Por Ramón E. Rojas Hernández*
El pasado 5 de junio, el puerto de Santa Cruz de Tenerife fue testigo de un acontecimiento significativo con la llegada del Peace Boat, un crucero operado por una ONG internacional dedicada a la promoción de la paz y los derechos humanos. Desde su creación en 1983 en Japón, esta iniciativa ha traspasado fronteras, llevando un mensaje fundamental: la imperiosa necesidad de avanzar hacia el desarme nuclear y consolidar un mundo en el que la erradicación de las armas nucleares no sea solo un ideal, sino una realidad. A bordo de esta embarcación, que funciona como un aula flotante, se fomenta el diálogo intercultural y la educación sobre cuestiones de paz y justicia global.

El Peace Boat no es simplemente un medio de transporte turístico, sino una plataforma de transformación social y aprendizaje. Tres veces al año, durante sus extensos recorridos de tres meses, el barco se convierte en un espacio de convivencia e intercambio, donde personas de diversas edades y nacionalidades participan en talleres, conferencias y encuentros con quienes han vivido en primera persona las consecuencias de la guerra nuclear. Desde 2008, más de 170 hibakusha—sobrevivientes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki—han sido invitados a compartir sus experiencias, contribuyendo a la construcción de una conciencia global orientada a la eliminación definitiva de las armas nucleares.
Sus testimonios, cargados de una dolorosa memoria y marcados por el sufrimiento causado por la devastación atómica, constituyen una advertencia ineludible sobre los riesgos que enfrenta la humanidad. Más allá de las imágenes históricas, cada relato revela historias de resiliencia y determinación, protagonizadas por quienes, pese a haber experimentado momentos de profunda desesperación, hoy alzan la voz con una convicción firme: “Nunca más”. Su mensaje, impregnado de esperanza, nos invita a asumir un compromiso inquebrantable con la paz, dejando atrás un pasado de destrucción para construir un futuro basado en el respeto y la seguridad global.

El llamado a la reflexión y a la acción contra el armamento nuclear ha resonado en diversas organizaciones que comparten el compromiso con el desarme. Entre ellas destaca Nihon Hidankyo, una entidad fundada en 1956 y conformada por sobrevivientes de los bombardeos atómicos. Durante más de siete décadas, sus miembros han mantenido una labor constante, llevando su mensaje a foros internacionales, participando en negociaciones multilaterales, delegaciones ante Naciones Unidas y campañas de concienciación dirigidas a fomentar medidas efectivas contra la proliferación nuclear. Su incansable activismo ha sido reconocido con el **Premio Nobel de la Paz 2024**, un galardón que simboliza el esfuerzo colectivo por un mundo libre de armas nucleares.
A lo largo del tiempo, los esfuerzos por el desarme nuclear han trascendido fronteras y generaciones, reflejándose en tratados internacionales como el **Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP)** y las negociaciones para la limitación de armas estratégicas. Sin embargo, pese a los avances logrados, la amenaza persiste, con arsenales en constante modernización y nuevas naciones integrándose a la carrera nuclear. Las enseñanzas del pasado, ilustradas en imágenes impactantes y relatos personales, nos recuerdan el costo incalculable de un conflicto nuclear y subrayan la importancia de cada acción orientada a la concienciación y prevención.
La reciente visita de Peace Boat a Tenerife representó una oportunidad única para acercar este mensaje a la comunidad local. En colaboración con el **Centro Nobel de la Paz**, la embarcación acogió exposiciones interactivas y talleres educativos que abordaron de manera accesible las consecuencias humanas y ambientales del armamento nuclear. Fotografías conmovedoras, incluidas algunas captadas por **Antoine d’Agata**, lograron transmitir la esencia de la resistencia y la valentía de los sobrevivientes. Esta exposición no solo puso de manifiesto el impacto devastador de la tecnología nuclear, sino que también avivó una llama de esperanza, evidenciando la resiliencia del espíritu humano ante la adversidad.

Durante la reciente escala del Peace Boat en Tenerife, visitantes de todas las edades, desde jóvenes estudiantes hasta adultos mayores, tuvieron la oportunidad única de escuchar en primera persona los testimonios de quienes han experimentado los efectos devastadores de la guerra nuclear. Dos hibakusha—sobrevivientes de los bombardeos atómicos—compartieron sus vivencias con la comunidad:
ITO Masao, nacido el 31 de enero de 1941 en Hiroshima, tenía apenas cuatro años cuando la bomba atómica fue detonada sobre su ciudad natal.
KURAMORI Terumi, nacida el 8 de enero de 1944 en Nagasaki, fue expuesta a la explosión nuclear cuando aún no había cumplido su primer año de vida.
Sus palabras subrayaron un mensaje crucial: la guerra nuclear no representa una victoria, sino una tragedia moral y existencial de proporciones incalculables. Estos encuentros se diseñaron con un propósito claro: democratizar el debate sobre la proliferación nuclear y sensibilizar a la ciudadanía sobre la responsabilidad colectiva de abogar por un futuro libre de armas de destrucción masiva.
La labor del Peace Boat, en conjunto con diversas instituciones y movimientos antinucleares, evidencia que el desarme nuclear no es solo un imperativo estratégico, sino también un compromiso con la «justicia, la solidaridad y la supervivencia» de las generaciones futuras. En un contexto donde las potencias nucleares continúan perfeccionando sus arsenales, la voz de los sobrevivientes y de los activistas por la paz cobra una importancia vital. Cada testimonio, exposición y diálogo representa una oportunidad para abrir conciencias y generar un cambio tangible en la percepción global sobre los riesgos de armarse permanentemente.
La llegada del Peace Boat a Santa Cruz de Tenerife simboliza más que un evento aislado: es parte de un «viaje colectivo hacia una nueva conciencia global» que rechaza el uso de armas de destrucción masiva y promueve el diálogo, la educación y el compromiso ciudadano con la paz y la no-violencia. Este acontecimiento nos recuerda que la paz no es simplemente un destino a alcanzar, sino un «camino continuo», construido día tras día con la determinación de evitar que los errores del pasado se repitan.

La visita del Peace Boat y sus actividades en Tenerife encarnan la esperanza y el esfuerzo colectivo por transformar el futuro. La cooperación entre organizaciones internacionales y locales, la transmisión de testimonios de quienes han enfrentado la devastación nuclear y el intercambio cultural enriquecedor de cada travesía forman la base de un mundo más seguro y justo. En este viaje hacia la paz, cada iniciativa cuenta, cada mensaje resuena y cada voz—desde los hibakusha hasta los participantes de la misión—se une en un clamor común: sustituir el legado de destrucción por una senda de entendimiento y cooperación.
La historia nos muestra que, pese a las tragedias del pasado, el futuro aún puede «ser reescrito» mediante acciones firmes y conscientes. La experiencia vivida en Tenerife es una invitación a la reflexión y a la acción: a ser protagonistas de este cambio global, a fomentar el aprendizaje, la solidaridad y la no violencia como pilares fundamentales para la construcción de un mundo libre de armas nucleares. Cada testimonio y cada esfuerzo fortalecen la convicción de que la paz es el único camino viable y que, unidos, podemos garantizar que el horror nuclear jamás vuelva a amenazar a la humanidad.
*Ramón E. Rojas Hernández es humanista y activista por la paz y la noviolencia













