Conmemoración 80 años
Bastaron unos segundos para que se perdieran miles de vidas, no alcanzaron a reaccionar, ni saber que su vida se extinguió en ese instante.

En agosto de 1945 EE. UU. demostró al planeta, entero, que tenía el arma más poderosa hasta el momento construida, la Bomba Atómica, usándola contra la población civil.

Hiroshima y Nagasaki, fueron las ciudades elegidas para demostrar la supremacía de la barbarie que acontecía a nivel mundial. Hoy a exactamente 80 años de aquel genocidio, la amenaza sigue latente, como una sombra amenazante sobre las nuevas generaciones.

La ciudadanía mundial tiene la obligación moral y ética de levantar la voz y ponerse en acción para impedir que a futuro las nuevas generaciones tengan qué conmemorar una nueva y fatídica fecha de aniquilación de seres humanos en algún punto del planeta, producto de la forma más groseras de las violencias.

El poderío nuclear ha sido socializado y compartido entre Estados y gobiernos que ven en este la forma de no ser atacados ni invadidos, resguardando sus fronteras y defendiendo intereses, así este no es solo un instrumento de guerra, es una estructura simbólica de poder, amenaza y valores, en los que la vida humana está en último lugar.

Silo, pensador y fundador del Movimiento Humanista, formuló un sistema de pensamiento que recoloca al ser humano en el centro de los valores y la transformación social. En su libro “Cartas a mis amigos”, afirma “Este humanismo sostiene que nada está por encima del ser humano y que ningún ser humano está por encima de otro” y además afirma que “La violencia es el comportamiento físico, económico, racial, religioso, moral y psicológico que se impone sobre los otros”.

Status nuclear mundial al 2025
Desde agosto de 1945 cuando Estados Unidos mostró al mundo el horror de las armas nucleares, la primera de destrucción masiva del siglo XX, el mundo fue testigo de una carrera desquiciada: ser parte del club de potencias nucleares. Para estupor de Washington y curiosamente también el mes de agosto, pero de 1949, la URSS detonará su propio juguete atómico en Kazajistán. El pánico recorrió la Casa Blanca y el Pentágono, sólo 4 años habían necesitado sus rivales ideológicos para ser una potencia atómica, demostrando la capacidad de sus científicos (y de sus servicios de inteligencia que lograron infiltrar el propio proyecto Manhattan). Esto fue el puntapié de una carrera armamentista que desangraría al mundo por décadas, porque las antiguas potencias coloniales de Europa que formaron parte del bando aliado durante la segunda guerra mundial, también hicieron el colosal esfuerzo en ser parte de la nueva élite nuclear.

Así Reino Unido y Francia también desarrollaron su armamento nuclear. La sorpresa vendría de oriente, cuando en 1964 la subdesarrollada, pero vasta y superpoblada República Popular China realizó su primera detonación nuclear.

Las fricciones de la guerra fría fueron en aumento, y si bien Estados Unidos y la URSS se enfrentaron indirectamente en distintos puntos del planeta, hubo un punto de inflexión, el año en que se estuvo al borde del choque frontal. En 1962, la crisis de los misiles en Cuba fue el momento en que la pesadilla de la guerra nuclear, directa y total, estuvo a punto de convertirse en realidad. Al final la crisis se resolvió con intensas negociaciones y algo cambió en las dirigencias de las superpotencias, las cuales por primera vez tomaron conciencia de que la guerra nuclear era el boleto al apocalipsis. Luego de la crisis surgieron mecanismos de diálogo, quizás el más conocido es el “teléfono rojo”, el cual en realidad era una línea directa de comunicación cifrada entre ambas superpotencias. Luego en 1968 se establece el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TPNA), el que reconoce y restringe la posesión de armas nucleares a solo
5 potencias: Estados Unidos, la URSS (actual Rusia), Reino Unido, Francia y la República Popular China. Además, promueve la no-proliferación, el desarme y el uso pacífico de la energía nuclear.

La acumulación, moratoria y las nuevas sorpresas
Se estima que a finales de los años ochenta se llegó al peak de acumulación de armas nucleares con más de 60.000 (Estados Unidos 23.000 y la Unión Soviética 39.000) (fuente ONU). Al finalizar la década de los ochentas, la URSS ya se encuentra sumida en una crisis terminal, las causas son varias, pero sin duda el desgaste de la carrera armamentista horadó su capacidad económica y las grietas comenzaron a resquebrajar el sistema completo. Antes de su disolución la misma URSS propone una moratoria sobre ensayos nucleares, lo cual fue acordado con Estados Unidos y Reino Unido. Más tarde se sumarían Francia y China, sin embargo, entre 1998 y 2017 surgen nuevos ensayos nucleares, esta vez por parte de países sin desarrollo económico o industrial de importancia como la India y Pakistán y otra nación pobre, como Corea del Norte. Pero eso no es todo, otro pequeño país en el más estricto secreto: Israel. Este país conocido por su desarrollo tecnológico y militar, aliado estratégico de Estados Unidos no confirma ni desmiente las sospechas, sin embargo, un ingeniero nuclear que trabajó en una planta nuclear israelí confirmó las sospechas en una entrevista a The Sunday Times en 1986. El ingeniero fue secuestrado por agentes del Mossad y llevado a Israel donde fue juzgado por traición, siendo condenado a 18 años de prisión.

Actualmente se calcula que existen alrededor de 12.100 armas nucleares en el mundo. Según la Federación de Científicos Estadounidenses las cifras estimadas serían: Rusia con 5.997, OTAN con 5.943 (EE.UU.: 5.428, Francia: 290, Reino Unido: 225), China con 350, Pakistán 165, India con 160, Israel con 90 y Corea del Norte con 20. Poder destructivo: las ojivas nucleares tienen distintas potencias medidas en kilotones. La bomba usada en Hiroshima, y que terminó con la vida de 146.000 personas, fue de 15 kilotones. Hoy existen ojivas nucleares que superan los 1.000 kilotones. Esto da una idea del poder destructivo del actual arsenal nuclear.

Acciones de la sociedad civil por la paz logran que la comunidad internacional prohíba las armas nucleares
Tras décadas de activismo contra la amenaza nuclear, en 2017 la mayoría de los países del mundo aprobaron un tratado histórico para prohibir este tipo de armamento, considerado el último de destrucción masiva sin una prohibición total. El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, impulsado por la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) y negociado en la ONU con la participación de 135 naciones, veta su desarrollo, producción, posesión y uso, así como la instalación de arsenales extranjeros en territorio nacional.

El acuerdo, jurídicamente vinculante para sus Estados parte, también exige la asistencia a las víctimas y la descontaminación de zonas afectadas, reconociendo el impacto desproporcionado en mujeres, niñas y pueblos indígenas. Adoptado el 7 de julio de 2017 y abierto a firmas desde septiembre de ese año, entró en vigor con los quorum requeridos en el derecho internacional, el 22 de enero de 2021. Hasta la fecha, cuenta con 94 Estados signatarios y 73 Estados parte, y sigue abierto a nuevas adhesiones; por cierto, se espera la caída en cuenta y firmas del norte global (el más amenazado por un posible desastre nuclear) y la de los países con armamento nuclear, que cuentan en este tratado levantado por la porfía de la sociedad civil, con una vía concreta para desalinearse de una participación directa en un desastre humanitario y ambiental devastador.

 

Redacción colaborativa de M. Angélica Alvear Montecinos, Guillermo Garcés Parada, César Anguita Sanhueza, Ricardo Lisboa Henríquez. Sandra Arriola Oporto y Claudio Medina Briones.
Comisión de Opinión Pública