusia, esto luego de que Joe Biden permitiera al ejército ucraniano utilizar contra territorio ruso misiles de largo alcance suministrados por su país, tensionando fuertemente la posibilidad de que Rusia pudiera emplear armas nucleares en esta guerra.
La rivalidad entre Israel e Irán es una de las más peligrosas en el Medio Oriente, y la posibilidad de un ataque nuclear no es descartable. Israel ha mantenido una política de «ambigüedad deliberada» al respecto de la posesión de armas nucleares, aunque se cree que las tiene desde finales de los 60. Su doctrina Begin se basa en la idea de que no permitirán que rivales regionales desarrollen armas nucleares e implica la posibilidad de ataques preventivos contra instalaciones de este tipo en otros países de la región. Además, es uno de los países que no ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y, por lo tanto, no se somete a inspecciones internacionales de sus instalaciones nucleares. Con relación a Irán, este ha sido acusado, junto a otros países de la región, de buscar armas nucleares, siendo el ataque estadounidense a sus instalaciones nucleares fuente de fuertes tensiones en la región y el aumento de la posibilidad de una respuesta nuclear por su parte más las consiguientes preocupaciones sobre una posible carrera armamentista nuclear en la zona. En el mismo espacio geográfico, está Turquía quien instado por Estados Unidos no participó en la negociación del TPAN y, por lo tanto, no votó su adopción, uniéndose junto a él y varios otros estados para protestar en contra del proceso de elaboración del tratado que buscaba crear un instrumento jurídico vinculante para prohibir las armas nucleares.
Se suma a este escenario, la tensión entre Corea del Norte y Corea del Sur y la relación con Estados Unidos, que mantiene viva la posibilidad de un conflicto nuclear en la región y en un vaivén de acusaciones, tensiones y desafíos, que aumentan o disminuyen a expensas de los cambios geopolíticos. Seúl, capital de Corea del Sur, carece de este tipo de armamento, pero se encuentra bajo la protección del “paraguas nuclear” de Estados Unidos, quien se ha comprometido a usar su arsenal en caso de ataque nuclear o amenaza militar. Esta dependencia, además del incremento de los ensayos balísticos y nucleares por parte de Corea del Norte, y su histórica cercanía militar con Rusia, (hoy reforzada por el despliegue Coreano de milicia para combatir contra las fuerzas ucranianas que cruzaron a Kursk) es lo que ha generado que gran parte de la población del país asiático abogue por desarrollar armas nucleares para hacer frente a la
amenaza de Corea del Norte.
La necesidad de abrazar la causa por el desarme para alcanzar La Paz
La panorámica mundial es muy compleja y dinámica y cualquier escalada nuclear tendría consecuencias catastróficas para la humanidad. Ante esta alarmante coyuntura, es prioritario revitalizar la diplomacia multilateral por medio de mecanismos que reconstruyan la confianza entre las potencias nucleares y los nuevos actores emergentes, fortalecer los acuerdos existentes impulsando nuevos espacios que logren integrar a los estados no firmantes , establecer un control estricto sobre el comercio de tecnologías sensibles y armamentos que evite que estén en manos de quienes no participan en la comunidad internacional ni respetan sus acuerdos y principios y fomentar una educación global que sensibilice a la comunidad académica y política sobre los riesgos asociados a las armas nucleares. Pero esta amenaza nuclear no sólo se resuelve con estas acciones, pues es fundamental que exista un movimiento social y cultural profundo que transforme las bases de la convivencia humana. En palabras de Silo, “se necesita un cambio en las estructuras y también un cambio en las conciencias.”
¿Qué hacer como ciudadanía? Frente a esta interrogante Silo dijo: “La gente está diciendo en todas partes que la guerra es un desastre, démosle una oportunidad a la paz. Para evitar la catástrofe atómica futura, debemos trabajar superando la violencia hoy. Retirar las tropas invasoras, devolver los territorios ocupados, desmantelar los arsenales. Estas son las urgencias del momento, esta es la causa de las mujeres y hombres valientes».
Redacción colaborativa de M. Angélica Alvear Montecinos, Guillermo Garcés Parada, César Anguita Sanhueza, Ricardo Lisboa Henríquez. Sandra Arriola Oporto y Claudio Medina Briones.
Comisión de Opinión Pública













