Pascale Coissard, coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Gaza, ha estado en la única maternidad que sigue en pie, situada en Rafah. Durante el proximo mes 5.500 mujeres darán a luz en la franja, algunas en tiendas de campaña.

Por Sara Plaza Casares/El Salto diario

Pascale Coissard, coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras en Gaza, ha estado hasta hace una semana en el Hospital materno Emiratí en Rafah, al sur de la Franja de Gaza, donde el número de desplazados por la masacre de Israel ha hecho que la población se cuadruplique hasta alcanzar el millón y medio de personas. Es la única maternidad activa en la zona y hoy está muy preocupada porque Israel ya ha comenzado los ataques terrestres en esta ciudad, el último refugio para los palestinos y las palestinas y también donde siguen trabajando sus compañeros y compañeras, suministrando ayuda humanitaria. Los habitantes del norte de Gaza fueron obligados a desplazarse hasta el sur por las fuerzas israelís. Hoy la ofensiva llega a la supuesta zona de paz, donde ya no hay salida posible.

En este contexto, y según los datos del Fondo de Población para las Naciones Unidas, durante febrero de 2024, 5.500 mujeres embarazadas darán a luz en Gaza: 180 nacimientos al día. La misma fuente indica que es probable que 840 mujeres sufran complicaciones relacionadas con el embarazo o el parto. Coissard asegura que, además de los problemas físicos, las mujeres están sufriendo la pérdida de dignidad durante el posparto, al no tener espacios de intimidad. Muchas son dadas de alta a las pocas horas de parir y vuelven a sus tiendas de campaña, lugares provisionales donde la vida se hace irrespirable.

—Pascale, acabas de llegar de Rafah, ¿dónde has estado concretamente?

—Hemos estado construyendo un centro de salud de atención primaria bastante grande y un puesto de salud más pequeñito en medio de los sitios espontáneos de tiendas de campaña que se han montado en Rafah. Además, hemos puesto en marcha una extensión de la maternidad del Hospital Emiratí porque es muy necesario, ahora es la última maternidad que queda en Gaza. Por otro lado, pusimos en marcha una actividad muy importante de distribución de agua potable. Distribuimos alrededor de 90.000 litros por día, que es totalmente insuficiente en comparación con las necesidades existentes.

—¿Cómo estás después de todo lo que has visto?

— (Se hace un silencio acompañado de gestos de inquietud) Ahora mismo estoy muy preocupada. Hoy he leído las noticias también para actualizarme un poquito y, aunque  se veía venir que planeaban atacar Rafah, ya se ha confirmado. Todo era preocupante pero ahora hay tantas personas allá… Es difícil de imaginar lo que allí está pasando.

En el hospital había tantos partos que algunas mujeres tuvieron que volver a casa para parir. He visto a madres con su recién nacido muerto

—Sobre vuestra actividad en la maternidad. Según vuestros datos, más de un tercio de las pacientes que acudieron a atención prenatal presentaban anemia. Además, casi la mitad de estas mujeres presentaban infecciones genitourinarias, como infecciones del tracto urinario. ¿Qué supone esto a la hora de dar a luz?

—Estar embarazada con este tipo de infecciones es muy incómodo. Sobre todo porque más del 85% de las mujeres que ahora viven en Gaza están desplazadas. Entonces significa que no viven en una casa, viven en una tienda. Si tienen suerte, en una escuela, en un hospital o en un garaje. Y si no, pues están bajo un trozo de plástico con cuatro pilares que se han construido ellas mismas o su familia. Entonces, tener estas incomodidades y estas enfermedades mientras una no está ni en casa ni en un hospital es bastante terrible a la hora de dar a luz y se puede convertir en algo mucho más grave si no hay atención médica. Nosotros hemos hecho una extensión en el hospital maternal, pero no es suficiente. Seguramente hay muchísimas mujeres que están dando a luz en lugares que no son apropiados. Y ahí se multiplican los riesgos de infecciones más graves y que pueden llegar a complicaciones y afectar el nacimiento del bebé.

