En respuesta al llamamiento humanitario de la Universidad de Birzeit en Palestina, la Cátedra Libre de Estudios Palestinos Edward Said de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, Argentina, se pronuncia: es necesario quebrar los marcos explicativos que silencian la masacre.

Apelamos a la cordura y la justicia. Al cuidado de la humanidad misma. Resulta descorazonador saber que nos han impuesto una subjetividad donde las vidas de los palestinos no merecen ser lloradas; su condición humana es puesta en duda habilitando la barbarie: entenderlos como salvajes allana el camino para ejercer sobre ellos una opresión sistemática fuera de toda moralidad.

¿Cómo concebimos posible no enunciar que la población de la Franja de Gaza ha sido dejada sin suministro de agua? ¿Los castigos colectivos a la población civil deben considerarse legítimos cuando los lleva adelante quien más poder tiene? ¿Cuánto más pueden soportar niños y niñas cuyo andar diario, desde que han nacido, transcurre bajo la amenaza de una muerte que acecha?

Nada justifica atacar a la población civil de ningún territorio. Ninguna frontera geográfica, política o religiosa debería convertirse en una línea divisoria de humanidades.

Vivenciamos con suma tristeza el transcurrir de la irracionalidad imperante.

¿Se continuarán desoyendo los gritos de dolor? ¿Nuestro sentido común seguirá permitiendo pasar por alto las imágenes que constantemente nos llegan de niños arrancados de los escombros? ¿Por qué sus vidas no importan? ¿Por qué las madres palestinas deben sufrir el desgarro de saber que los nombres escritos en las extremidades de sus hijos les asegurarán ser enterradas junto a ellos?

Son innumerables los casos de cuerpos pequeños que yacen cargados por adultos, quienes   ven acompasado su andar por bracitos inertes ¿Qué rasgo de humanidad nos queda si normalizamos esto? Deberíamos preguntarnos qué sociedades hemos construido cuando el discurso imperante logra convertir una matanza sistemática, cruenta y vengativa en un mero acto de “defensa” …

Quien tiene el poder de la narración dictamina, reordena y hace circular los significados. Resulta demoledora la violencia simbólica con que se relatan los hechos.  “Legítima defensa” equivale a tener el permiso para devastar a la población de la Franja de Gaza sin que organismo internacional alguno pueda frenar la masacre.  Ser llamados “animales humanos” coloca a los palestinos en una categoría de subhumanidad y presenta los crímenes de guerra, dejar sin agua, alimentos, medicinas, luz o asistencia humanitaria al pueblo gazatí entero, como parte de una simple estrategia militar. ¿Qué caminos ha tomado la humanidad para no clamar ante esto? ¿Cómo se continúa haciendo silencio desde los grandes medios de comunicación sobre la verdadera significancia de este exterminio? ¿Cómo puede resultar legítimo dejar sin posibilidad de vida a dos millones de personas? ¿La diferencia para reaccionar está en el tiempo que lleva la acción?  ¿Fusilar dos millones de personas sería inadmisible y matar miles y hacer la vida de los restantes un infierno, es dable?

La población palestina llamada a desplazarse del norte de Gaza, ¿a dónde va a ir? ¿Miles andando para qué? ¿Para ser muertos en la próxima precaria morada?  La violación sistemática de los derechos humanos del pueblo palestino desde hace 75 años es presentada como parte de un “conflicto”: “ellos hacen, nosotros respondemos”. Deberíamos saber que el único pecado de los palestinos es existir. Se los reprime, encarcela, humilla, mata, por el mero hecho de ser en su tierra.

Los césares de la geopolítica mundial han dejado sola a Palestina. Abandonada; como si en aquella región del mundo no valiesen las normas esenciales del Derecho Internacional. Hamas cometió crímenes de guerra. Sin peros, sin justificativos. Rechazar de manera taxativa aquellas acciones nos convierte en seres humanos, en personas capaces de sentir el dolor de nuestros semejantes. Al mismo tiempo, se hace necesario volver una y otra vez sobre el contexto de despojo colonial y ocupación ilegal que acompaña a la población palestina hace décadas; esta comprensión es la única herramienta conceptual que tenemos para encontrar una salida a tanta degradación de la condición humana. Los hechos intolerables tienen un contexto abominable que los circunda.

