El patriarcado sigue actuando en la industria minera. Según estudios realizados por Universidades y ONGs dedicadas, el discurso minero que se nos presenta oficialmente, deja de lado la discriminación que afecta a las mujeres mineras y que van inclusive desde cuándo definen qué estudiar, hasta la posibilidad de acceder a puestos de toma de decisiones y que incluye, a pesar de las leyes recientes, altos índices de acoso sexual.

Este modelo patriarcal, se mantiene colocando obstáculos a las mujeres en la industria minera nacional, no dejando participar y no generando espacios en cargos de poder, manteniendo la concentración del poder en manos masculinas y la perpetuidad de roles extemporáneos como la baja consideración de habilidades propias de un ser humano independiente de su género

Observamos tal imposibilidad de surgir y acceder a cargos de mayor responsabilidad y poder en la industria, en la que se siguen argumentando razones de cuidado de la familia, el sistema de jornada laboral, la discriminación de género, y la desvalorización de las habilidades de las mujeres. Las falacias se mantienen, y son responsables de esta inmovilidad, sosteniéndose en estereotipos, y la de mitos fuera de época, que sin embargo siguen afectando la inclusión de la mujer.

No existe aún inclusión relevante, lo que marca al menos dos cuestiones importantes para nuestra sociedad, primero, el no avance hacia la paridad de género y por otra parte, se pierde la oportunidad de crecimiento económico nacional (PIB) al dejar fuera a la mayor fuerza laboral del país, que son precisamente las personas del género femenino.

Así, las mujeres son discriminadas por sus compañeros en razón de su género. Se llega a poner en duda sus capacidades profesionales. Esto lleva a que las mujeres adopten comportamientos ‘‘masculinos’’, para ser validadas por los hombres.

Más allá de las recientes leyes que buscan resolver este conflicto, los porcentajes declarados por las mujeres mineras, siguen siendo altos en cuestiones de acoso sexual, provocando la deserción laboral de mujeres en la industria minera, debido a ambientes agresivos de trabajo en donde se permiten aún conductas de acoso sexual y laboral.

Las cifras que muestran los estudios realizados, constatan que la participación femenina en el país en la industria minera está entre un 8 y un 9%, a diferencia de Canadá o Australia que rondan sobre el 19,6 y 13,2% respectivamente. Además, si se desglosa ese 8%, solo el 9,4% de las mujeres que están en la industria lo hacen en cargos en los que se permita la toma de decisiones como dirección, gerencias, sub gerencias, superintendencias y jefaturas.

Como nos explican los investigadores, la división social del trabajo, donde unos pocos son empleadores y unos miles son subordinados, es la estructura de funcionamiento actual del mercado. Sin embargo, existe un fenómeno mucho más antiguo, previo a las sociedades capitalistas, que determina los roles de género y en consecuencia el ingreso de las mujeres al ámbito laboral, la división sexual del trabajo. Para las mujeres se asigna el trabajo reproductivo sin remuneración- mientras que al hombre se le desarrollan en el ámbito productivo, en el espacio público.

En estos espacios históricamente asignados al hombre, miles de mujeres han tenido que lidiar hasta el momento actual con el machismo y la discriminación propia de una sociedad patriarcal, para poder acceder a lo que en justicia y derecho les corresponde. El impulso general de esta época de cambio en Chile, tendrá que ser confirmado en cada ámbito particular, donde el Estado jugará un papel importante para implementar aquello que las luchas feministas han instalado en nuestra sociedad.

 

Redacción colaborativa de Angelica Alvear, Guillermo Garcés, César Anguita y Gladys Mendoza. Comisión política.