Para que tú llegaras, escrito por Claudio Aguilera e ilustrado por Santiago Solís, se suma a la colección Infancia consciente de La Bonita Ediciones, una serie que reúne obras ilustradas que invitan a niñas, niños y adultos a mirar el mundo con sensibilidad, curiosidad y profundidad. En este libro, una niña y su madre viajan hacia la ciudad para reencontrarse con el padre; sin embargo, lo que comienza como un trayecto cotidiano se transforma en una experiencia poética que entrelaza historia, tiempo y movimiento. La obra propone observar nuestra existencia como parte de una larga, larguísima trama colectiva, celebrando la diversidad, la identidad y el asombro ante el universo que habitamos. Su potencia visual y conceptual ya ha sido reconocida internacionalmente, con distinciones como la Shortlist Beijing International Book Fair 2025, Image of Book 2025 a las mejores ilustraciones de no ficción y ha sido seleccionado como uno de los mejores libros para pequeños por la Biblioteca pública de Nueva York.
El universo visual del libro cobra fuerza gracias a Santiago Solís, ilustrador, diseñador y editor mexicano cuyo trabajo ha sido exhibido en más de diez países. Su trayectoria ha sido distinguida con premios como el Premio de la Trienal de Cartel de Mons en Bélgica (2016), el primer lugar del Catálogo Iberoamericano de Ilustración (2010) y el primer lugar del catálogo de ilustración CJ Book de Corea (2011). Solís dirige el estudio de diseño Mano de Papel, el sello editorial Libros de Mano, y es socio en Malpaís Ediciones, consolidándose como una de las voces visuales más potentes del ámbito iberoamericano.
Por su parte, Claudio Aguilera -periodista, escritor e investigador- es una figura clave en la difusión de la literatura infantil y la ilustración chilena. Autor de más de una decena de libros, ha recibido reconocimientos como el White Ravens, Gourmand World Cookbook Awards, Premio Fundación Cuatro Gatos, el Premio Municipal de Literatura de Santiago (2018 y 2024) y el Premio Marta Brunet (2021 y 2024). Su obra destaca por su diálogo honesto con la mirada de la infancia, explorando preguntas profundas sin perder claridad, belleza ni cercanía.
En esta conversación, Claudio Aguilera reflexiona sobre el proceso creativo junto a Solís, el diálogo entre texto e imagen, la importancia de abrir conversaciones significativas con los niños y el lugar que ocupan los libros álbum como espacios de encuentro, imaginación y comunidad.
En Para que tú llegaras planteas la idea de que cada persona es fruto de una larga historia colectiva, casi cósmica. ¿Qué te motivó a llevar esa reflexión -tan abstracta y filosófica- al territorio de la literatura infantil, y por qué consideras importante que los niños accedan a este tipo de preguntas desde pequeños?
Creo que las grandes preguntas están muy presentes en la infancia, ya que los niños y niñas siempre se están interrogando sobre todo lo que pasa en sus vidas. Y cada vez que sienten que la respuesta es incompleta o superficial, insisten porque quieren entender. Ellos más que decir así son las cosas, cuestionan y dicen ¿Por qué son así las cosas? En mi labor cómo escritor de literatura infantil justamente parto de ese tipo de preguntas para intentar volver a mirar desde ese maravilloso lugar, lleno de curiosidad y carente de prejuicios que es la infancia. Porque mi inspiración y motivación es siempre sostener un diálogo con los niños y niñas.
Mencionas que la clave del libro está en el diálogo entre tu texto y las ilustraciones de Santiago Solís. ¿Cómo fue ese proceso creativo conjunto y qué elementos visuales crees que le permitieron a la historia volverse “tangible, cotidiana y cercana” para niñas y niños?
