«Tenemos razones puras, tenemos por qué pelear»
Luis Advis

El 21 de diciembre de 1907, hace 116 años, miles de trabajadores salitreros y sus familias en huelga fueron asesinadas por el ejército de Chile. En la matanza de la escuela Santa María de Iquique cayeron bajo las ráfagas de la oligarquía y el colonialismo británico obreros chilenos, peruanos, bolivianos y de distintas nacionalidades.

7 años luego de la masacre, el anarquista Antonio Ramón Ramón intentó ajusticiar al general Silva Renard, quien encabezó la matanza donde fue asesinado su hermano Manuel Vaca. Ramón Ramón fue capturado y encarcelado, y murió una década después.

Durante la mañana de este 21 de diciembre de 2023, dirigentes sindicales de la Central de Clase o Clasista de Trabajadores y Trabajadoras se apostaron en las puertas de la Comandancia en Jefe del Ejército de Chile, plantada junto al Parque O´Higgins en Santiago, con el propósito de conmemorar y condenar a los militares, mano homicida de los intereses de la minoría rica en el país andino, y responsable de los innumerables crímenes en masa cometidos contra el pueblo trabajador.

Al respecto, el dirigente sindical de la Federación Centro Sur del retail, Santiago Martínez, indicó que, «A lo largo de nuestra historia, los uniformados se han comportado como guardia pretoriana de las clases pudientes. Son miles los trabajadores y trabajadoras que han sido asesinadas en las movilizaciones obreras y populares. Esto se suma a las barbaries cometidas contra los pueblos originarios. Algunas de ellas son la Masacre de Lo Cañas, Santiago 1891; Mitin de la Carne, Santiago 1905; Plaza Colón, Antofagasta 1906; Escuela Santa María de Iquique 1907; Matanza de Forrahue, Osorno 1912; Sede de la FOM, Punta Arenas 1920; San Gregorio, Antofagasta 1921; Marusia, Antofagasta 1925; La Coruña, Tarapacá 1925; Ranquil, Malleco1934; Plaza Bulnes, Santiago 1946; José María Caro, Santiago 1962; El Salvador, Diego de Almagro 1966; Puerto Montt 1969; a las que se suman las incontables matanzas durante la dictadura terrorista de Pinochet, y en el estallido social del 2019», y agregó que, «Chile y sus trabajadoras y trabajadores necesitan unas verdaderas Fuerzas Armadas, patrióticas, con honor, limpias de asesinatos, robos y corrupción. Sólo así podremos tener soberanía popular».

Por su parte, el representante del Sindicato de Trabajadores de la Importadora Café do Brasil, Miguel Méndez, explicó que «lo importante es que nuestras bases conozcan lo que ha ocurrido a lo largo de nuestra historia de clase. La dificultades vienen de aquellos dirigentes que ni siquiera recuerdan toda la sangre que nos ha costado llegar hasta aquí».

Óscar Jiménez es director del Sindicato Interempresa Sintraces del rubro de las telecomunicaciones. Y mientras con un rabillo del ojo jamás se distrajo de la guardia militar momificada en el ingreso a las dependencias de la Comandancia en Jefe del Ejército, precisó que «sin justicia no hay paz. Venimos a evocar que a través de la lucha de clases los trabajadores somos quienes terminamos poniendo los cuerpos. Por eso queremos hacer política, que nuestra gente sepa que nosotros también hacemos política, y que la política no es propiedad de unos pocos».

Acompañó la acción José Amaro Seguel, una de las personas que sufrió la amputación de uno de sus ojos y parte de la mandíbula por municiones de militares, durante la revuelta popular, el 1 de agosto de 2020, en la comuna metropolitana de Peñalolén, en el cruce de las calles Grecia con Tobalaba. Su situación se agravó todavía más cuando hace un año, en el entorno de Plaza Dignidad y en medio de la represión de la policía militar, cayó a la ribera del Mapocho desde varios metros de altura. Ello ha provocado que hoy deba usar muletas para desplazarse.

«Los militares no tienen valor ni gloria», sentenció José Amaro y añadió que «sólo se han dedicado a matar trabajadores y pobres cada vez que luchamos por mejoras básicas y justicia social».

«Me siento como un sobreviviente contemporáneo de la matanza de la escuela Santa María de Iquique», dijo Amaro.

– La canción final de la cantata creada por Luis Advis y dedicada a la matanza de la escuela Santa María de Iquique dice «Quizás mañana o pasado, o bien en un tiempo más, la historia que han escuchado de nuevo sucederá. Es Chile un país tan largo, mil cosas pueden pasar si es que no nos preparamos resueltos para luchar». ¿Y estamos preparados?

«Ese es nuestro problema. La memoria. Nuestra mala memoria.»