Treinta años de un mismo partido han convertido Madrid en un escaparate para las élites, mientras la memoria colectiva sufre un lento desahucio. La ciudad respira cansancio, pero bajo el asfalto late un pulso terco, testarudo pero ingenioso cuando quiere, que recuerda lo que es la solidaridad. Al otro lado del océano, en una Nueva York que muchos daban por perdida, un joven llamado Zohran Kwame Mamdani demostró que el agotamiento puede transformarse en organización, y la resignación, en victoria. No prometió milagros; prometió trabajo y dignidad. Allí le tenemos: el edil más joven desde 1892 y además el primer musulmán al frente de la Gran Manzana. ¡Tomo ya!” ¡Right in your face! Su historia es un espejo en el que Madrid puede mirarse. Porque esta ciudad no necesita un salvador/a, sino una marea de gente común que recuerde “que soy porque somos”. Como en 2011 en el 15-M. El despertar de 30 años de PP es casi como salir del Régimen del Generalísimo, pero no es una utopía: ya llegó a Queens (Distrito 36). ¿Estamos listos para que llegue a la Puerta del Sol?
Pongamos que hablo de Madrid (y de Nueva York, y de nosotros en Madrid…)
Madrid respira cansancio político. No el cansancio del que trabaja, sino del que ha visto cómo la política se convierte en rutina de poder. Aquí la gentrificación no es un fenómeno urbano, implica es un desahucio lento de la memoria colectiva. La ciudad expulsa a su gente. Los mayores pierden su renta antigua antes de su último sueño.
A los jóvenes, su ciudad les retrasa la emancipación, o les obliga a buscar su primer hogar propio a demasiada distancia. Aun y compartiendo piso entre cuatro o cinco estudiantes, si el propietario lo admite, salen a 612 €/mes cada uno con todos los gastos. Con suerte algo menos, pero alejándose bastante del centro. Contando con que ganen promedio poco más de mil euros netos, la diferencia es lo que tienen para cubrir el resto de sus necesidades.
Esos días en que llueve a mares y en el asfalto, por el agua, se refleja el cielo de Madrid, les veo pedalear con vitalidad por entre los coches, arriesgando con el disfraz de «riders», cargan el paquetón a la espalda. Empapada la cara… Con todo son gente alegre, se ayudan, hacen piña, vencen sus retos y celebran sus victorias juntos. El móvil es parte indispensable de su vida. Es su zumbido colmenario por donde hacen piña, quedan, comunican, comparten, y son lúcidos. No me gusta leer las descripciones de ellos tipo Generación-Z, o NiNis, etc. La mayoría de los que ya les doblamos o triplicamos la edad y conservamos todavía el espíritu de curiosidad, la capacidad o ganas de que lo nuevo te sorprenda, no les vemos así. Lo que vemos es que alguien o algo nos está robando o estrechando el futuro a todos.
Treinta años de un mismo partido. Treinta años de PP. No es ya una ideología. Es ya una estructura de poder político entreverada en todos los estamentos de la parte administrativa y decisiva de la Ciudad. Han convertido lo público en negocio, lo común en privilegio y las calles en escaparate de vidas a las que no tenemos alcance. Madrid, Gobernada por un PP que le roba discurso y músculo a VOX en lo político, parece una caricatura del franquismo reciclado en lo institucional, o lo administrativo.
Veo al rider hacerle una maniobra arrancando algo ajustado por la izquierda a un taxista. No debería, por que se la juega. Si fuera mi hijo le abroncaría. —»¡No te jueges la vida por unos euros!» —Pero con todo, me saca una sonrisa porque con la mano derecha el chico le pide perdón al taxista. Es la ironía madrileña: reírse para no llorar. Mientras tanto, los fondos buitre compran la vivienda pública, o crean edificaciones como replegadas y cerradas sobre si mismas, imitando las urbanizaciones de lujo. En el centro pista de padel piscina y zona verda, el portal termina pareciendo las rejas de fortificadas de una cárcel. Pagar con hipoteca el precio de lo que cuesta un piso allí, desde luego que es una condena… Un grilleta atado al tobillo. En estos 30 años los alquileres sextuplican los sueldos, y el metro se ha llenado de gente pidiendo. Los bancos de comida e instituciones que administran la caridad o la solidaridad (qué más da la palabra), no pueden cubrir ya tanta necesidad. Madrid se desangra en los márgenes, mientras los que mandan brindan en los palcos del Bernabéu o hacen negocios y fitness en sus lugares de élite.
