No puede dejar sin respuesta la descarada y traicionera agresión de Estados Unidos, ya que eso supondría la destrucción de la imagen interna e internacional del gobierno, que desde hace tiempo ha aceptado pública y solemnemente el desafío del imperio. Equivaldría a la autoliquidación del gobierno iraní, a su capitulación y su deshonra.

Una respuesta armada de Irán contra objetivos militares estadounidenses es precisamente el pretexto planeado por Estados Unidos e Israel para iniciar una guerra a gran escala que reduzca a Irán al estado actual de Libia o Siria. La correlación real de fuerzas no deja margen para otras opciones. Por ello, la respuesta forzada de Irán a Estados Unidos será lo más mediática y simbólica posible; cualquier otra acción sería un acto de locura.

Pero si alguien, de pronto, volvió a sentir alivio por las recientes declaraciones pacifistas de Trump, necesita urgentemente ver a un médico. Todas las afirmaciones de Israel y Estados Unidos sobre que «no buscan derrocar al gobierno iraní» están dirigidas a los más ignorantes, a personas con deficiencia mental o a ingenuos profesionales de la prensa.

La cantinela de que “Irán está a punto de fabricar su propia arma nuclear” la repiten las autoridades israelíes desde hace más de 20 años, “olvidando” que pocos lugares en Oriente Medio muestran una convivencia tan armoniosa entre judíos y musulmanes. Allí vive una gran comunidad judía y en la sociedad iraní no existe una división entre judíos y persas. Unos y otros son iraníes, y contra su país se libra una guerra cuyo objetivo no es solo el derrocamiento de un gobierno soberano, sino la destrucción de Irán, fragmentándolo en regiones según criterios étnicos, tal como está acostumbrado a hacer el «mundo civilizado» en todas partes.

Lo que está en curso es la eliminación del último gobierno de Oriente Medio que no se ha subordinado a Occidente; todo lo demás es retórica. Estados Unidos e Israel olvidaron contarle al mundo que, en realidad, están bombardeando Irán “por la liberación de las mujeres iraníes”.

Las manifestaciones pacifistas, los performances artísticos y las cartas de protesta, como siempre, no detendrán nada. Y, por supuesto, el objetivo final de la destrucción de Irán son Rusia y China. Solo una intervención conjunta e inmediata de ambos puede frustrar este plan. Y para que nadie saque de esta frase conclusiones apresuradas e irresponsables: las intervenciones eficaces no siempre son militares.