Volvemos una vez más, y seguramente lo haremos muchas veces, a los orígenes de la actual tragedia ucraniana que debería servirnos de lección a todos.

Una de sus principales paradojas es que no ha ocurrido nada nuevo en el mundo. Occidente ha vuelto a aplicar uno de los esquemas más probados en distintas épocas y regiones, en el que la prensa debidamente instruída por las autoridades, convierte a los espectadores, oyentes y lectores pasivos en un elemento activo para la destrucción de su propia sociedad. Es así como se dan actualmente la mayoría absoluta de los golpes de estado. Ni siquiera se notan y la prensa moderna cumple con éxito el papel de los tanques y los aviones de guerra, siendo al mismo tiempo mucho más eficaz.

Son los medios de comunicación los que moldean las tendencias de los compradores y los votantes convenientes a las autoridades, y se diga lo que se diga sobre la prensa, ésta parece ser su única tarea. El espacio informativo está construido de tal manera que cualquiera que no sepa nadar y ver bajo el agua, simplemente se ahoga.

Muchos defensores del régimen ucraniano intentan argumentar hoy que las autoridades políticas se reelegían y que el sistema gubernamental era «democrático», por lo menos en el período anterior a la guerra.

Para cualquier persona que haya vivido aunque sea poco tiempo en la periferia de Occidente, por ejemplo en América Latina, resulta absurdo llamar democracia a los diferentes matices de un mismo color y a la «sucesión» en el poder de los representantes de las mismas superpotencias y grupos financieros. Es una burla al sentido común y un juego desigual de las élites, frente a las condiciones de ignorancia de la población.

En los últimos años, a la manipulación descarada de esas «libertades» y «democracias» de sociedades que están construidas sobre la desigualdad, el robo y la explotación, se le ha añadido un elemento nuevo: la censura.

Mi generación recuerda bien uno de los argumentos fundamentales de la crítica que esgrimían de los países occidentales «libres» a nuestras sociedades socialistas: la «libertad de pensamiento y expresión» que se daba en unos y la censura estatal por parte de los otros.

¡Qué metamorfosis de las libertades civiles y de la censura ha vivido el mundo durante estos últimos años!

Tal vez este breve análisis no sea suficiente, pero por alguna parte hay que empezar.

Durante el experimento global anterior, conocido por sus víctimas como pandemia del Covid, las autoridades mundiales bloquearon por completo en las redes sociales y los medios de comunicación cualquier posibilidad de dudar de la única verdad oficial.

Recordemos cómo la más mínima mención de la enfermedad en las redes desencadenaba una reacción inmediata de censura planetaria para excluir y eliminar del espacio informativo, toda pregunta o duda sobre las opiniones y medidas de la OMS y los gobiernos controlados por ella. Fue el mayor experimento de la historia para establecer una dictadura de la información planetaria. Por supuesto, «por nuestro propio bien». Durante todo este tiempo, nadie se dio cuenta de que la mayor parte de la financiación de la OMS procedía de las empresas farmacéuticas transnacionales y de los gobiernos más poderosos del mundo.

La operación planetaria COVID-19 fue una prueba de fuerza no sólo de los lazos informativos del neoliberalismo, sino también de la ciencia y el periodismo globales al servicio del poder. En respuesta a los mensajes centralizados de chantaje y miedo, se controlaron, registraron y analizaron las reacciones de diferentes sociedades y grupos de interés dentro de cada una de ellas.

El sistema ponía a prueba y perfeccionaba el mecanismo de su propio control sobre la sociedad.

No estoy cuestionando aquí la realidad de la enfermedad en sí ni jamás he faltado respeto a las víctimas, entre las que están varios amigos míos, se trata de otra cosa: el gran misterio del origen del virus, los métodos de lucha contra él, completamente elegidos entre bastidores y antidemocráticamente, y la manipulación generalizada de las estadísticas de mortalidad.

Millones de ancianos han muerto por falta de cuidados, la salud de muchos millones de jóvenes se ha visto minada por vacunas experimentales basadas en el ARN informativo, publicitadas por el sistema como «las mejores».

Ahora se habla muy poco de ello, pero resulta imposible seguir ocultando esta información. Por eso es tan urgente desviar nuestra atención de la pandemia a la guerra.

La guerra actual en el territorio de lo que una vez fue nuestra querida Ucrania es el siguiente experimento después de la pandemia y forma parte del mismo programa de lucha por el control del mundo.

La mejor prueba de esta suposición es que la prensa democrática mundial ha perdido toda vergüenza, y las redes sociales se han convertido en un muro que ha aislado a la verdadera Rusia del resto del mundo.

Cualquier intento de poner en duda la versión oficial occidental sobre la naturaleza o la esencia de esta guerra, se bloquea inmediatamente para no infectar a la masas de seres humanos comunes y corrientes. Las redes sociales, bajo el control total de la blanca paloma de Occidente, advierten -como si hubiera riesgo de contagiarse de peste- que «la fuente de información está vinculada al gobierno ruso».

Las falsificaciones informativas —desde los sucesos de Bucha hasta los testimonios casi diarios de «atrocidades cometidas por los orcos»— son producto del control centralizado de la opinión pública, tal como la «eficacia probada» de la vacuna de Pfizer, sin la cual parecía imposible continuar la vida humana en la Tierra.

Esto funciona de modo que a los ciudadanos manipulados siempre les preocupa la corrupción, pero nunca la manipulación.

Uno de los elementos de la censura ha sido también el enorme aumento del flujo de información, simultáneo a la caída general del nivel de educación. En consecuencia, no sólo para distinguir la verdad de la mentira, sino al menos para reconocer las falsedades más burdas, necesitamos una formación psicológica, histórica y cultural especial, algo de lo que carece hoy la mayoría de los ciudadanos.

La lucha contra esta máquina de manipulación será una nueva conciencia, capaz de resistir la monstruosidad que está destruyendo a la humanidad.