Los argentinos no dejan de sorprender: en un domingo invernal pero soleado, pusieron al bipartidismo reciclado en terapia intensiva en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultaneas y Obligatorias (PASO), cuando el ultraderechista Javier Milei, hasta hace dos años panelista de televisión, se convirtió en el personaje  elegido para resetear el sistema. El outsider ganó y todo el resto perdió.

Un extraño silencio de la población llamaba la atención de las encuestadoras. Pero desde la noche del domingo, el silencio dio lugar a la estupefacción con la verdadera hecatombe electoral que fue el desempeño sorprendente del “libertario” Javier Milei y su La libertad Avanza, que califican como “aberración” a la justicia social.

Evidentemente, en dos meses hasta las elecciones generales, pueden pasar muchas cosas, incluso que los electores asuman los riesgos que representan Milei y Patricia Bullrich, con sus amenazas fascistas.

Con un 69% de participación, los votos mayoritarios de quienes tuvieron la osadía ciudadana de votar en medio de la apatía e indiferencia, se repartieron en tercios- como muchos auguraban-, con un triunfo de La Libertad Avanza, de Javier Milei, con el 30%. Ninguna encuesta le daba en la previa un porcentaje tan alto. El libertario sacó siete millones de votos.

El veredicto popular fue contundente: expresa descontentos, broncas, falta de pertenencias, nuevas generaciones con demandas inéditas. El respeto y la tolerancia no implican un automático alineamiento con la primera minoría. Ni siquiera con el abrumador 58 por ciento que acumularon Milei y Bullrich, en fuerzas separadas, señala Mario Wainfeld.

El corrimiento a la derecha del electorado, del planeta, la polarización que potencia a la derecha son hechos. Nada de eso conlleva una suerte de oportunismo matemático para abrazar las banderas de los adversarios. El programa de Bullrich es irrealizable en la Argentina sin que medie represión. El de Milei añade la inviabilidad de sus medidas emblema: dolarización, venta de órganos, vouchers para educación. Se le agrega la flaqueza institucional que tendría, añade.

Las primarias obligatorias PASO tenían como fin decantar quiénes serán los candidatos de los distintos partidos en las elecciones del domingo 22 de octubre y saber si el fenómeno de la ultraderecha se había arraigado en un país que, hasta ahora, se había movido en democracia entre el conservadurismo-liberal y la amalgama centrista (a veces derechista, otras progresista y hasta revolucionaria) que supone el peronismo o justicialismo.

Para el peronismo es una humillación histórica pasar de ser la mayoría blindada del país al tercero de un país de tercios. Sin duda, el pésimo gobierno de Alberto Fernández terminó por “suicidar” al partido de Perón y Evita. Pero poniendo la lupa sobre lo sucedido, la elección de la coalición neoliberal es tan catastrófica como la del peronismo, teniendo en cuenta que apenas dos años atrás las encuestas señalaban que tenían un próximo gobierno asegurado, con 40% de las preferencias. El triste espectáculo de una campaña interna descarnada, les pasó factura.

Ante el pésimo desempeño electoral del oficialismo, quedan algunos debates pendientes, como discernir si fue atinada la decisión de Axel Kiciloff -que volvió a imponerse en la provincia Buenos Aires- o si, en vez de apostar a retener ese crucial distrito debió haber invertido su capital político en presentarse como candidato presidencial.

Suena lógico, ante el hecho consumado, preguntarse si resultará redituable en las elecciones nacionales apostar el resultado bonaerense a la candidatura de un ministro de Economía que no da pie con bola para domar la inflación, amparado por un presidente -Alberto Fernández-, a quien se lo sindica como el “asesino” del peronismo.

Tanto Milei como su partido quedaron primeros, imponiéndose en varias provincias, dejando detrás las dos coaliciones que ganaron las tres últimas elecciones. Ninguna de ellas llegó al 30 por ciento nacional. Los neoliberales de JxC quedaron apenas un punto por arriba de un gobierno explotado, que muestra como carta de presentación más del 120% de inflación este año.

Cuando las diferencias entre las proyecciones y la realidad son tan extremas como en este caso, surge la duda de si se trata de simples errores muestrales o de mala praxis inducida por candidatos que pagan las encuestas y consultoras que aceptan poner su sello a resultados amañados a la medida del cliente. Ninguna de las 13 encuestas  le daba ganador a Milei y doce lo daban tercero, recuerda Perfil.

Existe una importante porción de la sociedad para la cual la extravagancia de este hombre, su violencia verbal y gestual, su discurso antipolítica, calza justo con su deseo de castigar a la “casta”. Un fenómeno similar al que ocurrió con Jair Bolsonaro en Brasil y con Donald Trump en Estados Unidos. Líderes castigados por el pensamiento políticamente correcto, pero funcionales al hastío de ciertos sectores. Incluyendo a personas de los distintos estratos socioeconómicos, añade la revista.