Pero bajo ese agotamiento late un pulso terco. Una ciudadanía que no olvida lo que es ayudarse, organizarse, resistir. Los más mayores recuerdan los años en que las asociaciones de vecinos y las parroquias eran motores de cambio. Los más jóvenes. Las generación que os decía que juzgan o catalogan oficialmente, con letras y etiquetas nada piadosas, saben que el futuro se ha vuelto líquido. Se adaptan y aprenden un oficio que ya no existe cuando van a ejercerlo, pero entre tanto ya ha adquirido una o dos habilidades más. Yo a su edad no era tan capaz ni tan flexible. Aunque intuyo que ese sobre esfuerzo para abrirse futuro debe ser agotador.
Madrid, en eso también, es un espejo del mundo: cansada, confusa, cínica a ratos… pero aún viva.
Nueva York y la victoria de Mamdani: ¿que tal un aldabonazo igual en Madrid?
Y, sin embargo, mientras aquí bostezamos en resignación, al otro lado del Atlántico algo se movió ¿o retumbó?. En Nueva York, esa ciudad que parecía perdida en su propia arrogancia, un joven ugandés criado en Queens, Zohran Kwame Mamdani, ganó. Lo hizo con humor e inteligencia, y buenos modales. Sin violencia contestar con violencia verbal a los fieros ataques. Contra pronóstico ganó, pese a tener en contra a las seis grandes corporaciones mediáticas del planeta. Todas enfrentadas a él y su campaña. Venció al dinero y mala baba de las élites (las del dinero viejo y del dinero nuevo). Pudo contra toda esa sumatoria política y mediática que intentó aplastarlo A él y a lo que representaba. Limpiamente en unas primarias, y el sistema entró en pánico.
Le llamaron de todo: comunista, antisemita, radical, yihadista. Palabras que ya no buscan describir, sino destruir. No era una lucha política, sino un reflejo del miedo: miedo a perder el control del relato, miedo a que alguien devolviera a la política su sentido original —cuidar lo común. Así llegó Alcalde.
La furia del trumpismo, a grito de guerra lo convirtió en enemigo simbólico y, cuanto más lo hacían, más brillaba el futuro alcalde. Cuanto más lodo se le lanzaba a la arena política, más limpio destacaba como opción a elegir. Por debajo del ruido MAGA, algo crujía: el miedo a que el cansancio se transformara en organización, y la resignación, en desafío y respuesta popular. Mamdani no prometió milagros. Prometió trabajo duro por su ciudad y la gente que la vive, todos. Tanto si le votaron, como si no.
Venía del Working Families Party, una plataforma progresista que no habla del “obrero” como mito pasado, sino del “trabajo” como verbo presente. Apoyó a taxistas endeudados hasta lograrles 450 millones para alivio de deuda. Peleó por vivienda asequible, por congelar alquileres, por transporte público gratuito. No era un mesías. Era uno más pero distinto. Bien distinto. Y ganó. En Nueva York. La ciudad que muchos daban por perdida. El primer musulmán al frente de la Gran Manzana y el más joven desde 1892. En sus videos se le vio hablar el estilo de TikTok, donde ha podido movilizar a la mayoría de su electorado. No os molestéis más en TikTok, la plataforma ahora la ha comprado un ultra-cienmil-millonario para “gobernar el mensaje” desde el algoritmo. Cuidado con eso.
Esa victoria no fue una rareza: fue un recordatorio. De que cuando la gente se organiza, el tablero se mueve. De que la política, incluso en el corazón del capitalismo global, puede volver a ser humana.
De vuelta a Madrid
Aquí, en cambio, Madrid bosteza. Entre promesas recicladas y escándalos que ya ni indignan. Del rey «de-mEérito», en su retiro dorado; al sainete judicial del “Ciudadano corriente”. Que luego resultó ser “un Ciudadano ⧾” (ósea «plus», por el ático de 362 m2 y su Maserati Ghibli, relojes caros…). Porque el novio de la Ayuso metió confesionalmente el cazo en pomada de lo pública (por pomada, ya se entiende que son los euros del presupuesto, los contratos, el capitalismo de amiguetes, cuñados, sobrinos, etc, pagado del dinero de los madrileños). Aunque siga siendo presunto ya es «ciudadano acusado ⧾» por querer arrastrar al fango al Fiscal General de Estado al fango o las cosas de «MAR»….
