Florencia Bentivenga. Valencia, España.

En el Día Mundial del Turismo 2025, el debate sobre sostenibilidad se amplía: además de lo económico y lo ambiental, debe ser también social. En el turismo LGBTIQ+, eso significa inclusión real y seguridad efectiva.

El pasado 27 de septiembre, la UN Tourism ha celebrado el Día Mundial del Turismo 2025 bajo el lema “Turismo y transformación sostenible”. En su mensaje oficial, la organización recuerda que el turismo es “más que un sector económico: es un acelerador del progreso social que favorece la educación, genera empleo y crea nuevas oportunidades para todos” a partir de la materialización con buena gobernanza, planificación estratégica e inclusión social efectiva.

Un segmento con peso económico y cultural

Según diversos artículos académicos, el turismo LGBTIQ+ se ha consolidado como un segmento estratégico a nivel global. En términos de Ródenas, representa el 6,5 % de la población mundial y se caracteriza por un alto poder adquisitivo, con un gasto medio diario de 177 euros, (el triple que el turista convencional aproximadamente). Por su parte, la Organización Mundial del Turismo (OMT) estima que estos viajeros suponen más del 3 % del total de turistas internacionales y crecen a un ritmo del 10,3 % anual.

Si bien, en todo el mundo existen ciudadanos que se identifican como gays, lesbianas, bisexuales, trans o queer, el trato que reciben en diferentes partes varía enormemente: desde países donde ser LGBTIQ+ se castiga con la pena de muerte, hasta otros que planifican su desarrollo turístico pensando en la diversidad. En términos

generales, los primeros se relacionan con países con gobiernos dictatoriales, mientras que los segundos, con sus matices, a unidades territoriales democráticas.

Ahora bien, entre tantos países democráticos en el mundo, ¿cómo toma, generalmente, este segmento, la decisión de visitar cuál?  Tal como señala Corbisiero, la elección está profundamente influenciada por la percepción de seguridad debido a que este público, tiende a priorizar aquellos países y regiones que ofrecen marcos legales protectores y culturas sociales inclusivas, por encima de aquellos en los que la homosexualidad continúa siendo criminalizada o socialmente sancionada o estigmatizada. Por ello, los destinos que aspiran a posicionarse como inclusivos tienen una responsabilidad doble: ofrecer leyes que protejan los derechos del colectivo y, al mismo tiempo, asegurar su cumplimiento efectivo, promoviendo políticas firmes contra la homofobia y los delitos de odio. Esto implica la creación de entornos turísticos seguros, justos y competitivos para este segmento, en los que dicho marco se cumpla tanto desde las instituciones encargadas de impartir y proteger la normativa, como desde la propia ciudadanía que la ejerce.

Turismo post pandemia: sostenibilidad, derechos y seguridad

Fuente: infobae.com

Desde la crisis sanitaria del COVID-19, el turismo mundial atraviesa una profunda transformación. La pandemia frenó la movilidad global, pero también impulsó una reflexión sobre la necesidad de evitar la masificación, proteger los ecosistemas y orientar el desarrollo hacia la sostenibilidad.

En este escenario, la OMT insiste en que el turismo debe asumir de manera consciente sus repercusiones económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria y de las comunidades anfitrionas. En línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, la sostenibilidad turística implica usar responsablemente los recursos naturales, conservar la biodiversidad y respetar la autenticidad cultural de las comunidades locales.

Sin embargo, la sostenibilidad no puede limitarse a lo ambiental o económico. También exige un compromiso transversal con la equidad, los derechos humanos y la inclusión social, especialmente de grupos históricamente excluidos, como el colectivo LGBTIQ+.

Por tanto, el turismo solo puede considerarse transformador si quienes viajan o trabajan en él lo hacen libres de discriminación o violencia. En este sentido, la sostenibilidad en el turismo LGBTIQ+ debe traducirse en derechos garantizados y seguridad efectiva, no solo en las leyes, sino también en la vida cotidiana: en las calles, los alojamientos y los espacios de ocio.

De esta forma, el lema del Día Mundial del Turismo 2025, “Turismo y transformación sostenible”, adquiere un significado más profundo: no hay transformación sin diversidad, ni sostenibilidad sin seguridad.

En definitiva, la sostenibilidad social es la base invisible —pero imprescindible— de toda transformación turística. Requiere legislaciones firmes, gobernanza participativa y tolerancia cero hacia la violencia. En las democracias, este principio no debería ser una aspiración, sino una obligación ética y política. Porque, aunque no podamos transformar de inmediato los países ni los entornos sociales donde las personas viven, sí podemos ofrecer, desde el turismo, espacios seguros donde se sientan libres, respetadas y reconocidas. Brindar un lugar donde las personas del colectivo puedan disfrutar sin miedo, amar sin ocultarse y sentirse mejor que en casa, es mucho más que un objetivo económico: es un acto de justicia social y la esencia misma de un turismo verdaderamente sostenible, inclusivo y orientado al futuro.

Corbisiero, F. (2023) ‘El turismo LGBT+ más allá del viaje de nicho’, Destinos turísticos LGBT+: identidad, globalización y mercado, March, pp. 19–38.

Ródenas, P (2020). El turismo LGTB como una nueva forma de desarrollo turístico. In: Pons, G.X., Blanco-Romero, A., Navalón-García, R., Troitiño-Torralba, L. y Blázquez-Salom, M. (eds.). Sostenibilidad Turística: over tourism vs under tourism. Mon. Soc. Hist. Nat. Balears, 31: 495-505. ISBN 978-84-09-22881-2. Palma (Illes Balears).