El documental dirigido por Ana L’Homme sigue la historia de Mauricia Saavedra. Cantora de la zona central que halló en el esta expresión popular un refugio ante los prejuicios por su orientación sexual, y que trabaja por la preservación de este arte.
Desde niña que Mauricia Saavedra se sintió encantada por los versos y los acordes que interpretaba su abuela. Nacida y criada en el interior del campo de la zona central del país, deseaba explorar y sumergirse en ese universo sonoro que acompañaba la vida de tantas mujeres campesinas. Un anhelo que, sin embargo, no fue para nada sencillo de concretar.
Y es que su misma abuela era quien se resistía a compartir dichos conocimientos con ella. Sin embargo, entre porfía y convicción, Mauricia logró ingresar en aquel mundo de historias y versos que hoy, décadas después, la tienen convertida en una de las principales recopiladoras y defensoras de la preservación de estas tonadas.
Rol que es desmenuzado en “Yo no canto por cantar“, documental dirigido por Ana L’Homme y que retrata no solo la relación de Saavedra con el canto, sino también su propio vínculo con las cantoras —en su mayoría octogenarias— que confiaron en sus manos las canciones que preservan los momentos más felices y oscuros de sus propias biografías.
“Siento que ella no quería que yo cantara porque creía que probablemente iba a tener esa misma carga para mí“, confesó la cantora en entrevista con Radio y Diario Universidad de Chile, en una reflexión que se conecta con el simbolismo que subyace a esta práctica.
Tal como se devela en el largometraje de L’Homme, el canto campesino constituye mucho más que una tradición. Por el contrario, se transformó en una vía de escape donde las mujeres campesinas del siglo XIX podían canalizar y resignificar la opresión de la que eran víctimas en tiempos donde los roles de género eran todavía más severos, y que también afectó a su abuela.
“Ella tenía la esperanza de que un día me casara, que tuviera una familia grande y muchos hijos, porque ella había tenido solo una. Tenía todas esas expectativas en mí. Que tuviese muchos hijos, que fuera una mujer con familia, y que, entonces, el hombre no me iba a dejar cantar. Por lo tanto, me iba a reprimir y me iba a pasar lo mismo que a ella. Tenía todo ese prejuicio dentro de su cabeza, por su dolor. Temía que se repitiera la historia“, concluyó Mauricia.
“Unos 15 o 20 días antes de que falleciera, ella me libera. Me cuenta que la vino a buscar su mamá, su suegra y su abuelita. De su abuelita había aprendido el canto. Ahí es cuando me dice que se va a ir con ellas, y que traiga un cuaderno porque quería dictarme unas tonadas. Fue tremendo. Corrí a buscar un pedazo de hoja y empecé a escribir. Cuando ya estaba media complicada, dice: ‘¿Sabe qué? Yo, cuando me vaya, le voy a pedir a Dios que a usted le abra todos los caminos para que siga con el canto’”, compartió. “Ese fue su legado, corto, pero valiosísimo”.
Esto, en una anécdota que refleja el compromiso de Saavedra con la lucha por lograr que el canto popular sea considerado Patrimonio Inmaterial de Chile con investigaciones, entrevistas, recopilaciones y, ahora, con el estreno en salas nacionales de la película —ganadora del festival Inedit y distribuida por Miradoc— el 2 de octubre.

Una suma de encuentros
Durante la misma conversación, la directora del largometraje coincide con su protagonista a la hora de observar el camino recorrido desde la gestación del filme hasta su llegada a los cines. “En realidad, no teníamos ninguna expectativa“, aseguró L’Homeme. “Como es la primera experiencia para mí con un documental largo no tenía idea de lo que iba a pasar con esto. Estaba dispuesta a que fuera un documental que pudiera tener una, dos, tres visualizaciones”.
“La verdad es que han sido puros golpes de suerte, porque también podría haber terminado en un cajón con algunas proyecciones por aquí y por allá. Por supuesto que en la zona del Maule iba a prender, pero que lo haga en Santiago y capaz que en algunas regiones sería maravilloso”, sinceró la cineasta.
Incluso, ambas aseguran que tampoco se trató de una idea como tal, sino más bien de una seguidilla de coincidencias que terminaron por darle vida a este material. “No tenía esa idea de un documental ni nada de eso. En realidad, era el registro que iba haciendo para dejar esto documentado, nada más. Era eso, darle valor al cantor y a la cantora que estaba oculto, sin visibilización, y vivo. Cuando apareció Ana fue, primero, para una entrevista. Le di todo lo que yo sabía, lo que podía, lo que ella quería conocer, y bueno, fue descubriendo esto. Lo hicimos con corazón”, agregó Mauricia.

