Sobre esto ya he escrito pero no hay resultados, de modo que vuelvo a escribir.

Tomo como ejemplo la Ciudad de México (CDMX), que la conozco bien y es una de las peores en materia de tránsito vehicular. En esta ciudad se mueven diariamente 20 millones de personas. No todas viven aquí, pero vienen de los Estados vecinos, principalmente del Estado de México, que colinda con la CDMX.

No sé si en otras ciudades del mundo pasa algo parecido, pero posiblemente sea así. Aquí, mucha gente se demora dos y hasta tres horas en ir de su casa a su trabajo y otras tantas en volver. Están en la oficina o en la fábrica un mínimo de 8 horas diarias y hay que agregarle 6 horas en ir y venir: total 14 horas diarias para poder trabajar. Y ahorita ha estado diluviando todos los días en la CDMX: inundaciones por doquier. Si el agua sube mucho los autos se quedan parados. Si estás en un auto, supongo que hay que salir rápido porque la fuerza del agua después aprieta la puerta y ya no podrás salir.

Anteayer inició el año escolar, imagínense cómo estuvo el tránsito. Miles de padres fueron a dejar y a recoger a sus hijos a la escuela. En la CDMX circulan alrededor de cinco millones de vehículos al día, incluyendo el transporte público y privado, las motocicletas y otros. Cada día hay más autos porque el que puede se compra uno a plazos; es más cómodo, pero no se gana mucho tiempo, pues el tránsito es a vuelta de ruedas.

Entonces, ¿qué hacer?

El gobierno de la CDMX ha tomado diversas medidas para resolver el asunto, pero no ha logrado mayores resultados. El Metro es bueno y barato, pero está repleto, no cabe allí un alfiler y tampoco llega a todos lados, a menudo hay que hacer varias combinaciones. ¿Otra línea de Metro? No, por favor. Bajo tierra hay tubos de agua: potable, servida y tratada. Hay raíces de árboles, cimientos de edificios de 20 pisos, cables; hasta se ha encontrado bajo el centro de la ciudad un pequeño puerto que usaban los aztecas para desplazarse por canales hasta llegar al lago Texcoco. En suma, más Metro es imposible. Y sólo estoy hablando de la CDMX. Otras ciudades de México y del mundo deben ser parecidas, aunque tengan menos habitantes.

Hay una solución fácil e inmediata.

¿Cuál? se preguntarán ustedes. Pues, el trabajo a domicilio. Eso se había intentado hace tiempo, pero no resultó porque no existía internet, ni las computadoras, ni las laptops, ni los teléfonos celulares. Era imposible comunicarse desde la casa a la oficina, a la escuela o a la fábrica. Pero, ahora sí existen las comunicaciones fáciles, todo el mundo está conectado con todo el mundo, hasta los niños lo hacen. Durante la pandemia del Covid19 se aplicó ese sistema en muchos lugares por necesidad, fue todo un éxito y una magnífica experiencia. Claro que hay trabajos que no se pueden hacer en casa, como el de un dentista o un plomero. Pero en muchos otros trabajos sí que se puede.

Cuando se acabó la pandemia, el gobierno de México declaró que había que volver a la normalidad, que es lo que tenemos ahora. Las empresas privadas estuvieron de acuerdo, porque quieren tener a sus trabajadores donde los puedan vigilar. Y parece que el gobierno también. Pero la verdad es que muchos trabajos se rigen por el resultado, no por el tiempo que se toma en hacerlos. Toda la burocracia, sea pública o privada, redacta oficios, informes, recibos, contratos, proyectos, escribe números y se los manda a otro burócrata. Todo esto se puede hacer desde la computadora doméstica o desde la laptop que te deberían dar en la oficina o en la fábrica. Porque no es justo que la gente tenga que emplear en su trabajo, instrumentos propios, como a menudo sucede.

Los niños pueden recibir muchas clases por internet. Mi nieta de corta edad se manejó perfectamente así durante la pandemia. Conviene que los niños asistan a la escuela algunos días, por motivos de disciplina y de sociabilidad. Quizás algunos trabajadores también podrían ir a la oficina o a la fábrica algunos días por las mismas razones o porque es necesario por la naturaleza de sus faenas. Desde luego, los empleados, obreros o campesinos se deben reunir periódicamente para defender sus intereses, esa es la base de la labor sindical y de las luchas populares. El trabajo a domicilio no debe impedirlo. Y bien, se ha calculado que este sistema de trabajo y estudio a domicilio, reduciría en un 50% o más el tránsito de vehículos en la CDMX. Eso se pudo saber y calcular durante la pandemia de Covid19.

¿Y cuál es la experiencia internacional? En general, los países europeos del norte, aunque más pequeños, lideran en teletrabajo, con los Países Bajos a la cabeza. Otros países con altos porcentajes de teletrabajo son Suecia, Luxemburgo y Dinamarca. Todos ellos se acercan al 50% de las personas empleadas, unos más y otros un poco menos. No pongo cifras para no alargarme. Imagínense su ciudad con la mitad de los coches, la mitad de la gente en el Metro, la mitad de la gente en la calle…

¿Qué nos impide hacerlo? Nada. Sólo hay que saberlo, difundirlo, proponerlo, exigirlo si es necesario. Ahorraríamos dinero: no más comidas en la calle, no más gasto en estacionamientos, ni en gasolina ni en mecánicos. Piénsenlo, esto se puede aplicar en cualquier ciudad y en cualquier país y sería un beneficio para todos.