Los Estados de América Latina y el Caribe avanzan en la lucha contra la contaminación causada por el plástico, de acuerdo con un reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).

En 2020, según el Pnuma, 3,7 millones de toneladas de contaminación plástica entraron a los océanos desde territorios de la región, especialmente vulnerable a la basura marina y a otras amenazas medioambientales, causadas por la crisis climática.

El plástico representa entre 10 y 12 % de los residuos sólidos municipales, y las tasas de reciclaje y recuperación de residuos permanecen normalmente por debajo de 10 % en los países de la región.

El Pnuma observa con optimismo que los gobiernos reducen el plástico, ciudadanos limpian playas e innovadores buscan productos alternativos, como parte de un movimiento regional para cambiar el rumbo de la contaminación por plásticos.

Ya 27 de los 33 países de la región han decretado leyes nacionales o locales para la reducción, prohibición o eliminación de artículos plásticos de un solo uso.

En 2016 Antigua y Barbuda se convirtió en el primer país de América Latina y el Caribe en prohibir las bolsas de plástico.

Argentina cuenta, desde 2019, con una resolución del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible que define los lineamientos para abordar el problemas de los plásticos y su impacto en el ambiente, con una visión de ciclo de vida que abarca aspectos de producción, uso, gestión de desechos y reducción de la contaminación.

Desde 2020 una ley prohíbe la producción, importación y comercialización de productos cosméticos y de higiene personal, incluidos cremas, productos de maquillaje, pastas dentales, esmaltes de uñas y jabones, que contengan micro perlas de plástico añadidas de manera intencional para exfoliación.

Belice, célebre por la segunda barrera de coral más grande del mundo, se comprometió a prohibir los artículos de plástico de un solo uso, como cubiertos, bolsas y pajillas (también llamadas pajitas o popotes), así como la espuma de poliestireno, para abril de 2019.

La prohibición entró finalmente en vigor en marzo de 2022, aunque persisten dudas sobre su cumplimiento apropiado.

Brasil cuenta desde 2019 con un Plan Nacional de Lucha contra la Basura en el Mar que, sin embargo, aún no se ha puesto en marcha. A principios de 2023 se publicaron dos decretos relacionados con los residuos, uno sobre un programa de apoyo a los recicladores y otro sobre cadenas de suministro y créditos de reciclaje.

Aunque en Brasil todavía no existe una prohibición nacional, algunos gobiernos clave, como el del estado de Río de Janeiro y el de la ciudad de São Paulo, están tomando medidas y han adoptado prohibiciones locales de bolsas, pajillas y otros productos de plástico de un solo uso.

Chile fue el primer país sudamericano en prohibir el uso de bolsas de plástico, en 2018. En 2021 entró en vigor la Ley de Plásticos de un Solo Uso, que regula el empleo de esos productos en los establecimientos de alimentación, a los que se prohíbe repartir pajitas, agitadores o palillos.

En Colombia, el Plan Nacional para la Gestión Sostenible de los Plásticos de un Solo Uso visualiza para 2030 que 100 % de esos plásticos puestos en el mercado sean reutilizables, reciclables o compostables.

En 2022 el país aprobó un proyecto de ley para prohibir 14 tipos de plástico, entre ellos las bolsas de plástico, los pitillos y los envases de frutas y verduras.

Costa Rica cuenta con su Plan Nacional de Residuos Marinos 2021-2030, con el que buscará reducir los flujos de residuos terrestres que llegan al mar, incluyendo los plásticos, con la colaboración de organizaciones y comunidades.

Ecuador está transformando las Islas Galápagos en un archipiélago limpio de plástico, y eliminó gradualmente en 2018 las bolsas de plástico, las pajitas, los envases y botellas “para llevar” hechos de polietileno.

Guatemala está utilizando biovallas (fabricadas con desechos recuperados) para recoger los desechos plásticos de los ríos, lo que permite a las comunidades recogerlos y reciclarlos.

Las vallas se extienden a lo largo del río y evitan que la contaminación plástica llegue al mar. Honduras, la República Dominicana y Panamá también han introducido biovallas.

En México 31 de los 32 estados han establecido prohibiciones y restricciones a diferentes productos de un solo uso. Destacan la prohibición de entregar bolsas y popotes de plástico desechables y productos elaborados con poliestireno expandido, así como añadir microplásticos en productos de cuidado personal.

Trece estados y 21 municipios forman parte de la campaña global Mares Limpios, y l la ciudad de México, así como la brasileña Sao Paulo, se han sumado al Compromiso Global de la Nueva Economía del Plástico.

Panamá prohibió las bolsas plásticas en 2019 y lanzó un plan 2022-2027 frente a la basura marina, con el que busca eliminar las fuentes de generación y reducir la basura que atenta contra la biodiversidad y los ecosistemas en sus costas y mares.

En 2020 reglamentó la reducción y el reemplazo progresivo de los plásticos de un solo uso por alternativas sostenibles con materiales reutilizables, reciclables, biodegradables o compostables. En 2021 se prohibieron 11 productos de plástico, entre ellos platos desechables, bolsas, fundas de lavandería y envases de huevos.

Santa Lucía desarrolló en 2022 un inventario de fuentes sobre contaminación por plásticos y basura marina, como base de datos para la toma de acciones estratégicas. En 2019, el país vetó la importación de poliestireno y plástico de un solo uso, y en 2021 prohibió a las empresas fabricar, distribuir o vender esos productos.

Uruguay en 2022 lanzó el “Desafío: Libre de plásticos de un solo uso», un programa voluntario que promueve reducir la generación de desechos plásticos -en particular los de una vida útil corta y opciones de sustitución fáciles- en ámbitos como el comercio minorista, el turismo y el comercio.

El país también aprobó una ley que establece que los fabricantes, embotelladores e importadores de bebidas no alcohólicas que vendan sus productos en envases de plástico únicamente podrán hacerlo -a partir de enero de 2025- en envases que contengan al menos 40 % en peso de material reciclado.

Anualmente se producen más de 400 millones de toneladas de plástico en todo el mundo, la mitad de las cuales están diseñadas para ser utilizadas una sola vez, menos de 10 % se recicla y entre 19 y 23 millones de toneladas acaban cada año en lagos, ríos y mares.

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