21 de Mayo 2024, El Espectador

Leí la columna publicada el 17 de mayo por el señor José Félix Lafaurie, quien, además de ser el presidente de Fedegan, es uno de los delegados del gobierno nacional a la mesa de diálogos con el ELN. Soy una de las 81 integrantes del Comité Nacional de Participación (CNP) y por eso, a título estrictamente personal y no en representación de instancia alguna, hago estas precisiones: Dice el señor Lafaurie que el CNP “literalmente “defenestró” a la Mesa de Diálogos como máxima instancia”. No, señor. El CNP no defenestró a nada ni a nadie. El CNP nació por mandato de la Mesa de Diálogos de la cual usted hace parte. Ustedes -delegados y delegadas de ambas partes de la negociacióncrearon el CNP y le fijaron funciones, límites y alcance. Eso quedó escrito desde el principio. El único poder del Comité es el que le otorga la pluralidad de sus integrantes, y haber recibido un voto de confianza para aportarle a la causa de la paz; eso es lo que se ha hecho en más de 70 encuentros, canalizando la voz de 8.000 colombianos y colombianas de distintos sectores y regiones del país. El CNP no va a cambiar las leyes, ni el orden jurídico ni económico de la nación. No tiene esa vocación, ese poder ni esa misión.

Otra cosa es que, aun cuando estemos apenas hablando del diseño de la participación, los colombianos sientan la necesidad de hablar de ciertos temas que desde siempre les han martillado la cabeza, la dignidad y la vida misma… Es inevitable, por ejemplo, que la gente hable de narcotráfico, inequidad, corrupción y paramilitarismo; del abandono del campo, los horrores del secuestro y el desespero que producen los confinamientos; de la falta de oportunidades urbanas y rurales, y lo infame que es una extorsión cuando apenas se gana el sustento diario. A la gente le preocupa la ausencia del Estado y la sobrepoblación de sicarios; le duele sentirse desprotegida, que maten a sus líderes y que a los firmantes de paz los desplacen y asesinen. Esos no son temas inventados por el CNP ni por el ELN ni por el gobierno. Son temas que están asfixiando a la gente y será preciso resolverlos, respetando por supuesto la deliberación constructiva y el orden constitucional. Es mandatorio oírlos, pero el CNP ni obliga ni pauta las soluciones. Ustedes tienen la palabra, y un texto que espero sea leído como un punto de partida.

El Comité de Participación no se adelanta al futuro, pero tampoco se queda anclado al pasado. La paz empieza por una conversación… una larga y compleja conversación a la cual usted fue invitado, y de la que 50 millones de personas ya empiezan a ser parte. Ambos sabemos que el disenso nos permitirá ser y hacer una mejor sociedad, y siempre será bienvenida la controversia que ayude a avanzar en la construcción de una verdadera democracia. No lo lamento ni lo comparto, pero entiendo que a algunos les resulte incómodo que los silenciados de siempre por fin sean escuchados por una sociedad con hipoacusia selectiva. Muchos de nosotros preferimos ser más equitativos en colectivo, que muy cómodos en solitario.

Lo grave no es haber recogido miles de voces que nunca habían sido oídas. Lo grave sería condenarlas a la invisibilidad. ¿Qué vamos a hacer, si hay gente a la que no le gusta que la confundan con un suelo de barro y no quiere que la sigan pisoteando por los siglos de los siglos amén?

Falta mucho por auscultar, pero ha sido valioso escuchar cómo esta Colombia multitodo imagina la paz, y cómo piensa ayudar a construirla. Con la palabra y el espíritu desarmados, respetuosamente le digo: Ya era hora de salir del monólogo y empezar la conversación.

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