En el hospital había tantos partos que algunas mujeres tuvieron que volver a casa para parir. He visto a madres con su recién nacido muerto porque no las pudieron atender a tiempo. Este sería el desenlace más fatal.

Una anemia a la hora de amamantar tiene también consecuencias sobre el desarrollo del bebé, en seis meses/un año no llegará al peso que debería tener, no llegará al desarrollo mental y cerebral que debería tener, etcétera. Es por eso que es tan importante el control prenatal y el control postnatal.

Cuando hablamos de las consecuencias de la guerra, no solo son los bombardeos, los tanques, las personas que mueren bajo los escombros, también todas esas personas que van a morir por la falta de atención médica o de no poder acceder a la medicación correcta en su momento. Si una mujer tiene una enfermedad crónica y no puede acceder a la medicación correcta y al seguimiento correcto, pues va a tener consecuencias en su salud seguro.

Ahora mismo en Rafah palestinas y palestinos están viviendo los unos sobre los otros y no hay espacios privados ni intimidad. Para las mujeres recién paridas es terrible

—Como comentabas, la sobrecarga en este hospital está haciendo que las madres estén siendo dadas de alta a las pocas horas de dar a luz. ¿Esto qué implica?

—Pues implica que no van a tener una atención médica durante las 24 horas que siguen el parto y estas 24 horas son clave. Son clave porque es cuando justamente se puede detectar todo tipo de complicaciones, como infecciones, necesidad de cirugías… ¿Quién sabe si van a poder alimentar a su bebé? Tras parir muchas madres vuelven a tiendas de campaña, lugares donde no hay profesionales médicos y además la higiene es pésima lo que va a tener muchas consecuencias. Ahora mismo en Rafah palestinas y palestinos están viviendo los unos sobre los otros y no hay espacios privados ni intimidad. Para las mujeres recién paridas es terrible. Porque para poder amamantar pues una se tiene que sacar el pecho, para poder vestirse necesitan espacio para estar cómodas. Y es que no lo hay.

Una de las consecuencias ahora es que muchas personas se ven muy afectadas en su dignidad y en su autoestima. Es terrible sentirse sucio, es terrible sentir que alguien te puede ver haciendo tus necesidades o cambiándote. Esto es algo también que afecta mucho a la salud mental de las personas.

—Hablabas de amamantar. Supongo que la salud de las mujeres está comprometida y esto tendrá consecuencias en la lactancia, ¿no? Será más difícil establecerla.

—Es más difícil amamantar porque las madres tienen hambre, no tienen un peso correcto. También si la madre sufre anemia. Y además, si la madre no está bien de ánimos, pues también puede afectar al vínculo que puede crear con el bebé. Los bombardeos afectan en tantos aspectos de la vida… la situación en Gaza afecta hasta a la leche con la que vas a poder amamantar  a tus hijos.

El Hospital Nasser hace días que está asediado y muchísimos pacientes incluso con medicaciones intravenosas se fueron porque tenían que huir

—Israel mantiene a cuentagotas el paso de ayuda humanitaria ¿Con qué material se cuenta ahora mismo en los hospitales?

—Cuando me fui de la maternidad teníamos más o menos lo que se necesitaba, pero hay algunos hospitales en los que no llega la ayuda médica necesaria porque están rodeados de tanques. Estoy pensando en el Hospital Nasser, por ejemplo, donde todavía tenemos a poquitos trabajadores de Médicos Sin Fronteras y las últimas noticias que teníamos es que no les quedaban ni gasas. Tenían que sacar las gasas del paciente, limpiar, esterilizar y volver a usar en otro. Y además se acumulan los desechos médicos y esto ya empieza a ser peligroso para la salud de los pacientes. Los que quedan… Ahora el hospital hace días que está asediado y muchísimos pacientes incluso con medicaciones intravenosas se fueron porque tenían que huir, porque la situación era insostenible.