De hecho, esa misma inmersión en la cultura del canto popular a la que hace referencia la artista representó, para Ana, un factor crucial: “Funciono mucho por intuición, por lo que me llega y lo que no me llega. Y porque no sería capaz de tener 80 horas de filmación y sacar de ahí una hora y media. En realidad, fui filmando lo que me llamaba la atención. Yo también partí con el mismo prejuicio. Pensaba que me iba a encontrar con una cosa distinta. Y de repente se me abre un mundo, la misma gente se abre y, con ellas, una intimidad“.
“Empecé a ver otros documentales que se habían hecho y era todo con una mirada desde afuera, del documentalista diciendo ‘ah, qué pena que esta cultura se pierda, la guitarra traspuesta, cómo es esto, cómo lo otro’. Y no sé cómo, pero logré estar sumergida desde adentro. Nunca me planteé entrar en el mundo campesino, pero me gustaba mucho la Violeta Parra cuando era joven y siempre, cuando escuchaba o veía a alguno de los Parra, me preguntaba de dónde venía ese canto, cómo es posible que haya tanta creatividad. Y de pronto me encuentro en ese mundo. Y me dije ‘investiguemos, estoy en un lugar muy privilegiado’”, añadió la directora.
Pero el vínculo de Ana y Mauricia tampoco fue forzado ni buscado, pues ambas tenían en común a una mujer que ejerció un rol fundamental en sus vidas. “Yo era muy cercana a Paola. Estábamos en un proyecto de transformación social muy fuerte. De hecho, en el plebiscito fuimos una de las líneas de apoderados contra la dictadura. Éramos humanistas verdes en ese momento. Y también teníamos un proyecto de transformación personal: de cambiar y avanzar hacia erradicar la violencia dentro de uno. El tema de la reconciliación en nuestro planteamiento es bastante importante”, dijo L’Homme sobre su amiga, que fue pareja de Saavedra.

“Me pasó que en este proyecto en que yo todavía estoy empecé a ver en la Mauricia la influencia de la Paola. Y me di cuenta de que tenía su legado con Mauricia. Porque la Mauricia cantaba cantos en que le abre futuro a las mujeres, tiene muchas conductas de reconciliación consigo misma. De alguna manera, lo que era nuestro proyecto común con la Paola lo reflejaba la Mauricia. Me pareció que podíamos compartir rápidamente un lenguaje común, porque estábamos de acuerdo en temáticas como la reconciliación, la no violencia, la comunicación directa y humana no interpuesta por roles. En una capa más profunda, diría que es un documental de tres mujeres que se encuentran”, agregó la directora.
Algo que, por supuesto, es compartido. “El canto es liberador, es el que te permite expresarte, decir cosas que no puedes decir en el cotidiano. Por ejemplo, no puedes hablar de la violencia con tu pareja, en el caso de mi abuela o de todas las viejas cantoras que existieron, que convivieron con esa violencia, el abandono, el ser madre soltera. Temas que eran muy delicados y que en el canto los iban soltando”, expresó Mauricia.
“Y Paola, para mí, hasta hoy es un referente muy importante de vida. El otro día una amiga me lo dijo. Hay una Mauricia antes y una después de la Paola. La Mauricia después de la Paola es esta que tú ves ahora: una más resuelta, en cualquier tema, sea el lesbianismo u otra cosa. Ya no me influye la etiqueta. Aprendí con ella a reforzar mi imagen. Siempre me fortaleció eso. Me decía ‘tu imagen no tiene que ver con lo que los demás piensen de ti. Eres tú la que se tiene que sentir libre, liberada. Tú eres la que debe fortalecer eso’. Y me siento así porque ella me formó de esa manera, me ayudó a crecer en eso. Por eso es que esta película, efectivamente, es un regalo de Paola“, afirmó sobre su fallecida pareja.













