Por J. Ignacio Chaves G.

Sin haber tomado una gota de alcohol creo haber sentido un episodio alucinante

Las manifestaciones, proclamas, chascarrillos y mensajitos por las plataformas virtuales de la derecha extrema y la extrema derecha en España me provocan ataques alucinógenos, una especie de delirium tremens. Y eso que esos ´sectores´ de la sociedad están en contra de quienes se chuten algo que no sea “nacionalismo rancio”. Persiguen a los yonquis, a los perroflautas, a los inmigrantes y a todas aquellas personas que no encajan en su particular concepto de “gente de bien” y en “su” España, la suya, la que solamente ellas y ellos ven y se apropian.

Son como una droga sintética, peores que la oxicodona, y sus efectos, como no le pongamos remedio sanitaria y socialmente, serán devastadores para la convivencia pacífica. No les importa la independencia ni la amnistía, lo que les motiva es no tener el poder, legítimo o no, para hacer lo que les venga en gana y acabar con rojos, masones, maricones, moros, ateos y demás ´gentuza` que no dejan brillar a esa “grande y libre” que añoran.

Pero recuerden que solamente quieren una grande y libre en exclusiva y excluyente. En esa no cabemos todas y todos, solamente los clásicos ´señoritos` de aquellos santos inocentes y los modernos de chupa de cuero con símbolos nazis, los de pastelitos con la bandera y los de las banderas con escudos ilegales que no ocultan porque nunca han sido demócratas ni han creído en un país diverso y plurinacional.

Da igual que ustedes no sean comunistas, ni sindicalistas, ni se consideren obreras u obreros, ni se vean como pueblo llano, ni piensen como no creyentes, ni crean que su país no es racista. Sepan que el peligro está ahí y hay que enfrentarlo con las armas, con las que no matan, pero construyen ciudadanía: la escucha, el diálogo, el sentido común, el pensamiento crítico y la participación. Es decir, DEMOCRACIA.

No podemos guardar silencio, tenemos que protestar y reaccionar antes de que se lleven por delante a todo un país por pensar diferente. Porque esos no aceptan los resultados de las urnas si no les favorecen. Ellos lo que quieren es gobernar y pactarían con cualquier diablo, de cualquier infierno, aunque tengan que quemar la patria que dicen defender. Porque en el fondo, y en la superficie, no son patriotas, sino patrioteras.

Todo esto es aplicable a muchas de las situaciones que estamos viviendo en otras partes del mundo, desde Palestina al Sahara, desde Washington a Bogotá. No dejen que el delirium tremens nos nuble la razón y el sentido. No vale arrepentirse después por haber sido ignavos antes.