Un legado que exige memoria, justicia y una Ley de Grandes Simios en homenaje a tres mujeres que cambiaron la historia de la percepción de nuestros hermanos evolutivos los grandes simios.

El 26 de enero de 1985, en su cabaña del Centro de Investigación Karisoke, en Ruanda, fue asesinada Dian Fossey, primatóloga, científica y defensora incansable de los gorilas de montaña. Su muerte, ocurrida en circunstancias nunca completamente esclarecidas, sigue envuelta en un inquietante silencio. Décadas después, su figura no solo permanece viva, sino que se agiganta como símbolo de coherencia, valentía y compromiso absoluto con la defensa de nuestros hermanos evolutivos.

Dian Fossey llegó a África para estudiar a los gorilas, pero pronto comprendió algo esencial: no se puede observar la injusticia sin posicionarse. Su trabajo científico se transformó en una lucha frontal contra la caza furtiva, el tráfico de crías, la destrucción del hábitat y la corrupción que lo permitía. Ese compromiso, radical y honesto, le costó la vida.

Su libro Gorilas en la niebla se convirtió en una obra de referencia mundial, acercando al gran público la complejidad emocional, social y cognitiva de los gorilas, desmontando definitivamente el mito del “animal salvaje”. Dian fue aceptada por los grupos de gorilas, reconocida como parte del entorno, respetada por aquellos a quienes decidió proteger incluso por encima de su propia seguridad.

A día de hoy, persiste el misterio sobre su asesinato. Nunca se esclareció completamente si fueron cazadores furtivos o si fue un crimen encargado por intereses que necesitaban que el tráfico ilegal continuara. Lo que sí es indiscutible es que Dian Fossey fue asesinada por defender a los gorilas.

Dian Fossey no murió: fue silenciada. Fue asesinada porque se interpuso entre los intereses económicos y la vida de los gorilas de montaña. Su crimen sigue impune, pero su legado es hoy más necesario que nunca. Entendió algo que aún cuesta asumir: no basta con estudiar a los grandes simios, hay que defenderlos. Y defenderlos implica enfrentarse a intereses muy poderosos. Dian Fossey es un ejemplo de coherencia ética absoluta. No miró hacia otro lado. Pagó el precio más alto por proteger a nuestros hermanos evolutivos.

Imagen montaje PGS. Foto gorila Jeff McCurry.

Su última nota: una despedida que estremece

Pocos días antes de ser asesinada, Dian Fossey dejó escritas en su diario palabras que hoy resuenan como un presagio y una acusación moral. En ellas reflejaba su angustia por la persecución que sufrían los gorilas y por el odio que había generado su defensa firme frente a los furtivos:

“Cuando comprendas el valor de toda vida, te aferrarás menos al pasado y te concentrarás más en la conservación del futuro.”— Dian Fossey

Una frase que resume su vida, su pensamiento y también explica su muerte.

Imagen Pedro Pozas Terrados IA

Tres mujeres, un mismo legado

Dian Fossey no estuvo sola en este cambio de conciencia global. Junto a ella, Jane Goodall y Biruté Mary Galdikas formaron un trío irrepetible de mujeres que transformaron para siempre la relación de la humanidad con los grandes simios.

Jane Goodall, con los chimpancés, nos enseñó que comparten emociones, cultura y vínculos profundos. Dian Fossey, con los gorilas, nos mostró el precio de defenderlos sin concesiones. Biruté Mary Galdikas, aún hoy en primera línea en Indonesia, continúa luchando contra la destrucción de los bosques y el exterminio de los orangutanes, enfrentándose a la industria, a la corrupción y a la indiferencia política.

Galdikas sigue donde otras no pudieron continuar. Es la prueba viva de que esta lucha no ha terminado.

La Ley de Grandes Simios como homenaje

La Ley de Grandes Simios, actualmente impulsada bajo el reconocimiento científico y ético desde el Proyecto Gran Simio, debe ser también un homenaje además de a Jane Goodall, también a Dian Fossey y a Biruté Mary Galdikas. Tres mujeres que dedicaron su vida, su conocimiento y, en el caso de Dian, su propia existencia, a defender a los grandes simios y a acercarnos a ellos como lo que son: personas no humanas con capacidades emocionales, cognitivas y sociales extraordinarias.

Esta ley no es solo un marco jurídico. Es una deuda moral con tres mujeres que cambiaron la conciencia del mundo y pagaron un alto precio por decir la verdad.”

Imagen Pedro Pozas Terrados IA

Un llamamiento en el aniversario de su asesinato

En el aniversario del asesinato de Dian Fossey, debemos dejar claro que no basta con recordarla. Es imprescindible actuar. Prohibir definitivamente la cautividad injustificada de grandes simios, reconocer sus derechos básicos como personas no humanas, acabar con el tráfico ilegal, con la explotación y con su uso como mercancía o espectáculo.

Dian Fossey fue asesinada el 26 de enero de 1985. Pero su mensaje sigue vivo.

Y mientras exista un solo gran simio explotado, su lucha seguirá siendo también la nuestra.