Partió insospechadamente Eduardo Cicari, argentino, Maestro de la Disciplina Material. Un alquimista estudioso de los grandes misterios que envuelven al ser humano, sin duda un referente para quienes buscamos explicaciones sobre diversos aspectos de nuestra vía.

Hombre de un carácter amable, generoso, con una enorme bondad para brindar sus mejores conocimientos a quienes, ávidos de escucharle, nos acercamos a él. De mucha pulcritud y meticulosidad en sus trabajos, no dejaba cabos sin atar, muy serio en sus investigaciones.

En 2022 participó presentando la Disciplina Material a postulantes de un nuevo proceso en el Parque Joquicingo, en México. Quedamos muy agradecidos con su generoso aporte para esa ocasión, y se estableció una relación amistosa que se fue acrecentando a lo largo de estos meses.

Nos deja una vasta obra que leer y profundizar, trabajos realizados en equipo con varios otros expertos, entre ellos su pareja Alicia. Entre sus escritos destacan el de su interpretación alegórica de la Disciplina; la Estructura interna de ella; el Oficio de la Metalurgia; los Mitos universales; y el recién publicado por la Editorial León Alado, Morfología alquímica.

Su partida me hace recordar y reflexionar en las palabras escritas por un gran poeta de nuestra era, como si se las dijera a él:

“…Al parecer, te has ocupado no sólo de tí sino de otros. Así es que haré mi parte y tú la recibirás como te plazca. Escucha bien. Los estudios y trabajos que mencionas, al parecer se han dirigido a lograr una vida sin contradicciones. Sin embargo, el motivo profundo no está en las razones de tu conciencia; tampoco en sus recuerdos, o en sus aspiraciones. Ni siquiera está en sus temores. Tú sigues lo que el género humano sigue, lo que toda la naturaleza sigue. Un sentido lejano precede a tu vida y por cierto, la sucede. ¿Y quién sabe esto? La piedra que cae no sabe esto y sin embargo, cae. La conciencia que opera no sabe esto y sin embargo, opera. La conciencia no puede percibir la mente y es ilusorio que la busque. En cambio, puede silenciarse para que se traduzca en ella el sentido de la mente. Cuando trabajas para buscar una vida sin contradicciones sirves a la vida y al sentido. Así es que haces sin duda, lo mejor…”

Eduardo, elévate y ve la Ciudad Escondida dónde se guarda lo hecho y lo por hacer, donde seguramente encontrarás otras tareas para llevar a cabo.

Que brille tu estela en nuestro firmamento. Bueno será para nosotros saber que estás en nuestro Olimpo de grandes humanistas, grandes siloístas, que te unes a ese grupo de Maestros que moran en espacios numinosos, ayudándonos en nuestra misión de Humanizar la Tierra.

Te veremos en nuestras noches estrelladas en el Parque, que amablemente iluminaste con tu aporte. Será una suave ráfaga de viento en nuestras caras la señal de tu presencia, de modo que ahí te pediremos esclarecimiento respecto de nuestros trabajos disciplinarios y de ascesis.