Ser gay en la Namibia rural – La historia de Owen Sinengela

En ciertas partes de Namibia, un hombre que muestra un comportamiento femenino recibe calificativos despectivos como «moffie» o «eshenge«.

Así llamaban a Owen Sinengela (30) cuando se matriculó en la escuela secundaria de Katima Mulilo, la capital de la región de Zambezi, debido a su peculiar comportamiento. Había un ambiente en el que se esperaba conformidad, y ser diferente era objeto de burlas. Los alumnos y profesores le llamaban «moffie«, porque en su tribu natal, los sumbiya, no existe una palabra para referirse a los homosexuales.

«Fue entonces cuando empecé a recibir esta etiqueta. Vengo de una familia y una sociedad profundamente arraigadas en la cultura, que no sabe nada de chicos ni de nadie como yo», afirma.

Owen nació y creció en un pueblo rural llamado Schuckmansberg. Como cualquier chico de pueblo, se dedicaba a tareas típicamente asignadas a niños y hombres, como el pastoreo de ganado. Como aficionado al fútbol, idolatraba a su tocayo, el ex futbolista inglés Michael Owen, e imitaba su estilo.

Sin embargo, los modales de Owen, su forma de hablar y su interés por actividades tradicionalmente femeninas le hicieron destacar entre sus coetáneos. Una y otra vez fue excluido de los partidos de fútbol y de las actividades con sus amigos, lo que le hizo cuestionarse su valía y preguntarse si era porque no era lo bastante bueno.

«Pensaba que no era lo suficientemente bueno para que me incluyeran en el equipo, lo que me llevó a perder mi interés por el fútbol. Comencé a juntarme con chicas y a jugar al netball con ellas», explica.

Contrariamente a la creencia de que la homosexualidad fue introducida en África por europeos y estadounidenses, Owen señala que nunca se encontró con nadie de esos países en su pueblo. Con una exposición limitada a los medios de comunicación y a la diversidad, luchó por etiquetar su identidad o comprender sus propios sentimientos.

«Al crecer en la aldea, no estaba expuesto a nada. No hay redes sociales ni televisión. Y aunque tuviésemos un televisor en blanco y negro, no había programas que incluyeran a personas homosexuales. Así que diría que nada me influyó», afirma.

Como era de esperar en su pueblo, Owen fue padre de una niña en 2012. «Cuando el bebé entró en escena, fue cuando las cosas se pusieron serias, porque entonces tuve que reflexionar y mirarme en el espejo. Miré a la niña cuando nació y me pregunté si merecía un padre que siguiera escondiéndose, un padre que ocultara su identidad», dijo.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que no podía seguir ocultando su verdadero yo. Al ver a su hija, comprendió la importancia de ser auténtico y defender su propia identidad.

«A los niños se les enseña a odiar y eso no es lo que quiero que mi hija les haga a los demás. Quiero que los acepte por lo que son y no por lo que la sociedad dice que deben ser», afirma.

Su lucha no es exclusiva de su pueblo o cultura: refleja las experiencias de innumerables personas en Namibia que luchan contra las expectativas sociales y el miedo al rechazo.

El 2 de junio, namibios de diferentes confesiones cristianas y evangélicas se manifestaron en varias partes del país contra la sentencia del Tribunal Supremo del 17 de mayo, que reconocía a efectos de inmigración los matrimonios entre personas del mismo sexo celebrados fuera del país. También abogaban por la promulgación de una ley parlamentaria que prohíba explícitamente la homosexualidad en Namibia.

La activista de derechos humanos Linda Baumann advierte que la comunidad LGBTQI+ de Namibia se enfrenta a un entorno cada vez más hostil, expresando preocupación por el aumento del sentimiento anti-LGBTQI+, la posible violencia y la violación de los derechos constitucionales de las personas diversosexuales. «No es justo que nuestras vidas deban juzgarse sobre la base de que la humanidad colectiva de todos está en peligro», afirma.

Omar van Reenen, cofundador del grupo LGBTQ+ Equal Namibia, subraya la importancia de los derechos LGBTQI+ como prueba de fuego de la solidez de la Constitución, la carta de derechos y las libertades de Namibia. «Algún día crearemos un museo queer en Namibia», afirma.

El 28 de junio, el Ministerio de Interior, Inmigración, Seguridad y Protección anunció que acataría la sentencia del Tribunal Supremo.

«Además, el Ministerio está celebrando consultas con las principales partes interesadas en relación con cualquier otra implicación jurídica que pueda derivarse de la sentencia, y el Ministerio abordará dichas implicaciones una vez concluidas las consultas», señala el mensaje del director ejecutivo del Ministerio, Etienne Maritz.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen