En la sala principal de la «Vijećnica» o Ayuntamiento, uno de los edificios emblemáticos de Sarajevo, se sintieron fuertes emociones a las 17:24 cuando una gran pantalla proyectó los votos de la Asamblea General de las Naciones Unidas que se había reunido para debatir y votar la resolución, documento A/78/L.67 /Rev.1, relativa al genocidio de Srebrenica en la que se recordaban todas las sentencias del Tribunal Internacional para la ex Yugoslavia, en particular ocho que contienen veredictos de culpabilidad por el crimen de genocidio contra musulmanes bosnios cometido en Srebrenica en 1995. Cientos de personas acudieron al edificio para seguir juntos la septuagésima octava sesión y escuchar las intervenciones y posiciones de los delegados de los países que debatieron intensamente durante gran parte de la tarde antes de la crucial votación. A partir de este año, con 84 votos a favor, 19 en contra y 68 abstenciones, junto con 22 representantes que decidieron no votar, la comunidad internacional designó el 11 de julio «Día Internacional de Reflexión y Conmemoración del Genocidio de Srebrenica de 1995», que se comenzará a celebrar anualmente dentro de dos meses.
Este día ya se conmemora todos los años en Bosnia-Herzegovina, en particular en el complejo memorial-cementerio de Srebrenica-Potočari, donde tiene lugar la ceremonia de inhumación colectiva de los restos de las víctimas identificadas tras un complejo proceso de descubrimiento y reconocimiento a lo largo del año y que permite a los familiares dar sepultura a sus muertos con dignidad.
La votación de hoy de la Asamblea General de las Naciones Unidas, aplazada desde su fecha original a principios de mayo, tiene un significado importante no sólo para la población local, que se enfrenta a procesos de negación actuales, sobre todo por parte de los asociados a la República Srpska, sino también para la comunidad internacional en su conjunto. En los últimos treinta años, diversas instituciones supranacionales y gobiernos individuales han reconocido oficialmente la ejecución sistemática perpetrada por las tropas serbobosnias de más de 8.372 civiles en el enclave, que había sido designado zona segura por la Resolución 819 (1993) del Consejo de Seguridad, como el primer genocidio en suelo europeo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, el reconocimiento internacional en el ámbito de la ONU abre esperanzas a la búsqueda de justicia de miles de familias dispersas por todo el mundo durante casi treinta años, muchas de las cuales han vuelto a residir en la zona, mientras que otras nunca la abandonaron. La necesidad de verdad y reconocimiento público va más allá de una fecha única cargada de profundas implicaciones, que se enfrentó a la feroz oposición de Serbia, Rusia, China y otros países durante el proceso de votación y en las declaraciones previas a ella. La aprobación de la resolución había encontrado una tenaz oposición en años anteriores, especialmente en 2015, en el vigésimo aniversario, durante otro intento en el seno de la Asamblea General de la ONU.
Por todo lo anterior, la alcaldesa de Sarajevo, Benjamina Karić, que creció durante el asedio de la ciudad a principios de los noventa, organizó la proyección pública abriendo las puertas de la sede institucional a todos los ciudadanos y aplaudió inmediatamente la aprobación de la resolución declarando que marcaba un «día histórico para la justicia, la paz y la verdad» en todo el mundo. Dio las gracias simbólicamente a los representantes de los Estados miembros de la ONU que votaron a favor de la resolución y que condenaron oficialmente el genocidio. Muchos de ellos, en sus discursos públicos, también recordaron repetidamente la situación actual en Gaza y la falta de una acción internacional efectiva para detener el genocidio en curso.
Hasta la fecha, más de 50 personas han sido condenadas por tribunales internacionales, en particular por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, por el genocidio de Srebrenica, incluidos los criminales de guerra Radovan Karadžić y Ratko Mladić, condenados a cadena perpetua por genocidio, crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad durante el asedio de Sarajevo y otras campañas de limpieza étnica. Sin embargo, el derecho internacional y la condena formal no han frenado el proceso de negación ni limitado la amplia cobertura mediática en numerosos idiomas que glorifica y presenta como héroes a las figuras responsables de las masacres.
Paralelamente, continúa la labor de numerosas organizaciones internacionales y locales, especialmente en materia de educación, sensibilización y defensa de los derechos humanos. En estos dos días, la conferencia internacional «Trabajo social y conflicto político: El caso de Bosnia-Herzegovina» se celebra en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Sarajevo (UNSA) con el apoyo de la Asociación Europea de Escuelas de Trabajo Social (EASSW) y cuenta con invitados destacados de varios países como Jim Campbell, Buse Erzeybek, Carolyn Ewart, Danielle McIlroy y Ayse Ozada. La conferencia se estructura en varios paneles a lo largo de dos días, dedicados al análisis comparativo en profundidad de estudios de casos relativos a Bosnia-Herzegovina, Chipre e Irlanda del Norte, con una sesión específica sobre genocidio y personas desaparecidas a cargo de Samira Krehić, de la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas, y Hasan Nuhanović, del Centro Conmemorativo de Srebrenica.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen