Por Juan Sosa Maldonado.- De las viejas secuelas de la tortura física y psicológica me quedan los viejos insomnios desde 1998. El insomnio no es falta de sueño, es querer dormir y no poder hacerlo.

Sin embargo, me burlo de mis fantasmas aprovechando el tiempo para leer, para trabajar. Como siempre, cuando no tengo posibilidades, me informo leyendo las portadas y contraportadas de periódicos y revistas, dándoles una hojeada. Ahora, lo primero que hago es verlos físicamente antes de buscarlos en línea.

Cuando estaba preso, lo que más extrañaba era no poder leer las noticias a tiempo, pero buscaba la manera de escuchar la radio. El diario La Jornada y el Semanario Proceso eran mis preferidos.

Leonor, mi esposa, hacía esfuerzos por conseguirlos y llevármelos a prisión, siempre era pelearse con las autoridades para que me dejaran tenerlos. Me permitían tener el pulso de la realidad local, nacional e internacional.

Desde hace más de un año, no puedo verlos, tenerlos físicamente; conseguirlos en línea es la alternativa.  Para el caso del semanario Proceso, resulta un poco más complicado pues se requiere de suscripción para tener acceso a la edición semanal completa. Pero siempre hay atajos.

La semana pasada murió su fundador, Don Julio.

Hoy, aprovechando el insomnio, he ido por mi semanario. Prácticamente lo he leído todo, ahí están mis amigos, algunos que ya se fueron también, asesinados como Rocío Mesino. Hay otros que persisten como Tita Radilla.

Sin necesidad de hojearla puedo recordar a algunos que he conocido personalmente: Carlos Montemayor, Don Samuel Ruiz, El Subcomandante Marcos, Javier Sicilia, Miguel Ángel Granados Chapa…

Aparte, los que he leído o visto sus fotografías o que por suerte me han entrevistado como Rosalía Vergara, y me emociono hasta las lágrimas; quiero decir, ha sido lo que somos, porque Don Julio se queda entre nosotros, ese nosotros que todos somos y por los que él luchó.

Hasta siempre…

Juan Sosa Maldonado es relator de derechos humanos y exiliado mejicano.