Durante tres angustiosos meses, una familia saharaui ha quedado atrapada en un laberinto burocrático, sin poder llevar a su hijo de regreso a casa para darle sepultura. Los restos del fallecido, que murió tras una enfermedad en Tenerife, España, permanecen en un limbo, mientras sus familiares acusan a las autoridades marroquíes de ocupación de una obstrucción deliberada y vengativa.
El caso, dado a conocer por el hermano del fallecido desde el exilio, ha puesto de relieve de forma cruda las tensas realidades políticas que pueden enredar incluso las tragedias más íntimas y personales.
Según Ali Saaoudini, hermano del fallecido y ex preso político saharaui que vive actualmente en el exilio, su hermano mayor murió en las Islas Canarias, España. La familia inició de inmediato los complejos trámites internacionales necesarios para repatriar su cuerpo a su tierra natal, el Sáhara Occidental, un territorio ocupado ilegalmente y controlado por Marruecos.
Lo que, explica Saaoudini, se convirtió en una campaña selectiva de retrasos.
“Las autoridades de ocupación obstruyeron deliberadamente el proceso de manera provocadora y vengativa”, escribió Saaoudini en una detallada publicación en Facebook. Afirma que los funcionarios marroquíes señalaron a la familia porque su apellido, Saadouni, está vinculado a su propio historial de activismo político.
“Su pretexto fue que el fallecido llevaba el apellido Saadouni y era hermano del ex preso político saharaui Saadouni Ali. Según su visión chovinista, la familia fue considerada separatista”, continúa su declaración.
Tras arduos esfuerzos para superar los obstáculos iniciales y obtener la documentación necesaria de las autoridades españolas, Saaoudini señala que el principal bloqueo pasó a estar en el consulado marroquí en las Islas Canarias.
El consulado, afirma, “comenzó entonces su campaña de venganza”. De forma especialmente dolorosa, asegura que todos los trámites oficiales quedaron finalmente completados, quedando únicamente pendiente el traslado físico del cuerpo. En esta etapa final, confirma, fue el propio consulado el que inició nuevas obstrucciones, impidiendo la liberación y el transporte de los restos.
Por ahora, la familia Saaoudini permanece en un estado de duelo suspendido, con su proceso de despedida paralizado por un estancamiento burocrático que consideran profundamente político. A medida que las semanas se convierten en meses, su simple petición, enterrar a su hijo conforme a sus tradiciones, sigue sin respuesta.
“El dolor por su pérdida es inmenso”, concluye la publicación de Saaoudini. “Pero que su regreso a casa sea utilizado como una herramienta de castigo es una crueldad insoportable”.













