por Oleg Yasinsky

“Los carceleros de la humanidad no me atraparán dos veces con la misma red”, decía Charly García.

Por fin sucedió. El fiel guardián de la democracia planetaria y de las libertades civiles de los pueblos del mundo, el Departamento de Estado de EE.UU., nos acusó oficialmente a mis amigos latinoamericanos y a mí de «difundir la narrativa del Kremlin» y de intentar «propagar los ánimos anti-EE.UU. y anti-OTAN en América Latina».

Aquí está la publicación original, que me veré obligado a ayudar a difundir al Departamento de Estado: https://www.state.gov/translations/spanish/esfuerzos-del-kremlin-para-propagar-desinformacion-encubiertamente-en-america-latina/

El gendarme del mundo se vuelve cada vez más mezquino. Tal vez le está faltando presupuesto para asesores más listos, o como de costumbre subestima las capacidades intelectuales de los lectores de sus declaraciones.

Respondo por orden:

1. La máquina propagandística planetaria, destinada a lavar profesionalmente los cerebros de la población de más de un país, incluida mi desafortunada Ucrania, ahora se preocupa de acusarnos de difundir una opinión que pone en duda su verdad democrática, universal y definitiva. De repente se dieron cuenta de que unos periodistas independientes de un país lejano escribieron algo sin consultarles. Sabemos que sus declaraciones de este tipo son siempre amenazas. Si alguien no entiende lo que quiero decir, que recuerde el destino de Julian Assange.

2. Los autores de la denuncia están seguros de que los habitantes de América Latina desconocen su propia historia, la que mejor que mil Putins les enseña a tener, por decirlo suavemente, «ánimos anti-EEUU y anti-OTAN».

3. Las personas, editoriales, organizaciones y gobiernos, según consta en la Declaración Universal de Derechos Humanos, tienen derecho a expresarse libremente sin tener que responder ante ninguna autoridad moral mundial suprema. Especialmente ante una, a la que nadie nombró para ese cargo.

4. Si para probar nuestra conspiración contra su ejemplar democracia, el Departamento de Estado de EE.UU. pretende aumentar el número de los co-conspiradores, puedo ofrecerle una lista ampliada con los nombres de miles y de otros “cómplices” que viven en todo el mundo. Ellos, a pesar de las advertencias, amenazas y asesinatos, resisten cada día a la propaganda pacifista e inofensiva pagada por los presupuestos de la OTAN.

5. Toda mi vida consideré a los gobiernos de Estados Unidos «el peor enemigo de la humanidad», como lo dijo una vez el famoso propagandista ruso, el latinoamericano Ernesto Guevara. La única arma de que dispongo es la palabra y con ella hacemos lo que creemos correcto.

6. Nos acusan de ser «agentes» quienes mantienen en todo el mundo a sus agentes-presidentes, agentes – «líderes sociales y juveniles», agentes-especialistas en información y guerra psicológica. Hoy se horrorizan de que unas cuantas ovejas se hayan escapado milagrosamente de su corral informativo.

7. Las acusaciones de que soy «anti-EE.UU.» son falsas, tengo muchos grandes amigos allí. El pueblo de EE.UU. es tan víctima de su gobierno como cualquier otro.

8. ¿Por qué le importa al Departamento de Estado lo que se publica en América Latina? Sus medios y redes sociales controlan el espacio mediático de la mayor parte del mundo para denunciar nuestros insidiosos complots. ¿No les basta con eso? ¿De qué tienen tanto miedo?

9. ¿Alguien se imagina que algún otro país, por ejemplo Rusia o China, publicara un documento oficial de advertencia a los medios africanos por “promover la agenda de la Casa Blanca”?

10. Es quizá un lugar común, pero lo reiteraré. A pesar de la tecnología, el reconocido brillo intelectual, los presupuestos y los esfuerzos del Departamento de Estado de EE.UU. y la OTAN, la humanidad algún día vencerá. De eso no hay dudas.

Al parecer vuelven los tiempos de la “guerra fría”, pero es como la segunda película con los mismos personajes y el mismo guión, con actores de pésima calidad. Blinken claramente no es Kissinger. La reedición de la “mano de Moscú” siempre ligada con “castrochavismo”, “narcocomunismo” o “terrorismo musulmán”, según el momento y el mercado.

Ya los medios oligárquicos latinoamericanos como “Proceso”, “Infobae”, “La Tercera” y otros se ven animados con la nueva agenda a seguir y vuelven a lo de siempre: “desenmascarar” y humillar a la prensa independiente, ya que de la independencia periodística no tienen ni idea.

Si alguien de ellos pudiera aprovechar los presupuestos asignados y hacer una verdadera investigación periodística, se daría cuenta que “las narrativas” «anti-EE.UU. y anti-OTAN» en los medios independientes latinoamericanos datan desde mucho antes de la llegada de Putin al poder en Rusia y ninguno de ellos jamás defendería ningún régimen nazi, como el de Ucrania.

En realidad, Rusia no necesita que la defiendan o justifiquen por plata; aunque ésta es la única lógica que enseñó el occidente a los pueblos soviéticos a partir de la perestroika. No sólo Rusia, todos en el mundo entero necesitamos elevar el nivel del análisis y de la discusión de esta peligrosísima encrucijada histórica.

Necesitamos todo tipo de críticas, pero inteligentes, desinteresadas, comprometidas. Este es el espacio de nuestro encuentro que se construye en el mundo de los medios independientes, los que no se mueven con la lógica del dinero, ni de las amenazas. Cosa incomprensible para quienes no conciben que algo se mueva en el mundo por intereses no monetarios.