Brasil propuso hoy al G20 una alianza global contra el hambre y la pobreza, coincidiendo con la presidencia rotatoria del grupo que ostenta el país sudamericano este año.

La iniciativa fue propuesta por el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, cuando Brasil asumió la presidencia rotatoria del G20 en diciembre del año pasado. Y fue refrendada este miércoles por el ministro brasileño de Desarrollo y Asistencia Social, Familia y Lucha contra el Hambre, Wellington Dias, durante la primera reunión virtual técnica del Grupo de Trabajo del G20.

Durante la sesión se debatió sobre cómo deberían ser las condiciones de adhesión de los países interesados en formar parte de esta alianza mundial. Brasil propuso la financiación de acciones contra el hambre y la pobreza por parte de los países ricos del G20 y los grandes empresarios.

«La alianza es un mecanismo práctico para movilizar recursos financieros y conocimientos desde donde más abundan y canalizarlos hacia donde más se necesitan. De este modo se apoya la aplicación y ampliación de acciones, políticas y programas a escala nacional», afirmó Dias.

Los estudios de las organizaciones internacionales muestran que se necesita una financiación de unos 78.000 millones de dólares al año para alcanzar el objetivo de reducir la pobreza mundial hacia 2030, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por la ONU.

El acuerdo global sobre seguridad alimentaria, por su parte, se basaría en los principios de atención a los más vulnerables y la aplicación eficaz de las políticas nacionales.

Los países miembros del G20 fijaron como prioridades la alimentación sana, el apoyo a los pequeños y medianos productores y la innovación tecnológica como factor que puede repercutir positivamente sobre la producción de alimentos en las mismas regiones que los necesitan, como África.

«Se citó un ejemplo concreto: experiencias en África en las que es posible multiplicar por cuatro o cinco la producción de alimentos solo con tecnología», agregó el ministro.

Según Dias, además de recursos financieros, se necesita apoyo técnico para alcanzar los resultados deseados. Brasil contribuirá transfiriendo conocimientos de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), por ejemplo, y de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz).

«Nuestra Embrapa tiene experiencias aplicables a países con climas similares a Brasil. En regiones de América del Sur, África y América Central ya tenemos algunas acciones exitosas. Fiocruz también va a colaborar con otros países en áreas donde tiene mayor experiencia», comentó. Brasil tiene experiencia con los programas sociales del gobierno federal, como Bolsa Familia, y su impacto contra el hambre y la pobreza.

Dias señaló que, después de 2017, el hambre volvió a Brasil y la pobreza creció porque los programas sociales fueron distorsionados, eliminados o deteriorados. Y recordó que, cuando asumió la presidencia, Lula se encontró con 33 millones de brasileños que pasaban hambre. «Para 2023, estamos trabajando para una reducción. Todavía no sabemos el nivel, pero hemos tenido una reducción. Ahora estamos luchando para reactivar estos programas, incluso con más fuerza, y volver a sacar al país del Mapa del Hambre», explicó.

Precisamente un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), publicado en 2022, señala que en el mundo hay 735 millones de personas en situación de hambre, incluso con riesgo de muerte, en un planeta que en realidad produce los alimentos necesarios para el sustento de todos, denunció el ministro. «El objetivo es que lleguemos a 2030 con esta cifra lo más cercana posible a cero», exhortó.

Dias subrayó que las múltiples crisis han provocado que el hambre, la inseguridad alimentaria y la pobreza vuelvan a crecer en todo el mundo. Además de la pandemia de la COVID-19, también han contribuido el cambio climático, la crisis económica mundial y los conflictos geopolíticos más recientes.

Hasta este jueves 22, durante los tres días que dura la reunión técnica del Grupo de Trabajo del G20 para el establecimiento de esta alianza mundial, se presentarán cuatro informes elaborados por organizaciones internacionales.

Los estudios buscarán soluciones y poner de relieve los retos que plantea la lucha contra la pobreza y el hambre, como la producción sostenible de alimentos, la protección social, el aumento de la resiliencia y una colaboración internacional más eficaz.

El artículo original se puede leer aquí