En las dos últimas décadas se multiplicaron en el mundo expresiones educativas que buscan superar la discriminación, la violencia y exclusión ante las urgencias vitales de la sociedad actual. Múltiples experiencias con modalidades pedagógicas y en espacios diversos, dan cuenta de la profunda necesidad de convergencia por un mundo humanizado, no violento, justo y equitativo.

En el pasado mes de mayo, el Centro Mundial de Estudios Humanistas recogió en su X Simposio Internacional algunas de estas semillas educativas que germinan en diversos puntos del planeta, cuya difusión iniciamos en este artículo, con el deseo de abrir puertas al buen conocimiento y animar el encuentro humano y el diálogo creativo de educadoras y educadores sensibles.

En esta oportunidad, la antropóloga ecuatoriana Ismenia Íñiguez , con larga trayectoria de gestión educativa y social en América Latina y Caribe, comparte su experiencia en la implementación del programa “Respiramos Inclusión”, basado en una metodología para prevenir la discriminación y la xenofobia en el ámbito educativo . El programa es promovido en comunidades urbanas y rurales de Ecuador por la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados, ACNUR.

Para Ismenia es importante comprender el contexto de desplazamiento forzado en el que desenvuelve sus actividades como animadora del programa, puesto que esta condición constituye “una variable que interactúa con otros factores como el género, la edad, la etnia, la clase socioeconómica, que se activan en una estructura de desigualdad e inseguridad”.

Los siguientes datos nos dan una idea de esta situación: «610.833 personas forzadas a huir han sido acogidas por Ecuador hasta finales de abril de 2025, como resultado de la persecución, conflicto, violencia, violaciones de derechos humanos o eventos que han perturbado gravemente el orden público» (Tendencias Nacionales el desplazamiento forzado en Ecuador, 2025)

Respiramos Inclusión promueve entornos libres de discriminación en escuelas, organizaciones comunitarias, espacios deportivos, centros de salud, actuando en distintos niveles interrelacionados: individual, pedagógico, institucional y comunitario, puesto que las vivencias de cada persona se manifiestan en el aula, en la escuela, en el barrio, y viceversa.

Respiramos Inclusión desarrolla talleres presenciales con adultos de estos entornos, donde se miran, dialogan, se preguntan, se escuchan, se divierten, con apoyo de herramientas lúdicas como canciones, dibujos, juego de roles, que animan al movimiento del cuerpo y de los imaginarios, promoviendo la reflexión individual y grupal. Luego de “desmantelar los prejuicios”, en un proceso de “conexión afectiva que permite valorar y amar lo que hacemos”, los talleres concluyen con acuerdos personales y grupales. Esta propuesta educativa se nutre de la Pedagogía Waldorf y de la ‘Educación en emergencias’, que promueve la autonomía y el restablecimiento del equilibrio socioemocional.

Ismenia comparte las enseñanzas que ha dejado la experiencia: “hemos aprendido que la transformación de imaginarios es un proceso que requiere tiempo y paciencia. Quizá uno de los mayores retos es comprender que la violencia encuentra terreno fértil en la indiferencia y en las fragmentaciones. Para muchas niñas, niños y adolescentes desplazados, refugiados y migrantes, la escuela es el primer lugar donde comienzan a recuperar el sentido de pertenencia. Por eso, es importante asumir que la convivencia depende del reconocimiento de las identidades, de las diversidades, de la justicia y de un cambio social”.

Ismenia oncluye:“mirar a la escuela separada del entorno es un grave error. La escuela está en el centro de la comunidad, la escuela mueve el mundo, la niñez mueve el mundo, los docentes mueven el mundo. Por eso, la educación debe ser protectora”.

Seguramente, diversas experiencias como esta participarán de la próxima Asamblea del Foro Humanista Mundial, que se realizará el próximo 19 de julio de 2025. https://worldhumanistforum.org