Por Arnaldo Canales*

Has escuchado decir “Tengo el corazón roto”. Hoy se sabe que el síndrome del corazón roto es una afección cardíaca temporal desencadenada por situaciones estresantes, emociones extremas, enfermedades graves. Si hacemos la analogía, un amor no correspondido o una ruptura, pueden también afectar nuestro corazón, causando, latidos cardíacos rápidos, dolor en el pecho, falta de aire y un aumento de la presión arterial derivado de la tensión nerviosa que provoca el quiebre amoroso.

Claramente el amor saca lo mejor y lo peor de nosotros. Si enumeramos las emociones que experimentamos al amar podríamos sumar: Felicidad, alegría, complicidad, tristeza, dolor, miedo, celos, angustia, inseguridad, euforia, gratitud, desilusión, sorpresa, ansiedad, empatía, compasión confianza, paz o frustración. Solo por nombrar algunas y en desorden, tal cual las vivimos.

Pero ¿El amor es una emoción o un sentimiento? Partamos por decir que la emoción es una respuesta neurobiológica a un estimulo externo y el sentimiento es la emoción hecha conciencia que perdura y no es pasajera como una emoción. Pero ¿Qué es amor? Yo sostengo y solo por la experiencia viva del amor, que lo que todos experimentamos es una mezcla de ambas como también lo sostiene el neurocientífico portugués Antonio Damasio.

Ver a mi pareja luego de mucho tiempo, aflora la emoción fulminante de querer besar, abrazar, tocar. Es una expresión de la emoción misma del amor, pero cuando está lejos afloran la añoranza, nostalgia, melancolía y sin duda la tristeza. Esta última es la demostración viva del amor, porque la tristeza es felicidad pasada que hoy ya no tengo y añoro y está asociada a nuestros duelos.

Sumerjámonos en un viaje introspectivo para ver las luces y las sombras que rodean este sentimiento universal. El amor, tan celebrado y temido, nos envuelve en una danza compleja de emociones que, a menudo, deja a muchos buscando respuestas y comprensión.

El amor nace de la conexión humana, de la necesidad innata de compartir, de cuidar y de ser cuidado. Desde tiempos inmemoriales, las culturas han rendido homenaje al amor en sus diversas formas, desde la pasión carnal hasta la ternura inquebrantable. Sin embargo, a medida que exploramos las luces del amor, también descubrimos sus sombras.

En el caso de las luces son las que nos alimentan el alma, pues el amor ilumina nuestras vidas, proporcionando un sentido de propósito y conexión. Desde un romance hasta el amor incondicional de una madre, estas luces destellan en formas variadas.

Pero también están las sombras, por las que muchos se resisten a amar para no vivirlas. La presión social, las expectativas no cumplidas y las heridas emocionales pueden oscurecer la experiencia del amor. Aquellos que han experimentado traiciones confrontan las sombras más profundas del amor, sumando dolor, tristeza, venganza, despecho, celos entre muchas otras manifestaciones.

Para los que están sin pareja en este día especial, la presión social puede intensificarse. Pero ¿Por qué dejamos que el estigma de la soltería nos haga sentir incompletos? El amor propio y la celebración de la autonomía son esenciales para encontrar la plenitud en la soltería.

Pese a eso, en el fondo todos queremos ser amados y amar de buena forma y lo bueno es que el 14 de febrero ya no es solo visto desde términos de relaciones románticas, algunos encuentran su mayor fuente de afecto en sus fieles mascotas, un afecto tan genuino y, en muchos casos, brinda consuelo sin juicio. Esta demostrado científicamente que son vitales para trabajar nuestro bienestar emocional y nos regulan desde el amor que nos entregan. El amor de los amigos, de madre a hijo o fraternal, también son motivo de celebración en esta fecha y en nuestros corazones.

Claro que el amor en sus diversas formas, también puede ser el catalizador de la tristeza y el dolor. Las despedidas, las decepciones y las heridas emocionales nos recuerdan que amar no siempre es fácil. Aprender a gestionar la tristeza y los dolores del alma es crucial para el crecimiento emocional y ahí es vital la formación socio emocional. Esto no significa que no suframos por amor, pero podremos transitarlo con mejores herramientas.

En una sociedad obsesionada con la perfección y la inmediatez, el amor a menudo se ve envuelto en una mala prensa. Es crucial desafiar los estereotipos y permitir que florezca.

¿Por qué no enseñamos el arte del amor en la escuela o en el hogar? Reflexionemos sobre cómo la falta de educación emocional contribuye a la confusión y a las luchas en nuestras relaciones. Quizás abrazar la vulnerabilidad y aprender a amar debería ser una asignatura fundamental en la escuela de la vida.

Y por eso, en este Día del Amor la invitación es a la reflexión. Celebremos las luces y sombras, el amor es finalmente, con todas sus complejidades, la mejor inversión en la vida y merece ser explorado, comprendido y cultivado. Que este 14 de febrero, sea un recordatorio, en especial para las nuevas generaciones que cada vez se muestran más esquivas a comprometer sentimientos, de que el amor, en todas sus formas, es la fuerza vital que nos conecta y enriquece nuestra existencia.

 

*Director Ejecutivo ONG Liderazgo Chile
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