Por Ana Lucía Calderón

Esta fecha es recordada por múltiples e históricos acontecimientos, como el Golpe Militar en Chile que derrocó a su legítimo presidente Salvador Allende en 1973 o el ataque a las Torres Gemelas de New York en el 2001. Y en este 2025 nos recibe con un mundo conmocionándose a gran velocidad.

A nivel geopolítico suceden fuertes cambios, tormentas y tempestades que desde hace décadas muchos esperábamos. Les rogamos a nuestros lectores que hagamos el ejercicio de leer, analizar o reflexionar sobre estas noticias, tratando de ser observadores equilibrados, mejor dicho, sin histerias. Es comprensible que la emoción tantas veces nos supere, pues la injusticia provoca reacciones emocionales, pero al igual que en la vida personal si uno decide o piensa y dice con emoción, generalmente comete errores. Quienes gobiernan, quienes deciden, quienes manejan las grandes corporaciones y el capital financiero nunca, pero nunca son dominados por la emotividad, por el contrario, son psicópatas que tienen todo bajo control y analizan como máquinas, las decisiones, con números, con frialdad absoluta. No tenemos que alcanzar tal grado de insensibilidad por supuesto, pero ante la furia por ejemplo, se conoce la ética del ser humano. ¿Cuánto de límites éticos tenemos a nivel personal, cuánto trasgredimos y bajo qué parámetros?

Uno de los impulsos que tuvimos para volver a escribir, después de que se nos acusara de ser sionistas, incluso nos han dicho que somos mucho peor que «sionistas», otros sostienen que somos pacifistas, etc, fue precisamente esa falta de conciencia y claridad política que observamos en el público que se interesa por buscar la información de lo que pasa en el planeta.

Existe un verdadero interés, la gente quiere entender, quiere saber. Pero los medios de comunicación sólo ofrecen burda propaganda o información descontextualizada y sobre todo, ofrecen muchas noticias con odio profundo que al final es una incitación muy peligrosa hacia al fascismo. Para nosotros lo antisoviético y anticomunista, lo anti-ideológico engendra peligrosos odios que terminan en la solicitud extrema de pretender eliminar a quien nos estorba. En nuestros artículos cree el humanismo y el ser humano.

En la magia transformadora de la imaginación, la creación, del saber y del altruismo. Creemos que el ser humano puede ser mejor y tender hacia el bien común, más allá de que haya nacido en donde haya nacido. Estamos en contra de los señalamientos vacíos de lo que hoy resignifican palabras que sirven para acusar de todo lo malo a alguien: es judío, es socialista, es sionista, es comunista, es derechista, es izquierdista, es islamista, es ateo, masón, etc. Esas definiciones no significan nada sin contexto, o como una nueva característica que según sea el uso que se utilice para identificar un defecto o una virtud. Es vacío. Porque la gran crisis actual radica es en la desposesión de nuestros símbolos y del lenguaje. Impresiona el uso de vulgaridades y malas palabras de los que se autodenominan comunicadores, de las personas que escriben en los chats, no solo genera ambientes violentos, incómodos y ruidosos sino que no tiene sentido. Si le decimos groserías a todos, cuando tengamos que utilizar el madrazo con intensión, cuando queramos gritar de ira, cuando sea pertinente hacerlo, ¿qué palabras usaremos? Nada, no hay ninguna para lograr la catarsis, porque todo es cotidiano, fácil y está constantemente en nuestro pensamiento: mierda, mierda, mierda, con todos sus diversos sinónimos y cuando vemos la caca, ¿cómo le decimos? Pues así sucede con la muerte y con todo lo grave en el mundo. Y lo han hecho intencionalmente. Al sistema le convino mucho abrir la caja de pandora de todo lo peor para que al ver «lo peor», nunca supiéramos qué es lo peor, ni tuviéramos proporción.

Llegan noticias de protestas en Indonesia, en Serbia, luego en Nepal quemaron a la esposa del primer ministro, en Francia hay protestas, represiones policiales, eventos vandálicos, en Gaza siguen los bombardeos, el desplazamiento de su población, y así mil sucesos violentos y evaluados bajo el mismo prisma.

Si es cierto que los interesados en beneficiarse de todo esto suelen ser los mismos de siempre, no quiere decir que haya que unificar todo en un mismo «mal», por llamarlo de alguna forma. Porque el problema del pensamiento dual, lineal, poco abstracto es el de no poder entender que en la vida existe tal complejidad y variedad de circunstancias que a cada suceso lo acompañan múltiples posibilidades y una rica gama de elementos.

Ojalá fuera esta crisis una lucha entre el bien y el mal y ya todos identificáramos quiénes son buenos y quiénes malos. Eso se llama infantilismo y se supone que cuando el cerebro y el pensamiento van madurando logra profundizar y complejizar las ideas, conoce que existe la paradoja, que lo absoluto no lo es del todo y que lo relativo depende de. Así le pasa a la humanidad.

El siglo XX pasó, creímos que aprendimos de él, y el siglo XXI nos trae otros retos para el pensamiento, no sin dejar de recordar que llevamos una historia a cuestas. No hay absolutos aunque hay absolutos. Un ser humano que no construye una ética y que solo alcanza el nivel de la moral, y hasta quiere trasgredir la ley pero sin entender lo que eso significa a nivel ético, no entiende nada. Un «antisistema» qué sistema desea construir si no se hace así mismo antisistema desde su práctica y no me refiero a no comprar en la tienda, me refiero a los cambios en su pensamiento, ahí hasta donde el sistema ha dejado instalado un odio estúpido, obtuso, que no le permite superarse.

El peor mal del pobre está en el resentimiento, en el complejo que la sociedad le ha heredado y si es capaz de reconocerlo y con eso hacer algo entonces se potenciará. Los pueblos son ejemplo de eso, cuando tienen un objetivo superior, un ideal, son una fuerza imparable, pero no solo de violencia sino de construcción.

Estamos viviendo un momento crítico, quizás una hecatombe geopolítica, social y económica ha comenzado y sólo quien guarde la calma, mantenga su corazón ardiendo pero la mente fría para saber decidir y razonar, podrá lograr algo. Vamos juntos a hacerlo amigos, opinen, comenten y compartan para que nuestros textos sean solo un medio para intuir cómo alcanzar la claridad entre tantas sombras.