—Los hospitales del sur de Gaza vuelven a ser objetivo de los bombardeos. Israel habla de que son refugios para miembros de Hamás y de que usan a los pacientes como escudos humanos ¿Has visto algo de eso en tu estancia en el hospital de Rafah?

—No. No. O sea, yo no lo he visto. Ahora no puedo decir que sea el caso siempre, pero yo no he visto nada de esto.

Las organizaciones humanitarias necesitamos poder movernos seguros por la Franja de Gaza y ahora no es el caso. No hay un solo lugar seguro en Gaza. Un alto al fuego es indispensable.

—Desde vuestra organización pedís un alto al fuego como la única situación para devolver la dignidad de las personas.

—El alto de fuego es también necesario para las organizaciones humanitarias, porque ahora es muy limitado lo que podemos hacer. Necesitamos poder movernos seguros por la Franja de Gaza y ahora no es el caso. No hay un solo lugar seguro en Gaza. Un alto al fuego es indispensable.

Ahora mismo pensar en cortar los fondos de la UNRWA va a ser dramático. Es que la UNRWA es un salvavidas ahora en Gaza

—¿Crees que la comunidad occidental está haciendo lo suficiente para ello?

—No, en mi opinión, para nada. Empezando por todas las trabas que se están poniendo a la ayuda humanitaria. Ahora mismo pensar en cortar los fondos de la UNRWA va a ser dramático. Es que la UNRWA es un salvavidas ahora en Gaza. Los que lo van a pagar son los gazatíes.

—¿Qué te parecen los argumentos que utilizan para cortar los fondos a la UNRWA y la supuesta investigación que relaciona a algunos de sus trabajadores con Hamás?

—Yo desconozco la situación, no tengo información sobre la investigación y las personas implicadas, yo no las conozco y no, no tengo esta información. Pero lo que sí veo es que la UNRWA estaba haciendo mucho trabajo cuando yo estuve. Manejaban mucha ayuda humanitaria y si esto se para va a ser aún peor de lo que yo he visto y lo que he visto yo ya era apocalíptico. Un drama como nunca he visto. Entonces no me lo quiero imaginar.

—¿Tú has sentido amenazado tu trabajo en algún momento?

—De manera directa, no. Obviamente, cuando escuchas bombardeos y tanques y drones no te sientes en seguridad. Pero de manera directa no me he sentido amenazada.

—En todo este tiempo que habéis estado atendiendo a mujeres supongo que alguna satisfacción también te habrás llevado.

—Sí, yo tuve la suerte de estar en una de las partes más bonitas del hospital, la que da la vida. He visto a niñitas nacer que daban una alegría a su madre y a sus familiares que estaban alrededor… Y disfrutar de las pocas horas que podían estar en un lugar más seguro. He visto a familias que elegían nombres relacionados con la esperanza, la paz. Esto ha sido bonito y hay mucho reconocimiento por parte de la población a nuestro trabajo.

—¿Piensas que los nacimientos en Gaza son una forma de resistencia?

—No lo sé. Yo creo que el nacimiento al menos es una forma de encontrar un poquito de alegría en medio de toda esa muerte. En medio de todo este desastre, al menos durante unas horas, veo unas familias felices.

—Pascale, ¿vas a volver?

—No lo sé. Esto lo decidirá Médicos Sin Fronteras. Pero volvería.

Es de las misiones más duras que he hecho anímicamente y hay muy poco espacio para la esperanza. Pero por otro lado, hay muy poco espacio para la duda de que somos útiles allá.

Es la misión más dura en la que he estado por un conjunto de cosas. Las personas no pueden salir y están arrinconadas en una pequeña parte de la Franja de Gaza, que ya es un lugar pequeño. Y esto sí que es muy duro, pensar que no tienen alternativa.

—Pascale, te agradezco mucho el tiempo que me has concedido. Muchísimas gracias por ayudarnos a visibilizar la situación.

—Es un placer y espero que en algún momento los periodistas podáis ir también.

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