Las fuerzas armadas israelíes han utilizado aquellos ataques como justificativo para continuar y potenciar al infinito su opresión sobre la Franja de Gaza y Cisjordania. El Estado de Israel comete crímenes de lesa humanidad. La venganza desatada sobre la población civil resulta inenarrable: la cantidad de víctimas es apabulladora, los miles de niños asesinados dejan sin aliento a la humanidad toda, la infraestructura sanitaria y educativa destruida prevé una Gaza invivible, ¿qué rasgo civilizatorio tiene todo esto? ¿Acaso no es la barbarie misma?

Apabullan los abominables términos con los cuales se presenta la matanza sistemática. Un Estado racista, que entiende a algunos seres humanos con más derechos que otros, cuyo ejército es uno de los mejor pertrechados del mundo, avanza sobre la población indefensa de Gaza. Aviones, tanques y bombas sobre los cuerpos que no tienen donde guarecerse.  La excusa es reclamar justicia y venganza por los crímenes llevados adelante por un grupo de milicianos armados: hay que encontrarlos, destruirlos, vengar las muertes, rescatar rehenes. En el mientras tanto, sobre la superficie, el ejército israelí aniquila la vida de miles de civiles. La impunidad es total. La omnipresencia, completa. Todo lo cubre, lo explica y lo justifica la ira desatada. ¿Cuán cerca está la humanidad de las explicaciones dogmáticas y esencialistas que enceguecen la libertad de pensamiento?

¿Cuánto de racional tiene el comportamiento de las autoridades máximas del Estado de Israel? Compeler a toda la población del norte de Gaza a abandonar su hogar en vistas de una represalia feroz sobre el territorio, ¿es un acto de mentes pensantes o es la furia desenfrenada, la legitimación del castigo colectivo? Si ningún lugar es seguro, si moverse a otras zonas no aleja de la barbarie, si nada garantiza que en el hospital donde se refugia la familia desplazada no caiga una bomba…. ¿Por qué no se lo nombra como lo que es? Una nueva limpieza étnica está siendo llevada adelante en Gaza; la verdad se impone: otra generación de desplazados, la tierra repetidamente arrasada, la posibilidad de volver, anulada. ¿Quién copará esa porción de tierra conquistada? ¿Cuán más invivible se les hará la vida a los palestinos?

Toda Gaza está incomunicada. El Estado de Israel destruyó la infraestructura que permitiría evidenciar las tragedias que allí están sucediendo. ¿Por qué la comunidad internacional no rechaza este atropello a la información? ¿Cómo es posible justificar ante el mundo el manto de oscuridad que ciñeron sobre los palestinos? ¿Sus vidas no merecen ser narradas?  Seres humanos que hace 17 años viven encerrados, rehenes de las políticas opresivas y deshumanizadoras del Estado de Israel, ahora han perdido la posibilidad de comunicarse con el exterior. Todo lo que sucede en este instante, en todos los instantes, cada noche en Gaza, nos es ensombrecido. ¿Qué fines persigue el aislamiento? ¿Qué límite civilizatorio estarán traspasando los verdugos que necesitan ocultar sus saldos de muerte?

No sólo deben descolonizarse los Territorios Palestinos Ocupados. También debemos descolonizar las mentes que entienden posible semejante salvajismo presentado como legítima defensa.

El desgarramiento que sufre el pueblo palestino pesará sobre la conciencia de la humanidad.  Apelamos a la comunidad académica y a la sociedad civil toda: mantenernos distantes y hacer silencio frente al genocidio en curso, nos convertiría en cómplices de la degradación humana.

Cátedra Libre de Estudios Palestinos Edward Said
FFyL-UBA
Noviembre de 2023