24 de junio 2025, El Espectador
El fracaso de la política y el poder de lo perverso tienen a millones de personas sumidas entre bombardeos y crueldades inhumanas. Mientras oriente arde por el fanatismo de los dementes de uno y otro lado, Colombia sigue en estado de conmoción política y afectiva, en un pulso continuo entre el miedo, la esperanza y la decepción.
Hoy pensé que necesitábamos una pausa, tomar aire y reconocer la belleza que sucede a pesar de la horrible noche. El arte es una tregua y la de hoy nace en Manolo Cruz, un colombiano al que le corre el alma por las venas. Un actor y director de cine a quien la película La Ciénaga, entre el mar y la tierra le costó 23 meses de trabajo, varias hospitalizaciones, un palafito y toda una vida de actor, y conseguir cada peso para convertir el proyecto en realidad.
Cuando la película termina, uno queda sumergido entre la magia y la ternura, y parece increíble que afuera “el mundanal ruido” siga girando perturbado y egoísta, solitario en medio de una multitud de otras y otros.













