En esta entrevista, conversamos con su autor, Diego Valenzuela, quien nos comparte desde un lugar honesto y emocionalmente comprometido cómo Reset nació desde la oscuridad, como un ejercicio casi terapéutico, y fue tomando cuerpo hasta convertirse en literatura. Hablamos sobre cómo escribir sin romantizar el dolor, el uso del fluir de la conciencia como herramienta narrativa, y las tensiones entre clase, sexualidad y afecto en un Chile atravesado por el Estallido social de 2019.
Reset es mucho más que una novela de formación: es una exploración descarnada de la fragilidad humana, la salud mental y el dolor como punto de partida para buscar sentido. A través de la voz íntima y vulnerable de Dante, un joven de 19 años que transita entre el privilegio, la crisis personal y el estallido social chileno, la obra nos invita a escuchar aquello que muchas veces se calla: el trauma, la culpa, la búsqueda de identidad y el deseo profundo de ser visto.
Una conversación que nos recuerda que los síntomas también son una forma de hablar cuando ya no quedan palabras, y que la literatura puede ser, a veces, un refugio o un espejo donde otros se reconozcan.
Reset es una novela profundamente íntima y cruda. ¿Cómo fue el proceso de decidir que esta historia debía volverse pública?
La decisión de volverla pública surgió luego de trabajar con una escritora argentina que me apoyó en la edición y estructura. Al principio escribía sin pensar en un estilo; simplemente fluía, como si fuera un canal. Todo surgió desde el inconsciente. Fue al terminar la cuarta parte especialmente y la parte de Luciano cuando sentí la necesidad de concretar la obra y compartirla. Quería que existiera físicamente, que tuviera un cuerpo.
Mencionas que el libro nace de una búsqueda personal, de momentos oscuros. ¿En qué momento sentiste que esta búsqueda podía convertirse en literatura?
La oscuridad aunque sea dolorosa, nos permite contrastar y valorar la luz. Reset surgió desde esa oscuridad; Una búsqueda de sentido en medio del vacío. Escribí desde el lugar más vulnerable que tenía. Cuando hablé con Emerson de Los Perros Románticos, y él confió en el proyecto, sentí que podía trascender lo personal y también transformarse en literatura. Que ese dolor podía volverse relato y tal vez espejo para otros.
El protagonista, Dante, atraviesa una fuerte crisis de salud mental ligada al abuso y a relaciones tóxicas. ¿Qué importancia tuvo para ti retratar esta experiencia desde el fluir de la conciencia?
El fluir de la conciencia fue esencial porque es la forma en que yo mismo me hablo. A veces con crudeza, a veces con ternura, pero siempre desde la introspección. Dante nace desde ese espacio: una voz que no romántica el dolor, que muestra sus contrastes, que se desdibuja y se agrieta, expande constantemente. Quería retratar la fragilidad emocional, pero también la capacidad de resistir, incluso dentro de un sistema que oprime desde lo político y lo normativo.
¿Cómo te preparaste o qué desafíos enfrentaste para escribir sobre el trauma sin estetizarlo ni romantizarlo, como bien señalas?
Mi intención fue siempre mostrar el trauma tal como es, brutal e incómodo. Reset no embellece el dolor, lo expone. En Chile, acceder a salud mental es un privilegio y aun así muchas veces sólo se tratan los síntomas sin ir al problema de fondo. Dante tiene acceso por su contexto social, pero igual se enfrenta a la despersonalización, al vacío, a un sistema que no lo escucha. Quise poner eso en palabras como las autolesiones, la culpa, la rabia. También la violencia del estallido, los cuerpos mutilados, las cicatrices sociales y personales que siguen abiertas.
¿Qué tipo de conversaciones esperas abrir sobre salud mental con Reset, especialmente entre los lectores más jóvenes?
No busco imponer un mensaje, pero sí mostrar una realidad. Si Reset logra abrir un diálogo o invitar a pensar distinto, ya está cumpliendo su función. Lo importante es que quien lo lea se sienta acompañado, o al menos visto.
La novela aborda el descubrimiento de la homosexualidad en un contexto de prejuicio familiar. ¿Crees que, incluso en entornos que se consideran liberales, sigue existiendo represión o silencio en torno a la sexualidad?
Si y no sólo desde afuera. Muchas veces la represión viene desde dentro de la misma comunidad. Hay competencia, egos, exigencias de validación. Todo eso también hiere. En mi experiencia, en espacios creativos como la performance o el modelaje, noté cómo esos patrones se reproducen. Reset surge como una respuesta a eso: mostrar que la búsqueda de identidad, de afecto y de libertad sigue siendo difícil, incluso en contextos supuestamente abiertos.
El contexto del estallido social atraviesa a Dante. ¿Por qué era importante que la novela ocurriera en ese momento histórico?
Porque el estallido reveló una herida profunda. Las calles se llenaron de rabia, pero también de verdad. El dolor personal de Dante se entrelaza con ese dolor de la revuelta. Las mutilaciones, los gritos, la represión… toda una atmósfera que refleja lo que pasa también en su interior. Quería mostrar cómo lo político y lo emocional están conectados.
La violencia de clase aparece con fuerza: “No puedo creer que estén vendiendo droga mientras a mí me dan mesada y tengo nana”. ¿Cómo trabajaste esa tensión de clase desde la voz narrativa?
Dante vive en Las Condes, un lugar que representa cierto privilegio, pero él no se siente parte de ese mundo. Hay una brecha brutal entre su entorno y las realidades que empieza a conocer. La droga, el consumo, los excesos existen en todos los sectores, pero se viven distinto. Quise mostrar esa incomodidad, esa contradicción. Porque el dolor no discrimina, pero el acceso a ayuda sí.
Dante se refugia en relaciones frágiles y drogas. ¿Cuál es la línea que separa la exploración emocional del autoengaño, según lo que viviste o investigaste?
El trauma distorsiona todo. Dante fue abusado por su profesor, y no logra reconocer eso como violencia, cree que fue amor, que hubo conexión. Que si bien la pudo haber habido es toda una manipulación por parte del agresor. Ese autoengaño es su manera de sobrevivir. Yo también he vivido experiencias que no he podido hablar fuera de la terapia. Reset nace desde ahí; de lo que callamos por vergüenza, por miedo, por no tener voz. Los síntomas (las adicciones, los cortes, las crisis) no son fallas, son gritos que nadie escucha.
La música tiene un lugar especial en la novela. ¿Podrías contarnos cómo construiste esa “banda sonora emocional”? ¿Hay canciones que para ti definen el corazón de Reset?
Si hay canciones preciosas que para mí son un fuerte soporte emocional, cómo Landslide, Zona de promesas, Todas las hojas son del viento… son canciones que me han acompañado siempre. Tienen una tristeza hermosa, es melancólico pero bello. Dante también escucha estas canciones. Se aferra a ellas como quien se aferra a algo que lo sostiene cuando todo se cae. Son su forma de resistir, igual que para mí. “Sé bucear en silencio” cómo dice Zona de promesas, para mí significa bastante.
¿Qué esperas que quede resonando en los lectores cuando cierren Reset?
Que quede lo crudo, la sangre, los gritos del psiquiátrico y la constante búsqueda de bondad y amor que existe en todos nosotros, también el miedo y el trauma, las ganas de goce y de ternura.