Si te paras a pensarlo, todo en Madrid parece una parodia escrita por Berlanga o José Luis Cuerda. Si alguien rodara algo titulado “Amanece de nuevo en Madrid, que no es poco”. El guion no sería una segunda parte de la primera. La trama ya no sería en “el absurdo del rural”. Transcurriría en Madrid. Habría políticos que brotan del suelo en un plató de TV, y no del surco en la tierra donde plantar las nabizas y demás tubérculos, tras haber arado, como pasaba en la inigualable película de José Luis Cuerda. Esta vez habría escenas de empresarios “de sobre cerrado”, concursos donde ya se sabe de antemano quién es elegido; políticos de profesión (es decir que nunca han trabajado de verdad), que trincan con avidez y luego como garrapata se sujetan al cargo. Luego tendríamos el drama de las traiciones entre ellos. La filtración de algún pufo desvergonzado descrito en un dossier bien completo. Presidentes de la CAM y escándalos, y condenas en firme (ya algunas), han ido desfilando juntos estos 30 años. La ultima, Doña Isabel Díaz Ayuso… ¿Que decir? Si acaso que parece salida del mundo DC Comics o Marvel, porque sabe posar y actuar. Sabe hacerle ojitos a las cámaras. Bien es cierto que Madrid no es la oscura Gotham. No, tanto no. Estamos a tiempo. Pero la febril alumna de Miguel Ángel Rodríguez Bajón. Al que se conoce como MAR. ¿Por que «MAR» y no por el ultimo apellido: «Bajón»…? Sería lo propio, porque ese es su estilo. Bajo y rastrero, cuando estuvo en lo más alto con Aznar. Bajo ahora que es Director del Gabinete de la Presidencia de la Comunidad de Madrid. El tal MAR y Bajón, al medio «ElDiario.es» les amenazó por publicar la verdad, por ejercer de cuarto poder. Le bramo: “Os vamos a triturar, vais a tener que cerrar”. Pobre criatura, Ayuso, que ve fruta y comunistas bolivarianos o sus sombras por todas partes. Atacándola a ella y su entorno, como quien ve fantasmas. Hagamos punto final aquí. En resumen: Llevamos treinta años de PP (> 30), que se dice pronto y casi pesan o destrozan lo social como los hicieron los 40 del régimen Franco. ¡Ya está bien! 30 años son un cuasi régimen…
El humor madrileño es nuestro salvavidas. Pero eso no basta. Porque, detrás de la risa, el diagnóstico es serio: el núcleo duro del poder del Régimen nunca se fue. Cambiaron los logos, no los linajes. Siguen infiltrados en las más altas jerarquías funcionariales de la CAM y del Ayuntamiento. Manuela Carmena y su breve paso como alcaldesa lo notó y su proyecto lo sufrió. Un funcionario amigo me contó que había consigna de entorpecer, distorsionar, frenar o taponar toda iniciativa que emprendiera la nueva esperanza llegada a la Alcaldía entonces. Les dieron un vuelco electoral. Pero el partido saliente (PP) dejó una quinta columna enquistada en la Administración. Una burocracia de trinchera quintacolumnista en los niveles más altos sobre todo que ejecuta una guerra de desgaste contra el nuevo Gobierno municipal, minando desde sus puestos toda iniciativa de cambio.
Claro. Así es que repite machaconamente el Aznarísmo: “…y aquel que pueda hacer que haga…”. Esa frase tan resentida y subversiva o de anti política. En alguna novela, creo que de autor ruso, un personaje femenino le decía a otra —…y guárdate de la ira de los hombres pequeños…». No se refiere a la talla en cms la reflexión, sino a la falta de talento o cualidades que esconden con trampas y malas mañas. Aznar siempre fue así, él y sus gobiernos. El tiempo que duraron en la política a nivel nacional y autonómica fue para realizar esa tarea de zapa, de infiltrar gente en los lugares clave, y desbancar los avances de la escasa Transición y la época posterior. «Todo debía volver a ser como antes y de los de antes». Ese sería el sueño o proyecto. Recientemente vemos que en la Justicia lo han conseguido y bastante. Si es que la fachosfera no cambia, salvo de coche, pero se mueven por Madrid con la misma mentalidad de siempre. En la creencia que el poder es suyo por naturaleza o designio divino como en la Edad Media. Sienten que ellos son los linajes del “mérito y excelencia para gobernar” y lo demás chusma a tributar. Si es que lo dicen descaradamente. Pues la excelencia, aunque estudiaran en los centros más caros, no es élfica precisamente. Sin ofender, pero a Aznar se le está poniendo cara de Orco a medida que el tiempo y el poder perdido hacen mella en él.
