Países como EEUU, Francia, Bélgica, Reino Unido, Rusia, China, Corea del Norte, Irán, Venezuela, Chile y Colombia, entre otros, siguen invirtiendo sus billetes en la construcción de armamentos. Algunos generando armas de última generación, otros comprándoles a los países centrales. Simultáneamente la crisis económica del sistema neoliberal o de la economía libre de mercado, muestra cada día nuevos millares de trabajadores desocupados en muchos de esos países.
Salvando todas las distancias entre cifras y calidad de armamentos en los que cada uno de dichos estados está invirtiendo gran parte de sus presupuestos, lo importante es revisar este escenario en el cual crisis y desarrollo armamentista no se contraponen, sino que incluso en la cabeza de algunos dirigentes mundiales se potencia.
Francia estos días ha decidido tomar otro protagonismo dentro de la OTAN, y ha apoyado tal postura en el gran mercado de negocio de armas al tercer mundo.
Los números siempre ocultos o semiocultos de la carrera armamentista, muestran que la venta de armas (legal e ilegal, ¿Qué importa?) es el principal negocio mundial.
La fabricación de nuevos conflictos armados (pequeños o grandes, ¿Qué importa?) es la lógica consecuencia del tal desarrollo y en ello siguen poniendo su esfuerzo muchos departamentos de Estado a fin de garantizar recursos que puedan paliar aspectos de la actual crisis financiera. Entre tanto diez niños mueren de hambre, enfermedades curables y desolación a cada minuto en mundo.
Habrá que ver hasta cuando la humanidad seguirá aceptando el despropósito social del actual armamentismo que sigue su excepcional desarrollo a pesar de la gran crisis económica mundial que está dejando a millones de personas en la calle en los países donde más se invierte en armas.
Por el momento la ecuación desde los países centrales sigue alimentando la muerte.