Por años muchos periodistas se han posicionado como supuestos defensores de los valores democráticos y la justicia. Para ello les basta sólo con el titular, la denuncia, el ruido de las redes y un juicio mediático para erigirse como juez, jurado y verdugo.
Cuando una denuncia grave golpea al círculo político como el caso del ex-subsecretario chileno del Interior, Manuel Monsalve, estos aplican un estándar falsario, inquisidor y profundamente peligroso: el de la condena preventiva, incluso cuando ninguna prueba concluyente ha salido a la luz tras 5 meses de investigación.
¿Presunción de inocencia? ¿Sólo para quienes ellos consideren ?
Las columnas sobre Monsalve no son una defensa de víctimas. Son una pieza de demolición política selectiva, dirigida no solo a un hombre que aún no ha sido condenado por la justicia, sino a toda la institucionalidad que aún cree que:
La inocencia no se pierde por ser acusado a la justicia.
La inocencia se pierde solo por ser condenado por la justicia.
En sus columnas no entregan hechos nuevos ni argumentos jurídicos. Solo una cadena de insinuaciones emocionales y ataques personales, “el presidente supo y no hizo nada”, “Monsalve siguió usando su cargo contra la justicia”. ¿Dónde están las pruebas? ¿Dónde están las decisiones judiciales que avalen estas conclusiones? ¿Están? ¿Aún no están? ¿No existen ? ¿No la han encontrado ? ¿Las andan buscando?…
Y sin embargo Monsalve lleva meses preso sin juicio, sin condena, sin pruebas concluyentes, en prisión preventiva como si se tratara de una sentencia anticipada. ¿Eso es justicia? ¿Eso es lo que los defensores del progresismo llaman “debido proceso”?
Recién ahora Manuel Monsalve salió en “libertad” con arresto domiciliario total después de 6 meses de estar en la cárcel.
La paradoja Monsalve
Cuando se trata de Monsalve, se festeja la prisión sin pruebas y se condena al gobierno por no haberlo “linchado” a tiempo.
¿Dónde queda la justicia imparcial? ¿Dónde queda la ética periodística?
La presunción de inocencia es universal. La tragedia de Monsalve es un linchamiento sin defensa.
Hoy, Manuel Monsalve está “preso, en su domicilio con vigilancia total” y aún sin veredicto que lo condene. Y no solo por una denuncia grave (presunta violación) , sino por un sistema que ha cedido a la presión de los medios y al miedo del Gobierno a parecer tibio ante las voces más ruidosas.
Mientras tanto, muchos celebran. Pero no celebran justicia. Celebran poder. El poder de destruir a alguien sin pruebas robustas y definitorias aún. De imponer el relato. De instaurar una “justicia a la carta” donde no importan los hechos, solo a quién se acusa.
No hay causa feminista sin “debido proceso”
La defensa de la víctima, no es incompatible con el respeto al “debido proceso”.
El feminismo no es sinónimo de venganza preventiva.
Y el periodismo no es activismo disfrazado.
Si queremos una sociedad justa, necesitamos más que columnas furiosas.
Necesitamos respeto por la verdad, paciencia ante la justicia y humildad para aceptar que no todo acusado es culpable y que ningún periodista es juez.
Solo la justicia y solo ella, después de un “debido proceso”, con pruebas suficientes que se presenten al tribunal entregará finalmente su veredicto de “inocente o culpable”.
La cárcel preventiva o “la libertad con arresto domiciliario total” no puede ser la nueva inquisición. Porque si eso se normaliza, nadie estará a salvo… ni siquiera los que lo acusan.