Treinta años de monocultivo político han marchitado también al PSOE. Sin liderazgo, sin imaginación, sin alma. En Madrid gobiernan las élites, los demás sobrevivimos. Eso no basta.
Sin embargo, ¿y si miramos Nueva York con lucidez en lugar de envidia? ¿Y si lo de Mamdani no fue un milagro, sino conciencia colectiva y una señal? Era una pregunta retórica: Zohran Kwame Mamdani ya llevaba tiempo en el Distrito 36 de Queens, elegido como miembro de la Asamblea del Estado de Nueva York, trabajando codo a codo con sus vecinos antes de alcanzar la alcaldía. Su historia demuestra que una ciudad —a veces demasiado grande e indolente hacia el prójimo— puede despertar y volver a latir, cuando su gente decide no resignarse, que una ciudad puede volver a creer en sí misma.
Madrid puede hacerlo. No con un salvador o salvadora, sino con una marea de gente común: los que van apretados en el metro y los trenes de cercanías; esa mayoría social que no llega a fin de mes por mucho que se esfuerce y encoja su vida, controlando hasta el último gasto. Los que heredaron poco, pero aún recuerdan la época de la Movida Madrileña; y también las generaciones que nacieron después, que recuerdan lo suyo: precariedad, alquileres imposibles, promesas vacías.
Si están en edad de votar, están también en la de despertar y recordar eso que en África llaman Ubuntu: “soy porque somos”. Eso lo saben —cuando llegan a la cuadrilla o se reúnen en un bar de barrio— y mucho más allá; pero la política, la que ven cada día, les deja fríos.
Aun así, saben mucho de dignidad porque ser joven hoy no es fácil. Cuesta ver a lo lejos, con el futuro brillando como débil bombilla ahumada por tiempos largos y zafios estos últimos decenios. Los más mayores también deberíamos volver a recuperar ese “soy porque somos” que sentimos en los momentos difíciles y espantaba el miedo.
No es fácil, porque La Complutense que nació hace siglos en Alcalá de Henares y en parte sigue allí, ahora se ahoga por culpa del PP. Es su proyecto e intención, privatizar y luego que los chiringuitos universitarios privados cobren másteres a doblón… El PP de Madrid aumenta el presupuesto para educación, sí. Pero solo tiene dinero para la Concertada y las universidades privadas. De las que un buen número son más bien chiringuitos de ricachos locales para fabricar las futuras quintas de las élites; o bien don propiedad de fondos de inversión que ya han olido el olor a dinero en la Educación Superior. Al igual que en la creación de Residencias privadas o concertadas para la Tercera edad. Eso con el dinero de todos… ¡Despertemos!
Madrid entera, jóvenes y mayores, necesita una movilización como la despertó “el 15-M” en la Puerta del Sol: y más allá de la plaza. Si es que no cabían ya. Venían de fuera a vivirlo, a formar parte de una marea que no sea contra nadie, sino a favor de todos. Yo mismo vine desde Navarra, con el menor de mis hijos con 8 años. Como lo disfrutamos. Había ambiente hasta para él. Aún lo hemos hablado y lo recuerda con esa magia que uno guarda algunos recuerdos. Pero de magia nada. Fue todo muy real y desde allí se llegó al Parlamento. Somos los mismos, solo han pasado los años. Solo así, palpitando, activos y noviolentos, pero con las ideas y los corazones claros esta ciudad volverá a reconocerse en su gente, y su gente, en ella.
Porque gobernar treinta años para beneficio de las élites no es gobernar: es atraer defraudadores confesos y otras gentes de guante blanco, para expoliar o simplemente «conservar» y oponerse a todo. Madrid sólo está dormida. La pregunta es ¿cómo nos despertamos? Tal vez ha llegado la hora de organizar una “mamdaniada madrileña” con imaginación. Como me gustaría que saliese alcaldesa y musulmana o simplemente hija de padres inmigrantes… Para trocharse luego ver que en la c/Genova,13 les da un tarantantán.
