Por Javier Belda.-
El término BRICS fue acuñado por el economista Jim O’Neill en 2001 para referirse a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, con economías en crecimiento y potencial de convertirse en potencias económicas mundiales.
Hasta la fecha, los BRICS han representado aproximadamente el 40% de la población mundial y el 30% del PIB global.
El grupo se ha reunido regularmente desde 2009 para discutir temas económicos y políticos globales. En 2011 se formalizó, abogando por una mayor cooperación entre los países en desarrollo y trabajando en convergencia para mejorar la gobernanza global y la seguridad financiera.
La reciente cumbre en Johannesburgo 2023 supone un antes y un después en la historia de los BRICS, especialmente a partir de la incorporación de Argentina, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía que se formalizará en enero de 2024.
Hace 50 años, cuando se originó el G7, los miembros fundadores jamás pensaban en un grupo similar que les hiciera sombra. Durante décadas el G7 formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido ha marcado el orden y el desequilibrio económico internacional.
En 1992 el G7 representaba el 45% del PIB mundial, mientras los BRICS representaban el 16%.
El principal motor económico del G7 es el sector terciario, mientras que los BRICS sostienen su economía en los 5 millones de kilómetros cuadrados de tierras de cultivo y en las materias primeras.
El banco de los BRICS junto con la nueva moneda R5 frente al dólar será conmocionante para la hegemonía que detentaba el G7.
Otros datos, como la población que contienen estos bloques o su deuda acumulada, son significativos. Pero a la hora de comprender estas inmensas transformaciones históricas, los factores intangibles no pueden ser pasados por alto. Esto es: la promoción de la paz y la superación de las diferencias, en lugar de la promoción de la guerra, lo cual ha sido la hoja de ruta indudable, con hechos evidentes incluso para la banal prensa occidental.













