¿La Knéset bajo tierra? Crecen los rumores de sesión secreta en Jerusalén y se acumulan más de 10 mil reclamos civiles: la cifra desmiente el discurso oficial de daños limitados.

Mientras continúan las oleadas de misiles entre Irán e Israel, medios vinculados a fuentes iraníes han difundido este lunes una información altamente simbólica y potencialmente reveladora: la Knéset —el parlamento israelí— habría sido trasladada hoy a una sala subterránea extraordinaria para sesionar, como medida de protección ante la creciente amenaza balística.

Aunque hasta ahora no hay confirmación oficial del gobierno israelí, la noticia ha circulado ampliamente en canales de comunicación regionales, como el medio libanés Al Mayadeen, con sede en Beirut y líneas editoriales pro-iraníes. Según estas fuentes, la decisión de bajar al Parlamento a instalaciones protegidas no solo responde a razones técnicas de seguridad, sino que representa una señal política clara: el sistema institucional israelí se está blindando ante un escenario de confrontación prolongada y de alta intensidad.

¿Qué es la Knéset?

La Knéset es el órgano legislativo de Israel, compuesto por 120 diputados elegidos por votación nacional. Su sede se encuentra en Jerusalén, y cumple funciones similares a las de cualquier congreso: legislar, fiscalizar al gobierno, aprobar presupuestos y designar a altos funcionarios del Estado. Su traslado a una ubicación subterránea sería, de confirmarse, un hecho inédito en la historia institucional israelí contemporánea, y reflejaría la gravedad del contexto actual.

El otro dato: 10.000 solicitudes de indemnización

A esta información se suma otro elemento revelador: más de 10.000 solicitudes de indemnización fueron presentadas en apenas cuatro días, según medios iraníes que citan fuentes dentro de Israel. Estas solicitudes se refieren a reclamos formales de ciudadanos afectados por los ataques: daños a viviendas, vehículos, comercios, lesiones físicas o traumas psicológicos. En Israel, este tipo de reclamaciones suelen gestionarse a través del Ministerio de Finanzas y el Instituto Nacional de Seguro (Bituaj Leumi).

Una cifra que contradice el discurso oficial

Si bien el gobierno israelí ha minimizado el número de víctimas civiles directas —reportando 24 fallecidos y poco menos de 600 heridos hasta el momento—, la existencia de más de 10.000 solicitudes de compensación contradice el relato de daños acotados. Significa que miles de hogares, comercios o personas se han visto afectadas de manera directa o indirecta por los bombardeos. Y en un país con alta cobertura defensiva, eso representa una señal de saturación o de impacto psicológico profundo en la población civil.

Un síntoma del desgaste interno

Más allá de la veracidad específica de cada cifra, lo que emerge de este cruce de datos es un síntoma mayor: el conflicto ha comenzado a afectar no solo la frontera o las bases militares, sino la percepción de seguridad institucional y ciudadana dentro del propio territorio israelí.

El eventual traslado subterráneo de la Knéset, de ser confirmado, y la avalancha de solicitudes de indemnización, no solo son respuestas a las bombas: son reacciones ante un cambio de escenario. El conflicto, que durante años fue asimétrico y contenido en zonas periféricas, ha entrado en una fase donde la defensa ya no se juega solo en el aire, sino también en los pasillos del Estado.

En suma, de ser cierta, la cifra de más de 10.000 solicitudes de indemnización desvirtúa los informes israelíes de daños personales acotados a la población civil, y pone en entredicho el discurso oficial de control absoluto sobre el frente interno. La posibilidad de que el Parlamento nacional funcione bajo tierra no es solo una medida técnica: es, en sí misma, un símbolo del momento que atraviesa Israel.