La barbarie de muerte y dolor de civiles
Los asesinatos de civiles a manos de fuerzas armadas, de especialistas en combates de última generación, con su alto poder de fuego creado en el complejo militar industrial, es transmitido en vivo sin pudor por las cadenas de prensa del mismo bando, desatando todo tipo de shock psicológicos en la población global, que va desde el asco hasta la intimidación aterradora.

Si se asesinan civiles, es decir, niñas, niños, adolescentes, jóvenes, trabajadoras, trabajadores, ancianas y ancianos a mansalva, y a tal acto monstruoso le denominan, eufemísticamente, conflicto armado, guerra preventiva, acción defensiva, ataques bélicos de represalias, incluso misión de paz; se necesitará mucha fortaleza humanista para denunciarlos.

La elaboración de relatos -políticos, religiosos, culturales, económicos y hasta históricos- que justifican o explican la inexorable necesidad de llevar adelante la masacre de la población civil en distintos territorios del planeta por parte de los ejércitos, armadas y servicios de inteligencia, es la mayor deslealtad de las capas intelectuales en contra de la especie humana. Su falsedad e inconsistencia de argumentos, es una muestra sólo de su cobardía frente a la infamia de un grupúsculo de insanos poderosos, cegados por su avaricia afiebrada, y su desprecio por la vida en general y por la vida humana en particular.

Humanismo y antihumanismo
En este momento histórico de mundialización, merced al avance tecnológico y comunicacional, el conflicto real, sin adornos y ropajes encubridores, es definitivamente entre humanismo y antihumanismo, y este contexto es el que necesariamente tendrán que sopesar las ciudadanas y ciudadanos en la actualidad en cada rincón del planeta, obligados por las circunstancias violentas a reflexionar y tomar posición sin dobleces, ni medias tintas. Quienes se comprometan verdaderamente con la vida, con la humanidad, con un futuro exento de la prehistórica violencia, estarán desafiando activamente a los bandos asesinos, y tal postura mostrará su valentía, su fuerza ética, su verdadero amor por la vida y por El Ser Humano.

Es necesaria la toma de conciencia en estos momentos aciagos, es necesaria la responsabilidad histórica asumida libremente, un compromiso vital, un estilo de vida que desoye la argumentación de que todo está perdido, y que los violentos ganaron para siempre el control de la dirección de los acontecimientos mundiales. Es el clamor por construir una nueva realidad, un futuro en que superemos el individualismo esquizofrénico, en que asumamos la dirección noviolenta de construcción de soberanía, de lo colectivo, de la valoración de lo diverso, en donde se coloque por encima de cualquier otra creencia, de otro valor, la posición central de la vida humana y sus requerimientos de dignidad.

Cada persona tendrá que superar el descorazonamiento que ensombrece su existencia, fruto de la infamia y las consecuencias brutales de la violencia del momento actual, tomando la dirección opuesta y acrecentar su fe en la vida, su evolución creciente, y de este modo ir recuperando en su lucha colectiva, el coraje, la energía, la convicción y la alegría de vivir.

El largo futuro de la humanidad
Las guerras en curso, es decir, la matanza de poblaciones civiles yemeníes, etíopes, kurdas, sirias, iraquíes, armenias, ucranianas, israelíes y palestinas; más múltiples conflictos latentes que amenazan al mismo número de  poblaciones civiles en distintas latitudes, son un indicador del fracaso de nuestros ideales humanistas. Pero estos “triunfos” actuales de la irracionalidad de los liderazgos mundiales antihumanistas, no tienen de ningún modo asegurada su perpetuidad. Cada violación de la vida y la dignidad humana, en cualquier lugar del mundo, son motivo de denuncia y de no aceptación por parte de las ciudadanas y los ciudadanos con sensibilidad humanista en el mundo.

La posición y acción vil de los poderosos de hoy es clara, y la misma claridad y resolución tiene la de quienes rechazamos la violencia en todas sus formas. Y el futuro, el largo futuro de la humanidad sigue abierto, mientras la actividad de humanización de incontables individuos y colectivos siga adelante, saltando por encima de los fracasos del momento, enarbolando y valorando cada nuevo intento por construir y traer al presente el futuro que soñamos.

 

Redacción colaborativa de M. Angélica Alvear Montecinos; Guillermo Garcés Parada; Sandra Arriola Oporto; Ricardo Lisboa Henríquez y César Anguita Sanhueza. Comisión de Opinión Pública.