Si en España las masas no somos ya como describía Ortega y Gasset haca justo cien años. El «Hombre-Masa» como interpretaba sus tiempos en “La rebelión de las masas”, no es el pobre o el obrero, sino también el individuo que se siente satisfecho consigo mismo, que no exige nada superior a sí mismo, y que, al sentirse parte de una masa, impone sus gustos costumbristas y sus opiniones comunes e inarticuladas sobre toda la sociedad. La cristaliza e inmoviliza, se resiste… «Hombre masa», es también el «señorito satisfecho y bien situado» que goza de los beneficios de la modernidad (derechos, tecnología), sin entender los esfuerzos civilizatorios que los hicieron posibles. Que le hicieron posible a él mismo… Vemos que, en esto, Ortega no era marxista… Miraba adentro del ser humano y tasaba cuántas ganas había comprometerse, por crecer y cambiar la situación del país en términos no-caóticos si no con un proyecto de futuro.
Pero hace cien años de eso. Hemos pasado por una Guerra Civil, una Guerra Mundial, 40 años de Dictadura, la Transición, una lenta reconciliación aun en curso… Si a veces somos como dijo Ortega, pues necesitamos una buena sacudida y caída en cuenta. Que se nos va la vida en bregar y con todo no roban el queso.
Para las próxima Elecciones a la Comunidad de Madrid y Ayuntamiento, saquemos espíritu de las flaquezas y buen humor. Humor como esa gente del Partido “el Perro de dos colas”. No os sonarán ni un poco siquiera porque son de la plomiza Hungría de Vítor Orban. Allí, con su originalidad tanto en propuestas como la puesta en escena, sorprendieron al País entero. ¡Estilazo! (véase su campaña para las elecciones al Parlamento europeo DailyNewsHungary). Si te gusta lo alternativo y ahondar, adjunto aquí quiénes, cómo son y las gastan en el Partido “el Perro de dos colas”, va en PDF. En el 15-M estábamos así. Aquí en Madrid imaginación y alternativa no falta. También hay imaginación y fuerza y estilo. Tenemos por ejemplo a @lucialoism. Es Lucía Lois Méndez de Vigo. Concejala del Grupo Municipal Más Madrid, y miembro de la Comisión Permanente Ordinaria de Políticas Sociales, Familia e Igualdad (Portavoz).

Trabajadora humanitaria, madre, feminista, milenial geriátrica, fan de Roy Kent y concejala de @masmadrid en el Ayuntamiento de Madrid; @lucialoism.
Epílogo
Esto no es una queja, ni un lamento. Es descripción de lo que hay y una invitación a cambiarlo; a renacer, a implicarse, a creer que otra Madrid es posible: más consciente, más solidaria, más humana. Donde la política no sea un trampolín para unos pocos para manotear en el dinero público, sino un instrumento del bien común.
Mientras tanto, EE.UU. no es solo Nueva York. El país que presume de ser el más poderoso del planeta tiene el espinazo roto: nos referimos a los casi 90 millones de estadounidenses viven al borde del abismo. Una avería, una factura médica o un alquiler atrasado bastan para perderlo todo. Así se fabrica la desesperanza: un sistema que sacrifica la dignidad humana en nombre del capital. Luego hay otros tantos millones de ciudadano, que mejor preparados y pagados, están a dos peldaños de lo descrito antes… Eso es lo que les lleva a a votar por una extraña operación mental a gente como Trump o sus émulos a nivel local y federal.
Por eso el mensaje de Mamdani resuena más allá del Río Hudson también En España y Madrid. Lo que ocurre hoy en Nueva York puede ser el espejo de lo que mañana suceda en Madrid si salimos del letargo del conformismo. Ya se nota por el contrario la extensión de la era del capitalismo financiarizado: crece la exclusión, los sueldos no crecen al ritmo de los precios, etc… También aquí la inmensa mayoría vive de nómina en nómina y ahorro cero. Para algunos, «fin de mes» queda tan lejos como las Islas Fiji o empieza el día 15 de cada mes. Ante eso hay que removerse y reaccionar. Las élites en nuestro País copian el guion norteamericano y los cachorros del poder repiten sus consignas de manual.
Pero Madrid no esa turba anónima vengativa, ni «hombre masa». Madrid está cansada, sí, pero sin ira. Ni estamos por sacar guillotina, horcas y teas ardiendo a la calle. Ese no es nuestro talante. La respuesta no es desde o con miedo, sino organización y noviolencia. No se trata de esperar salvadores, sino de levantar, desde abajo, una marea de gente común que recuerde que la política nació para cuidar de lo común. Así que, madrileños, ha llegado el momento de airear un poco el antiguo Palacio de Correo, en la plaza de Cibeles (ahora sede del Ayuntamiento), y cerremos el ciclo de la derecha atrincherada en el Ayuntamiento y la Comunidad. Porque el futuro no se hereda ni mejora solo, se construye.