Una de las cosas que más me gusta de hacer libros álbum es que son trabajos conjuntos en los que interviene un equipo de profesionales. Este caso no fue la excepción y el libro se nutrió de la labor de edición de Gabriela Precht y la mirada de la diseñadora Ángeles Vargas. Por su parte, Santiago Solís es un verdadero coautor porque se apropió del texto y lo llevo hacia un lugar que yo no hubiera imaginado: la calle, la ciudad, la vida diaria de una niña. Y eso es siempre sorprendente y creo que es la clave para entender un libro como este que no está en el texto ni en la imagen, sino en el cruce entre ambos. Y me parece maravilloso que sea así, porque justamente este libro habla de eso: que lo grande y lo pequeño están relacionados.
El viaje de la protagonista y su madre puede leerse a la vez como un trayecto familiar concreto y como una metáfora del movimiento constante del universo y de la diversidad humana. ¿Cómo equilibraste estos dos niveles -el poético y el cotidiano- para que convivieran sin perder claridad para el lector infantil?
Me gusta escribir libros que se puedan leer en diversos niveles. Y confío mucho en la capacidad de los niños y niñas de llegar a reflexiones y ver detalles que se escapan a los adultos. Quizá algunos se fijaran en los ratones o los dinosaurios que dibujó Santiago en el libro y otros conectarán con su propia experiencia de un paseo por la ciudad o un reencuentro con un ser querido, y tal vez, después, en una siguiente lectura, encuentren alguna palabra o una frase o una idea que los haga imaginar y reflexionar. Por otra parte, son libros para leer con otros, los lee un adulto con los niños, en la casa o en la escuela, y ahí se dan otras conversaciones que ayudan a descubrir y conversar sobre estas historias.
La colección Infancia consciente invita a mirar temas como migrancia, duelo, diversidad o tecnología desde la sensibilidad de la infancia. ¿Qué significa para ti formar parte de una propuesta editorial que asume que los niños pueden -y deben- dialogar con cuestiones complejas de manera honesta y profunda?
Me emociona mucho ser parte de una colección en la que están dos escritoras que admiro, Ángeles Quinteros y Paulina Jara. Pero soy de la idea que no existen los temas complejos ni tabús para los niños y niñas, y que hay que estar siempre abiertos a posibilitar diálogos en torno a asuntos que son parte de nuestra vida como la muerte, las tecnologías y las migraciones. En la medida que conversemos y demos la palabra a los niños y niñas, los escuchemos y los hagamos participes activos de la sociedad, estaremos construyendo un mundo mejor.
Tu obra ha sido constantemente reconocida por su aporte a la literatura infantil chilena. A partir de tu experiencia investigando e impulsando este campo, ¿cómo ves hoy el lugar de los libros álbum en la formación emocional y ética de la infancia?
No creo que la literatura, de ningún tipo, tenga un deber como formador. Me parece que la literatura infantil que busca educar en torno a las emociones o pretende dar lecciones de ética o de cualquier otro tipo, pierde el rumbo. A mí me interesa que los libros sean un lugar de acogida, un espacio construido con palabras e imágenes que nos lleve a emocionarnos, a reír, pensar, descansar, a conectar con otros o lo que cada uno quiera. Y mi compromiso ético con los niños y niñas que leen mis libros tiene que ver con la honestidad y con el compromiso con que escribo, en el sentido de estar haciendo lo mejor que puedo, dentro de mis limitaciones, para ellos.
En tiempos de velocidad, pantallas y dispersión, Para que tú llegaras propone detenerse, mirar hacia atrás y reconocer que venimos de una trama compartida. ¿Qué esperas que niñas, niños y también adultos descubran -o recuerden- al leer este libro?
Me gustaría que al terminar el libro pensaran en estar larga, larga historia, llena de azares y coincidencias, que nos ha llevado a cada uno a estar aquí, ahora y en este lugar. Un presente y un espacio, que nos pertenece a todos, que se habita y construye en comunidad, y del cual todos formamos parte y tenemos derecho a vivir y disfrutar.













