Apenas comienzan a tomar fuerza hoy los vientos en Guatemala y las autoridades alistan el Festival de Barriletes de Sumpango, que perpetúa la tradición de enlazar a los vivos con sus muertos.

De acuerdo con el anuncio, la esperada y única celebración en ese municipio del central departamento de Sacatepéquez tomará por lema Colores al viento 2023, en busca de exaltar por 45 años la cultura y el arte.

Para esta edición los organizadores prevén que más de 100 mil visitantes lleguen a disfrutar el espectáculo, con una duración por primera vez de dos días, 1 y 2 de noviembre próximo.

Incluyeron en la agenda una nueva categoría de dos metros de diámetro para artistas individuales, aparte de nueve grupos elaborando Barriletes de 11 a 18 metros; 35 de cuatro a seis metros y 12 grupos de niños con barriletes de uno a 1,5 metros.

La oportunidad permite a los visitantes disfrutar también de música tradicional, bailes folclóricos y degustar la deliciosa gastronomía chapina.

Los puestos de comida ofrecen una variedad de platillos típicos, como tamales, enchiladas y atol, que satisfacen los paladares más exigentes.

El Gobierno de este país presentó en 2021 ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura la nominación de la técnica de Barriletes Gigantes como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

En ella igualmente la de Santiago Sacatepéquez, al este de Sumpango, expresión de la espiritualidad de los pobladores de la tierra del quetzal y de sus símbolos ancestrales.

Las familias y asociaciones de artesanos construyen los espectaculares cometas casi exclusivamente de bambú y papel de seda, con varios meses de anticipación para determinar el tamaño, diseñar los adornos y motivos diferentes.

Un barrilete con la frase «No más bloqueo contra Cuba» lució el pasado año sus colores en el Festival de Santiago Sacatepéquez, gracias a la Coordinadora de Solidaridad con la isla caribeña.

La cosmovisión maya sugiere que el 1 de noviembre las almas de los antepasados son liberadas por 24 horas para volver a sus hogares, de ahí que con la salida del sol las familias esparcen flores en las casas, colocan ramilletes en sus ventanas para guiarlas en el camino de vuelta, entre otras.

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