El 23 de enero a las 8:00 p.m., el fotoperiodista portugués Rafael Lomba fue deportado a la fuerza de la ciudad ocupada de El Aaiún por las fuerzas de ocupación marroquíes.

Un grupo de diez policías vestidos de civil descendieron al hotel donde Lomba se alojaba. Sin previo aviso, le ordenaron recoger sus pertenencias, citando una fotografía que se publicó mostrando a Lomba junto a Mohamed Daddach, un ex preso político saharaui que sufrió 23 años en cárceles marroquíes por sus actividades pacíficas y su defensa de los derechos del pueblo saharaui.

En conversación telefónica con Equipe Media, Lomba reveló la impactante experiencia que vivió a manos de las autoridades. La policía confiscó su teléfono móvil, lo sometió a una búsqueda e interrogó sobre sus contactos. Lomba enfrentó amenazas de graves consecuencias si no abandonaba inmediatamente los territorios ocupados.

La policía confiscó y retuvo su teléfono móvil cuando intentaba buscar ayuda de la Embajada portuguesa. Fue detenido durante 12 horas en una celda compartida con cinco migrantes senegaleses. En un intento de aislar a Lomba, la policía advirtió a los otros detenidos que no se comunicaran con él, etiquetándolo como peligroso.

Lomba detalló las precarias condiciones de su arresto, citando la falta de elementos para cubrir necesidades básicas, como baños, agua y camas. El trato infame que recibió, junto con los migrantes senegaleses, no es sino un reflejo de la situación de los derechos humanos en los territorios ocupados.

Es esta nueva expulsión una prueba más de que Marruecos no quiere testigos de sus constantes violaciones de los derechos humanos.