En medio de una crisis que ha dejado a Sudán devastado tras dos años de guerra, diplomáticos y responsables humanitarios de todo el mundo se reunieron este martes en Londres en un intento urgente por aliviar el sufrimiento de millones. La conferencia, organizada por la Unión Africana junto con el Reino Unido, Francia, Alemania y la Unión Europea, se centró en la dimensión humanitaria del conflicto, considerado por Naciones Unidas como la peor crisis de este tipo a nivel mundial.

El conflicto, que estalló el 15 de abril de 2023, enfrenta al ejército sudanés contra las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), un grupo paramilitar. Lo que comenzó como una lucha por el poder ha evolucionado en una guerra brutal, que ha provocado la muerte de al menos 20.000 personas —aunque se estima que la cifra real es mucho mayor— y ha obligado a más de 14 millones a abandonar sus hogares. Cerca de 3 millones han cruzado las fronteras hacia países vecinos, especialmente Chad y Egipto.

La conferencia en Londres no tuvo como objetivo alcanzar un acuerdo de paz, sino abordar de forma urgente la creciente catástrofe humanitaria. A pesar de la importancia del evento, no participaron representantes sudaneses, ni del ejército ni de las RSF, lo que subraya la complejidad política del conflicto.

David Lammy, Ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, reconoció el desafío: “Muchos han renunciado a Sudán”, afirmó ante los delegados. “Tenemos que persuadir a las partes beligerantes para que protejan a los civiles, permitan la entrada de ayuda humanitaria y den prioridad a la paz. Pero no nos engañemos: lograr la paz requerirá tiempo, un esfuerzo internacional sostenido y diplomacia paciente”.

La guerra ha golpeado especialmente a la región de Darfur, donde solo el pasado fin de semana más de 300 civiles murieron en enfrentamientos. Aunque el ejército sudanés logró recuperar recientemente el control de la capital, Jartum, la RSF mantiene su dominio en amplias zonas del oeste y otras regiones del país. Ambos bandos han sido acusados de cometer crímenes de guerra.

El impacto humanitario es devastador: según el Programa Mundial de Alimentos, cerca de 25 millones de sudaneses —la mitad de la población— sufren hambre extrema. Oxfam ha advertido que la situación podría desencadenar una crisis regional, ya que el flujo de refugiados y el colapso de los servicios básicos están afectando a países frágiles como Sudán del Sur.

La Unión Africana hizo un llamado contundente para un “cese inmediato de las hostilidades”, pero la realidad sobre el terreno muestra un conflicto enquistado, sin visos de resolución a corto plazo. La falta de voluntad política entre las partes en guerra es, según Lammy, el principal obstáculo para alcanzar una solución pacífica.

Mientras tanto, millones de sudaneses esperan. Esperan ayuda, esperanza y, sobre todo, el fin de una guerra que ha convertido su país en un símbolo del sufrimiento humano contemporáneo.