El acceso al agua segura, derecho básico y esencial para la vida humana, nos interpela como sociedad en tanto hace crisis el paradigma de la rentabilidad de las empresas por encima de cualquier otra prioridad. Conversamos con la Dra. Liliana Miranda sobre los retos que tiene Lima para el acceso al agua segura en el contexto del cambio climático y del fenómeno de El Niño. La Dra. Miranda es arquitecta, experta en medio ambiente urbano, planificadora, investigadora y activista. Doctora por la Universidad de Ámsterdam con la tesis sobre la configuración de la gobernanza metropolitana del agua en escenarios de riesgo climático en Lima, Perú y autora principal del Capítulo 12 del Sexto Informe de evaluación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), hoy conversa con nosotros sobre los estudios que publicó en artículos académicos en el marco de su doctorado y aquellos realizados por el Observatorio Metropolitano del Agua, del cual es directora.

Riesgos que enfrenta el abastecimiento de agua segura en el actual contexto climático

Los riesgos de abastecimiento del agua en Lima son reales. Estamos ante el riesgo de desabastecimiento de agua para la población, la hidroenergía, la agricultura y demás actividades económicas como industria y la minería. La cuenca del Rímac es importantísima genera el 75% de la hidroenergía de todo el país. Este año el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (SEDAPAL) había dado la alerta porque la cuenca se estaba quedando sin agua. El 70% del agua de Lima depende del río Rímac, pero este a su vez recibe más de la mitad de sus recursos del Alto Mantaro, de los grandes proyectos de trasvase que traen el agua de la vertiente del Atlántico donde había sequía. La sequía que hemos tenido este año en el Centro y sobre todo en el Sur, de más de 75 días, muestra la gravedad del problema al que nos estamos enfrentando. Y ahora que está lloviendo podemos ver que aún con estas lluvias, las afectaciones de la sequía no se superan.

Según nuestras investigaciones, el escenario de escasez de agua en Lima se estimaba a partir del 2035. Hoy, con la aceleración del calentamiento global, este escenario se acercaría al 2030 o antes. El Niño lo está exacerbando porque después de El Niño, que es exceso de agua, viene La Niña, que es sequía y este fenómeno es cada vez más recurrente e intenso.

Lo que estamos haciendo para agregar complejidad a este escenario

Seguimos agotando los recursos naturales. El agua viene de la cobertura vegetal, la deforestación de la Amazonía nos está pasando factura, menos bosque amazónico menos lluvia en los andes además de la deglaciación, que es parte de los impactos del calentamiento global. Se calculaba que en el 2035 nos quedábamos sin glaciares de baja altura, ahora se anuncia que será en el 2030.
El otro problema es la gestión del agua, por parte de SEDAPAL concentrada en la oferta, es decir en vender el agua que ya entra al sistema, cuando deberían estar haciéndose nuevas inversiones para atender la demanda futura y dar el paso a una adaptación transformadora en el escenario del cambio climático. No podemos quedarnos sin fuentes de agua y para ello, será necesario cambiar hacia sistemas descentralizados, avanzar hacia alternativas que traten, reciclen y reúsen el agua, en lugar de seguir sacando agua de la parte altas de las cuencas, por ejemplo, hay gente que consume 500 litros/ persona día y otros menos de 50. Hay un desbalance en el acceso al agua, una posibilidad será siempre subir la tarifa, pero hay que subirles a los grandes consumidores y no a los pequeños, que son los que actualmente más pagan.

El otro tema es el agua para la minería. Ya la planta de la Atarjea produce 16 metros cúbicos por segundo de agua y hay que limpiarla de metales pesados lo que encarece su costo, por ello no se entiende por qué el gobierno autorizó a la Mina Ariana a colocar sus relaves aguas arriba del túnel que trasvasa el agua de la vertiente del Atlántico al Pacífico, túnel que a su vez se alimenta de las infiltraciones de agua durante su recorrido dentro de la montaña. Esta es una fuente de agua bien interesante para la ciudad y que no le cuesta; agua que ahora corre el riesgo de contaminarse cargando los costos de su limpieza, a los bolsillos de los usuarios.

La necesidad de reconfigurar la gobernanza metropolitana del agua

Un problema que tenemos es la mercantilización del agua, apoyada incluso en la Constitución donde se logró incluir el derecho al agua, pero como un derecho económico, es decir “en tanto pagues por el agua tienes derecho y si no pagas no tienes derecho”. Pero los derechos no se pagan, no se deben pagar. Y el agua es esencial para la vida ¿Significa entonces que para estar vivo necesitas tener dinero para pagar por este derecho? En ese contexto privatizar el agua sería una locura. Ahora si tu privatizas ¿la empresa se va a preocupar por cumplir con los derechos humanos esenciales de la población, el acceso al agua segura para todos, o por su rentabilidad?

Lo que se propone es la reconfiguración de gobernanza metropolitana del agua. Actualmente, todo el manejo del agua está muy fragmentado, tienes muchos actores, es un “espagueti institucional”. Son múltiples fuentes de agua y las decisiones están fragmentadas, los pozos los maneja la Autoridad Nacional del Agua (ANA), los grandes proyectos de trasvase de agua son Asociaciones Público Privadas (APPs) y ya están privatizados, al igual que las empresas eléctricas que son privadas. También están las Juntas de Regantes que son una confluencia de actores y los Consejos de Cuenca. Estamos ante una multiplicidad de actores descoordinados entre sí.

