Torre Pacheco fue noticia de apertura de los telediarios durante toda la semana. “Violencia e irracionalidad”, “caza al magrebí”, estas y otras expresiones se escuchaban en las crónicas.
Pero todo sucedía en Torre Pacheco, una villa de unos 40.000 habitantes donde casi un tercio es extranjero (mayoritariamente del Magreb/Marruecos, y otras partes de África, y también Sudamérica). Es el caso de un pueblo rural pegado a la vida del campo, vivió consternado una semana crítica. Viendo su topónimo asociado a una cadena de sucesos que demuestran cómo el odio puede fabricarse y amplificarse en el entorno digital, hasta alcanzar delirios que pueden acabar en lo peor. Lo que empezó como un lamentable incidente puntual, fue distorsionado desde el primer momento en un video fake, que derivó en disturbios alentados desde fuera. Aunque debemos añadir que finalmente la comunidad resistió: un ejemplo de respuesta serena y tranquil al estilo peninsular, cosa a tener en cuenta.
Recordemos Southport (2024), en el noroeste de Inglaterra, donde una agresión mortal se convirtió en el epicentro de una ola de disturbios que, amplificada por noticias falsas, desató una generalizada caza al extranjero. Lo que comenzó como indignación local se transformó en violencia callejera, reflejo de un descontento social acumulado por años de falta de políticas para las clases más vulnerables y en riesgo de exclusión.
Una chispa explosiva
La agresión a Domingo Tomás Martínez, un vecino de 68 años de Torre Pacheco, ocurrió alrededor de las 6 h de la mañana del miércoles 9 de julio de 2025, cuando salía a pasear cerca del cementerio local. Fue derribado y golpeado brutalmente por un grupo de jóvenes, presuntamente de origen magrebí, sin mediar provocación ni robo alguno. Ese mismo miércoles, la policía localizo y detuvo a tres sospechos. Este triste hecho sirvió de detonante. Minutos después apareció un vídeo manipulado, figurando ser la paliza que le dieron a Domingo, que se difundió masivamente en redes junto a audios incendiarios. Canales de Telegram como “Deport Them Now UE” llegaron a convocar abiertamente a “dar caza” al magrebí.
En el el HuffingtonPost pudimos leer como la comunidad magrebí, culpabilizada indiscriminadamente, se preparó quedándose en casa o si acaso protegiendo sus barriadas (ElHuffingtonPost). En otros medios como “El Pais”, se cubre la noticia sin diferenciar claramente qué está pasando, eligiendo una calculada equidistancia editorial que ya da qué pensar. La Cadena Ser también le dedico amplios espacios, de talante bastante más informativo de los hechos y cómo se fueron “encadenando” hasta la situación surgida.
En cualquier caso, en medios y redes se imputó sin pruebas y se señaló como culpables, de forma anónima, a personas por su origen. Falsedades cuidadosamente elaboradas y difundidas encendieron la mecha en un pueblo de 40.000 habitantes, desde lejos. Lo que siguió tuvo el perfil inquietante de un intento de pogromo: una violencia colectiva orientada a castigar a un grupo étnico, azuzada por odio y desinformación.
Incitación externa
El viernes desembarcaron en el pueblo grupos ultras y hooligans, junto a individuos con antecedentes, todos forasteros sin vínculos locales. Desde entonces, políticos, influencers y medios de extrema derecha —incluidos VOX y Alvise Pérez— amplificaron bulos a través de redes y declaraciones públicas, avivando el odio y la polarización. El PP, por su parte, osciló entre llamamientos a la calma y mensajes que reforzaban la narrativa xenófoba, según la coyuntura y la voz que hablara.
Primera noche: el caos
La madrugada del viernes al sábado fue violenta: destrozos en comercios, coches volcados, vecinos aterrados. El relato político y mediático creó una tormenta perfecta para la violencia importada. A partir de la agresión al vecino del pueblo, Domingo, de 68 años, que aunque sufrió heridas en un ojo, afortunadamente ya se recuperaba sin secuelas graves. Con todo, en una entrevista con TVE expresó su deseo de que todo hubiera sido “solo un mal sueño”, negó que el video fake fuera de su agresión y reivindicó que “en Torre Pacheco no hay odio”. Mejor calidad humana no cabe pedir.
La segunda víctima, por tanto, fue “la verdad” sobre quiénes fueron los autores materiales, porque y cómo, o de donde procedían. La Ertzaintza detuvo en Rentería (Guipúzcoa) a Issam B., de 19 años, acusado de ser el agresor material el mismo miércoles. Estaba intentando huir a Francia y fue detenido con antecedentes por robo con violencia. El Juzgado decretó prisión provisional sin fianza. Todo esto ello bajo la cautela de lo que la Justicia aún debe esclarecer y la presunción de inocencia, etc. En el resto de los participantes no nos vamos a entretener, ya por los Medios de comunicación la crónica quedó completada.
Segunda noche: el pueblo resiste
El sábado, los instigadores externos a la realidad y el día a día de Torre Pacheco intentaron revivir el caos e incendiar la noche.
Pero la comunidad real y la templanza de los pachequeros (españoles “de toda la vida”, más la población magrebí local y el resto de inmigrantes) respondió con silencio y rechazó cooperar o secundar los ánimos incendiarios. Solo acudieron a la convocatoria agitadores reclutados desde fuera: grupos ultras, hooligans e individuos con antecedentes penales, sin vínculo alguno con Torre Pacheco. Esta movilización fue impulsada desde plataformas digitales y canales de Telegram por organizaciones como Deport Them Now y figuras como Daniel Esteve (Desokupa) o Roberto Vaquero (Frente Obrero), promotores de discursos xenófobos que buscan generar conflicto como espectáculo.
