En el 2015 se presentó en la ONU (Organización de las Naciones Unidas), cuyas funciones principales son mantener la paz y la seguridad internacional, proteger los derechos humanos y apoyar el desarrollo sostenible y la acción climática, la Agenda 2030 aprobada por todos los estados miembros, 193 actualmente, que contiene 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) los cuales abarcan los ámbitos económico, social y ambiental. Esos objetivos constituyen un llamado universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo al año 2030. Sin embargo la ONU, a interpretación y ojos de varios, ha dejado de ser el foro central para intentar resolver las disputas geopolíticas, quedando constantemente al margen de la nueva política mundial, incapaz de seguir el ritmo de la serie de acontecimientos que están fracturando nuestra existencia, y cada vez más países desconfían de su capacidad para dar respuesta a los grandes problemas que aquejan al mundo. El mismo secretario de Estados Unidos, Antony Blinken, en un discurso pronunciado la semana pasada señaló “Forjar la cooperación internacional se ha vuelto más complejo. No solo por las crecientes tensiones geopolíticas, sino también por la gigantesca escala de los problemas globales”.
En su asamblea de este año, realizada los pasados días en Nueva York, diversos mandatarios, principalmente latinoamericanos, señalaron que las medidas encaminadas a lograr los ODS no avanzan a la velocidad y a la escala que se necesita asumiendo que de no existir el cumplimiento de las promesas y una aceleración en la realización de las acciones comprometidas nada cambiará y el colapso mundial será evidente.
Frente al discurso del presidente de Estados Unidos Joe Biden, centrado en recalcar su papel y el de Washington en el ámbito internacional al expresar “Los ojos del mundo nos miran, como presidente de Estados Unidos entiendo el deber que tiene mi país de liderar en este momento crítico….” y en conseguir nuevos apoyos en su injerencia en la guerra en Ucrania, país donde ha enviado armamento y al cual seguirá apoyando, incluso mostrando interés en «ceder» parte de los poderes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a nuevos miembros “aliados”, se levantan discursos latinoamericanos en busca de un nuevo orden económico mundial, la defensa de la paz y el cumplimiento, de algunos países, de su “deuda climática” .
La presidenta del Perú propuso a la asamblea «un pacto, un compromiso de acción y cooperación internacional para la atención inmediata a los fenómenos climatológicos. Un pacto basado en la solidaridad, resiliencia y la
interdependencia».
Por su parte, el presidente de Argentina, Alberto Fernández señaló que el sistema financiero internacional «no demuestra voluntad de adaptarse a un mundo que quiere la equidad. No se pueden imponer las mismas «políticas ortodoxas» que han llevado a la «miseria que hoy ve el mundo»…. «Es hora de promover la justicia social en el mundo» y añadió «La arquitectura financiera mundial solo sirve para concentrar el ingreso en muy pocos y para marginar a vastas regiones del mundo. Apuestan a la especulación antes que al desarrollo, propician la mano de obra barata antes que la dignidad del trabajo».
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, expresó «Debemos superar la resignación, que nos hace aceptar tanta injusticia como un fenómeno natural» e insistió en que «Falta voluntad política de quienes gobiernan el mundo para superar la desigualdad». Lula también pregonó un nuevo orden geopolítico que podría desafiar el dominio económico mundial de Occidente e impulsó un mayor diálogo en torno a la guerra en Ucrania.
El presidente de Bolivia, Luis Arce, dijo que la propuesta de su país es «que el mundo esté unido en tanto territorio de paz». Arce planteó «un nuevo orden mundial sin imposiciones, sin amos ni esclavos» con la inclusión e igualdad de los pueblos. Señaló además que el capitalismo replica prácticas de dominación y explotación colonial que deben ser superadas y denunció que ve con preocupación que el gasto militar y de la guerra se ha incrementado al mencionar que «El mantenimiento de la paz se ha vuelto una meta más inalcanzable».
El presidente Boric, respecto a la situación global llamó, como parte de las tareas «urgentes» a cuidar la democracia al pronunciar «Debemos detener el avance de la intolerancia y de los autoritarismos». Sostuvo que «también defendemos el respeto irrestricto de los derechos humanos como avance civilizatorio, independiente de qué Gobierno esté en el poder».
El discurso más directo y sentido fue sin duda el del presidente de Colombia, Gustavo Petro, al plantear temas reales y que se acercan al análisis de la situación actual internacional realizada desde el Partido Humanista Internacional (PHI) en 2022. Petro ha expuesto ante la asamblea de la ONU puntos y soluciones, no sólo para nuestro presente, sino para el futuro cercano de este planeta, acercándose bastante a planteamientos coincidentes a lo de una Nación Humana Universal.
“Les propongo acabar la guerra para tener el tiempo de salvarnos, les propongo que Naciones Unidas auspicie cuanto antes dos conferencias de paz, la una sobre Ucrania, la otra sobre Palestina”, dijo Petro en su intervención …… “de esa forma, enseñarían a hacer la paz en todas las regiones del planeta, porque ambas y sólo ambas acabarían la hipocresía como práctica política, porque podríamos ser sinceros”.
“Nos hemos dedicado a la guerra, nos han convocado a la guerra, a Latinoamérica la han llamado para entregar máquinas de guerra, hombres para ir a los campos de combate; se olvidaron que a nuestros países los invadieron varias veces los mismos que ahora hablan de luchar contra invasiones”, criticó el jefe de Estado colombiano. Y añadió…. “se olvidaron que las mismas razones que se expresan para defender a (el presidente ucraniano, Volodímir) Zelenski son las mismas razones con las que se debería defender a Palestina”.
“Les propongo acabar la guerra para defender la vida de la crisis climática, la madre de todas las crisis”….. “Les propongo como el presidente del país de la belleza, para recuperar el tiempo perdido, dos simples cosas: acabar la guerra y reformar el sistema financiero mundial” ….. «la megacrisis de la vida se resuelve con una democracia que alcance el nivel global, una democracia profunda» y, para eso, se debe «liberar lo público para salvar la vida (…) que resuene la palabra cambio, porque para salvar la vida es fundamental». «El problema es que este no era un asunto de socialistas, de progresistas, sino que era un asunto que se iba el tiempo de la vida en el planeta» alertó como mensaje final Petro, quien lamentó que «pareciera que la dirigencia mundial se hubiera enemistado con la vida».
Esa última frase, sigue replicando en los oídos de quienes estamos en el intento permanente de denunciar el actuar nocivo del antihumanismo, que desplaza al Ser Humano de su referencia central a la hora de las definiciones políticas, sociales, económicas y culturales. Obviamente, nos parece de interés que dentro de la narrativa de los discursos de quienes detentan el poder político mundial, se escuchen voces que intentan converger con La Vida y, en particular, con la Vida Humana. Este foro internacional es a todas luces un avance civilizatorio en construcción, y está más cerca, o más lejos de acuerdo a los intereses, de poder persuadir en la dirección de las necesidades de quienes claman, en toda latitud, porque se vele por condiciones de dignidad para sus vidas, hoy por hoy violentadas por la pequeñez y la infamia de los poderosos claramente enemistados con La Vida.

 

Redacción colaborativa de M. Angélica Alvear Montecinos; Ricardo Lisboa Henríquez; César Anguita Sanhueza; Sandra Arriola Oporto y Guillermo Garcés Parada. Comisión de Opinión Pública.