Notas sobre el nuevo curso de la revolución popular en Senegal.
Deconstruir y reconstruir son dos vertientes difíciles de separar en el contexto político senegalés y dos herramientas formidables para renacer. Es lo que está en juego para responder a las demandas sociales de un pueblo herido por el gobierno más tortuoso de nuestra historia.
A diferencia de las otras elecciones, marcadas por el «degagismo» (degager, kick out, Ed.), las elecciones de 2024 llevan la marca de un voto emocional y reactivo contra un sistema de depredación y monopolización. Esto refleja la postura radical antisistema que los jóvenes han asimilado gracias a su compromiso inquebrantable. El discurso antisistema fue el dividendo de la victoria.
Este dividendo tiene un precio si queremos lograr una ruptura sistémica con el sistema que esté a la altura de las expectativas de las masas. Esta opción «anti…» implica la deconstrucción del modelo neocolonial dominante. Se está generando un nuevo imaginario sociopolítico desinhibido, al que se están dedicando las nuevas autoridades para hacer realidad las aspiraciones del pueblo a un auténtico progreso social. Es una oportunidad para deconstruir y generar un nuevo modelo.
Con Diomaye y Sonko ahora en el poder, todas sus acciones serán escrutadas por la materialidad de su postura mediática antisistema y sus rupturas. Se enfrentan a las adversidades del antiguo régimen, al imperialismo de las instituciones de Bretton Woods y a los lobbies multidimensionales que están corrompiendo nuestra sociedad, al «Estado profundo» que hay que desmantelar, a la raíz del sistema neocolonial que no se puede reformar.
Todos los símbolos del desencanto político cristalizan para alimentar la esperanza de una ruptura sistémica. El proyecto, mito fundador de nuevas esperanzas, justifica la sedimentación de los signos de la ruptura anunciada con el pasado.
¿Hay signos positivos tras un año de gobierno del PASTEF? Sí, sin duda (volveremos sobre ello más adelante).
Sin embargo, existe una verdadera vigilancia por parte de la ciudadanía y del pueblo, protegiendo el proceso de cambio y a sus principales líderes, que fueron elegidos libremente por el pueblo. Así pues, la ruptura fundamental reside más en el contenido de las políticas públicas y no en la cosmetización de modelos y principios tecnocráticos.
¿Hay indicios de una hiperpresidencia tímida, como parece afirmar la actual oposición?
En todo caso, la necesidad de introducir métodos de gestión socio-político-económicos horizontales, mucho más acordes con la emergencia de la «nueva sensibilidad» mencionada por Silo, pensador y fundador del Movimiento Humanista Universalista, es a nuestro juicio la única respuesta seria.
La ruptura simbólica debe impregnar todos los segmentos de nuestro cuerpo social y justificar una movilización social voluntaria en torno al entierro de los viejos modos del Estado neocolonial.
Es urgente avanzar hacia el renacimiento africano tan querido por Cheikh Anta Diop.