Hay que reconfigurar y reorganizar la institucionalidad en la lógica de poner el derecho humano al agua y los derechos de la naturaleza en primer lugar. Poner esto primero y luego la rentabilidad para poner en orden la forma de organizar. Si tienes poblaciones que no tienen acceso al agua el Estado debiera garantizar al menos 10 m3 mínimo de agua al mes para su supervivencia, la mínima higiene y la cocina. Solo en la pandemia se invirtieron las prioridades, el Estado reaccionó y comenzó a dar bonos y SEDAPAL regaló agua, pero ahora todo volvió a la “normalidad”. Reorganizar esta forma de gobernar el agua significa reorganizar el uso del agua en el conjunto de las cuencas involucradas.

Dilemas de las autoridades locales y el derecho de acceso al agua segura

Las municipalidades pueden hacer muy poco respecto al ahorro del agua. Los intentos que se hicieron fracasaron porque SEDAPAL tiene el monopolio del agua en la ciudad. Muchas municipalidades decidieron desarrollar pequeñas plantas de tratamiento de aguas residuales para ahorrarse dinero y evitar pagar el agua potable a precio comercial para irrigar las áreas verdes de la ciudad cuando les quitaron la tarifa estatal y la pasaron a comercial.

Las municipalidades han demostrado que pueden asumir el reto del riego de parques y jardines con este tipo de salidas, pero lamentablemente SEDAPAL ha logrado sacar una norma que dice que ellos son los dueños del desagüe por lo que venden el desagüe a las municipalidades y con ello se ha elevado el costo y este tipo de iniciativas dejan de ser atractivas para las municipalidades interesadas en regar los parques tratando las aguas servidas, porque además tienen que tener un vecindario dispuesto a pagar por ello.
Muy pocos distritos en Lima, dos o tres, están en condiciones de pagar este costo adicional y en consecuencia los distritos que no pueden pagar se quedan sin áreas verdes. Por otro lado, las áreas que se riegan con agua potable quitan el acceso al agua a la población más pobre. La solución de reciclar aguas servidas para regar parques era perfecta pero una vez más la lógica de la mercantilización hoy lo impide. Así no podemos resolver por un lado el déficit de áreas verdes y por otro el acceso al agua a más de un millón de personas de los sectores más pobres que no tienen agua; y lo peor es que SEDAPAL no logra reciclar ni siquiera el 5% de las aguas servidas. Ni hace, ni deja hacer.

Cambio de paradigmas en las políticas y adaptación transformadora

A corto plazo no se ven muchas salidas desde la gestión pública. La corrupción esta enquistada y la gente está en el nivel de sobrevivencia y no logra reclamar derechos básicos. Lo que están avanzando son las iniciativas privadas de pagos por servicios ambientales, es decir la mercantilización de la naturaleza. La movilización ciudadana esta neutralizada por la recesión económica que venimos enfrentando y ya se está anunciando la llegada del fenómeno de El Niño que complicará aún más el panorama. Hay un 80% de probabilidades de que nos enfrentemos a un Niño de moderado a fuerte y eso nos llevará a un peor escenario que marcará un antes y un después para el país. Probablemente allí si se podría abrir una oportunidad de que las cosas cambien.

Ahora las propuestas están allí. Tenemos iniciativas como el Observatorio Metropolitano del Agua en Lima y Callao que son muy interesantes en tanto se trata de propuestas interactivas que proponen contribuir a una distribución más justa de los recursos hídricos entre los residentes urbanos. Sin embargo, esta iniciativa está aún en ciernes.De igual manera será necesario cambiar la cabeza de la empresa del agua. Se requiere un cambio de lógica del directorio de SEDAPAL, así podemos esperar que un renovado directorio elija un gerente orientado hacia la innovación, el tratamiento y el reuso.

De allí se pueden hacer otros cambios. Por ejemplo, hay empresas que expenden agua, pero sacan el agua del ambiente, Lima es una ciudad que tiene entre 90 al 99% de humedad. Son sistemas de captación de la humedad con un filtro de osmosis inversa y puedes sacar hasta 400 litros de agua. Tenemos que comenzar a cambiar nuestra lógica de manejo del agua en todos los sentidos todos tenemos que hacer estos cambios de paradigma. Contar con sistemas de reciclaje del agua de los lavaderos y de la lavadora, ya no se debería vender retretes con válvulas de 12 litros, solo de 2 y 4, eso debería ser una obligación para la industria. Vender grifería con aireadores que ahorren 70% de agua, así como duchas y válvulas de los retretes. Los que tengan piscina tendrían que garantizar que el agua se recicle hasta 5 veces y luego de eso se usen en la irrigación de áreas verdes para que no se desperdicie. De esta manera se puede reducir el consumo de los grandes consumidores prácticamente al 50 o 40%. Eso nos daría un margen de unos años más. Las plantas de tratamiento de desagüe nos pueden dar un mayor tiempo este es uno de los más grandes cambios que se requiere hacer.