Tras varios días de intensas protestas creativas, informativas y resistentes en el campamento de “Desararmemos a Rheinmetall”, la marcha de clausura, que reunió a más de 3.000 personas en Colonia, fue objeto de graves ataques por parte de la policía desde el primer momento.

Por Peter Vlatten

Todo comenzó con provocaciones, como la repetida detención injustificada del cortejo de la manifestación. Ya desde el inicio, la policía impidió que la marcha arrancara, reteniéndola durante aproximadamente una hora. Las provocaciones continuaron con agresiones contra personas a las que, únicamente por su vestimenta, se les acusó de ir encapuchadas. Finalmente, se intentó aislar al bloque revolucionario anticapitalista. “Poco antes de las seis de la tarde, la policía volvió a detener la manifestación y atacó al bloque situado en la parte trasera con golpes y gas pimienta, con el objetivo de separarlo del resto de la protesta. Hubo varias decenas de heridos.”

A continuación, ese bloque de gente quedó cercado durante horas en un dispositivo policial considerado ilegal por numerosos Tribunales. El vehículo de megafonía fue asaltado y registrado. Entretanto se desplegaron más y más unidades policiales, con cañones de agua y vehículos blindados antidisturbios incluidos. En repetidas ocasiones, los agentes de los grupos antidisturbios irrumpieron en el cerco y sacaron arbitrariamente a manifestantes. Para muchos de los presentes, aquello se parecía más a una “guerra contra los opositores a la guerra” que a una intervención policial. Sin embargo, los manifestantes resistieron unidos y no se dejaron dividir. Numerosos vecinos de Colonia acudieron al lugar para mostrar su solidaridad.

A la observadora parlamentaria que acudió se le prohibió el acceso al área. También transeúntes y residentes que intentaban pasar agua a los cercados fueron acosados por la policía. La asistencia médica a heridos (algunos de gravedad) fue obstaculizada de forma deliberada. Una negligencia que los convocantes califican de “auténtica vergüenza”. El servicio sanitario de la manifestación trabajó sin descanso hasta la madrugada y atendió a un número de personas que podría alcanzar fácilmente “un rango de las bajo, pero de tres cifras”. Varias tuvieron que ser trasladadas a hospitales.

El cerco policial se prolongó hasta ocho horas, a pesar de que numerosa Jurisprudencia considera ese tipo operativo de encapsulamiento policial como una práctica ilegal.

Ya muy entrada la noche, pasada la medianoche, se organizaron concentraciones de solidaridad en las inmediaciones. También estas fueron dispersadas por la policía. A los manifestantes encerrados se les registró e identificó uno a uno, mientras que toda la marcha había sido filmada desde el inicio.

La protesta arrancó y se mantuvo en todo momento pacífica. No sucedió nada reseñable que pudiera justificar semejante despliegue de violencia policial, más allá de incidentes menores o de simples intentos de proteger la integridad física de los propios participantes.

La policía de Colonia había intentado prohibir la protesta antibélica en su totalidad, aunque se vio obligada a permitirla tras una Sentencia judicial. Queda la sospecha de que el objetivo real era provocar incidentes para desacreditar el carácter pacífico de la movilización. Según esta lógica, los violentos no serían los promotores de la guerra, sino quienes se oponen a ella con acciones de desobediencia civil. Para otros, lo ocurrido responde al interés —implícito y nunca declarado— de disuadir a los críticos, y en particular a los anticapitalistas, de continuar protestando contra la industria armamentística alemana y de los sectores que promueven la militarización. En palabras más duras: ‘Se quiere quebrar el ánimo de quienes se oponen a la guerra, sobre todo de aquellos que ponen en la mira el poder y los beneficios de las grandes empresas.’ Todo ello en abierto desprecio de los Derechos fundamentales como la libertad de reunión o la integridad física. Muchos de los presentes sospechan que ambos motivos se combinan. Al final, los opositores a la guerra demostraron ser más firmes de lo que se esperaba, ‘no tan cobardes ni miserables como los policías que los maltratan’. Y la advertencia resuena con fuerza: ‘Alemania, te deslizas cada vez más hacia la derecha; y a la cabeza de ese movimiento, la Policía’.

¡Protestad y mostrad solidaridad!

¡Condenamos y nos indignamos ante la conducta de la policía de Colonia. Las y los manifestantes, frente a unos ataques brutales e injustificables, mantuvieron una disciplina ejemplar. Con valentía defendieron el derecho a luchar por un mundo sin hegemonías ni guerras!

Foro Sindical de Izquierda de Berlín