En todo ello, ni las fuerzas del orden, ni la prensa se libraron del hostigamiento, sufriendo agresiones verbales y acoso por parte de estos agitadores, que rodearon e insultaron a los periodistas durante la cobertura.
El intento de pogromo no fue secundado por la gente del propio pueblo y la violencia no se extendió; el fracaso fue estrepitoso (Acción Contra el Odio).
El motor del odio: mecanismos y responsabilidades
Algoritmos que premian el conflicto y lo “monetiza” o rentabilizan
Las redes favorecen el contenido extremo, generando ingresos por publicidad, sin reparar en el daño social. Recordemos el caso de los masivos disturbios de Southport. Los posteriores estudios sociológicos y políticos británicos ya advertían sobre este fenómeno (Reuters) y (TheGuardian) y su recurrencia en otros puntos de Europa.
Aunque la gravedad de los resultados finales depende del lugar y de la situación (o biografía del lugar de los hechos), el esquema siempre es el mismo: desinformar e incendiar los ánimos. Algunos medran así en el conflicto desde el punto de vista político o social (sean meros influencers, violentos al uso, o políticos), y las redes o los algoritmos ganan en lo que las redes están diseñadas para ganar: extensión, visitas, clicks, banners, publicidad y pescar en rio revuelto. Plataformas que inocentes no son y además no pagan impuestos en Europa.
Agitadores organizados
Grupos ultras y figuras políticas e influencers aprovechan, por tanto, estos incidentes aislados para generar caos y promover agendas xenófobas y ganar en visibilidad. Torre Pacheco no fue una excepción en el arranque en Redes. Fue excepción en la calmada respuesta a la provocación instigadora por parte de sus habitantes .
Bulos como gasolina para subir la temperatura
Videos falsos e imágenes manipuladas fueron el detonante del pánico. El propio ministro del Interior tuvo que salir a aclarar que el video “causante de la ola de violencia” era un fake, cosa que casi se supo antes fuera del España (InfoMigrants). Otros medios fueron aclarando algo el panorama en este artículo (ElPaís) para finalmente continuar con su estudiada equidistancia “La inmigración ahonda la grieta entre bloques en la política española”, o “El Gobierno despliega datos para defenderla mientras el PP exige respeto a las costumbres españolas y Vox apoya que haya quien se tome la justicia por su mano” (ElPaís.es). Hemeroteca hay mucha más.
Modelo de negocio tóxico
Las plataformas obtienen beneficios económicos del contenido polarizador sin asumir responsabilidad. En Reino Unido y Europa se exigieron reformas en los algoritmos a los responsables de las plataformas y redes, tras los sucesos en Southport de 2024. En essencia muy parecidos a Torre Pacheco y apuntando claramente a la actuación de las Redes inflamando los ánimos. (TheGuardian). También el Comité de investigación del Parlamento de UK, tras el estallido social de Southport, concluye en una pregunta retórica muy a la inglesa “¿Fueron tal vez las redes sociales quienes promovieron la desinformación durante los disturbios del verano de 2024?”. Como lector uno llega a la conclusión inequívoca de que sí, las redes juegan un papel instigador y bien podría ser lo contrario si informasen de la verdad y los hechos.
En clave europea: no es un caso aislado
El modus operandi se repite en toda Europa. En el verano de 2024, tras un asesinato en Southport (UK), distorsiones sobre la identidad del agresor —acusado falsamente de ser “migrante musulmán”— desencadenaron disturbios similares. En países como Alemania, Bélgica y Holanda, incidentes aislados han sido magnificados con idéntica receta de odio. Hay hemeroteca de sobra para fundamentar el hecho.
Conclusiones y enseñanzas del incidente en Torre Pacheco y hechos diferenciales
El odio fue fabricado y amplificado: Mentiras digitales y algoritmos, combinados con convocatorias externas, desencadenaron la violencia. Oportunismo político de partidos, formaciones y grupúsculos de ultraderecha que fracasaron en su intento provocar la turbamulta.
El pogromo fracasó: La segunda noche demostró que un pueblo puede desmarcarse de la violencia inducida desde fuera.
Vigilancia y regulación digital son urgentes: Los algoritmos del odio necesitan límites para evitar que mentiras se conviertan en armas y torrentes de indignación basadas en mentiras o medias verdades.
Reforzar la convivencia es prioridad: Combatir la xenofobia real y digital exige educar, legislar y fortalecer el tejido social. Como ciudadanos debemos aprender a distinguir la noticia de la agitación o los mensajes manipuladores y falsos.
Torre Pacheco debe ser una advertencia temprana.
El peligro no es la diversidad de gentes en el pueblo. Allí se vivía en paz. El peligro es dejar que redes, regidas por legislaciones extra-europeas (en realidad sometidas la laxa legislación estadounidense que de facto tiene aplicación extraterritorial coercitiva. Es decir, si te opones sufrirás las consecuencias). Las redes sin control, entendido al modo europeo, conviertan mentiras en linchamientos y el odio en negocio. En Torre Pacheco la convivencia ganó la batalla en el asfalto, pero la guerra se sigue libra en las Redes y demás máquinas de influencia social y sus fábricas de narrativas que apenas tienen contacto con los hechos.