Impulsor de la compra-venta de órganos, el libre uso de armas de fuego, la privatización de la educación y el cierre del Banco Central, tras conocerse su triunfo, le agradeció a su perro muerto después de que un libro periodístico revelara que mantiene diálogo fluido con su fallecido mastín inglés a través de una médium; así como recibe consejos de economistas muertos a través de sus otros perros (vivos).

La mayoría de los votantes no conoce ni les interesa conocer lo que el candidato dice que piensa o va a hacer. Lo que les interesa es queesa figura de la televisión que grita, estalla e insulta, y transmite sensaciones cercanas a lo que siente buena parte de la población.

Cuadro de situación

El asesinato de una niña de 11 años en Lanús (en el conurbano bonaerense) y la suspensión de los actos y cierres de la campaña electoral, son una descomunal y simbólica prueba de que la inseguridad está instalada y es parte de la dolorosa realidad, pero los partidos dan la impresión de no tener nada por decir ni hacer ante este drama colectivo.

El último jueves, en una plazoleta adyacente al Obelisco porteño, algunos militantes discutían sobre la inutilidad del voto, cuando  intervino la policía de la Ciudad. Varios fueron detenidos y tirados al piso, boca abajo. Rodillas policíacas le apretaron el cuello a Facundo Molares, militante de la izquierda, produciéndole la muerte. Igual que lo ocurrido con el afroestadounidense George Floyd, en Minnesota, en mayo del 2020. Pero aquel policía fue condenado por asesinato.

Hay que tener en cuenta que la del domingo 13 era una convocatoria electoral en medio de una profunda crisis económico-social, en un país inmerso en una situación más que crítica. Los permanentes vencimientos de la deuda son una auténtica espada de Damocles que se yergue sobre las cabezas de todos los argentinos.

La inflación, que supera largamente el 100% anual, es un dolor que diariamente debe soportar la inmensa mayoría. La pobreza se extiende por toda la geografía: cerró el año 2022 con el 39,2%, lo que revela que 11.465.599 de personas la padecen, según las cifras oficiales, aunque otras mediciones la ubican por encima del 40%.

Más grave aún es que uno de cada cinco trabajadores en blanco recibe ingresos por debajo de la línea de pobreza. Grave es también el detalle que proporciona el Informe de UNICEF que indica que para fines del año 2022, dos de cada tres niñas y niños de Argentina (66%) forman parte de hogares que tienen ingresos de pobreza.

En este año se prevé una caída, por recesión, del 2,5% respecto al año 2022. El hecho cierto que durante el tiempo que la economía estuvo creciendo, también crecieron la pobreza y la desigualdad. Hubo redistribución del ingreso, pero fue a favor de los poderosos. Por cierto, no hay muchos antecedentes de elecciones realizadas en marcos semejantes. Y no deja de ser llamativo que el máximo candidato presidencial del oficialismo, sea el ministro de Economía y responsable de estas políticas.

¿Cómo sumar votos?

Ahora, Bullrich y el oficialista Sergio Massa afrontan desafíos diferentes. Para el peronismo es movilizar más votantes, rasguñar votos en los territorios con militantes y punteros. Y seguramente proponerse como alternativa a dos rivales de derecha en lo económico y lo cultural. A primera vista Milei le restó votos a JxC pero el total del peronismo fue de los más bajos desde la recuperación democrática.

El dilema que enfrenta Patricia Bullrich, la candidata de JxC es de dónde más puede sumar votos, porque difícilmente los audaces que votaron a Milei y La libertad Avanza la voten cuando puede ganar su propio partido. O que un peronista desencantado con Sergio Massa de un salto suicida. Bullrich tiene la tarea de sumar. El problema es cómo.

El expresidente Mauricio Macri, en su lucha interna por dejar fuera a Horacio Rodríguez Larreta, casi mata la coalición que creó y que tanto daño hizo al país, dejándola al borde del precipicio de quedar fuera del gobierno nacional. Pero Macri  tiene buen diálogo con Milei y aspira a ser el articulador de una nueva Argentina liderada por éste y ‘Pato’ Bullrich, una candidata polémica y represora, con experiencia en los gabinetes de Macri, que venció en la interna al jefe de gobierno de la capital, Horacio Rodríguez Larreta, y representará a la derecha tradicional

Tras las PASO, Milei se convirtió en el principal favorito, con el 30,06% de los votos. Las primarias, en las que el voto es obligatorio, son también libres y un campo de pruebas respecto a las presidenciales, en las que el voto de castigo y de la rabia cobra mayor protagonismo. Esa será la esperanza del continuismo que representa Massa, ministro de Economía del actual gobierno y candidato de Unión por la Patria, partido que quedó en tercera posición y sumó el 27,3% de los sufragios.

Ya no alcanza gritar “Viva Perón”: hay que aggiornar los discursos, entender lo que pasa en un país en crisis, comprender las necesidades de la gente, la pobreza, la desocupación, el hambre: la tranquilidad cotidiana y llegar a fin de mes, sin morir en el esfuerzo.

De aquí a octubre, cuando los argentinos despierten cada día, los dinosaurios seguirán ahí, como señalaba el cuento (más corto del mundo, de sólo siete palabras) del guatemalteco-mexicano Augusto Monterroso.

 

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