Conforme avanzaba en el neolítico el proceso de asentamiento de las comunidades de seres humanos, en las aldeas cerca de las zonas de cultivo o de domesticación de los animales, crecía el trabajo agrícola y mejoraba la alimentación, también se desarrollaba la habilidad para domesticar las colmenas de abejas y se ordenaba su reproducción, y con ello aumentar el consumo de miel y favorecer la nutrición de los aldeanos y descendientes.

El reconocimiento del papel de las abejas como polinizadores en la producción de alimentos, es un hecho reciente que coincide con las conclusiones de científicos y técnicos de todo el mundo, en cuanto a la destrucción de colmenas y muerte de abejas.

En diferentes centros de investigación y producción, se han lanzado las alertas sobre la destrucción de esta especie. Esto significa la disminución de la capacidad de polinización de plantas y cultivos, que ponen en riesgo la civilización humana y la vida misma.

Los informes son contundentes sobre la pérdida de ecosistemas, el incesante fomento de destrucción de bosques y cambios en los modos de producción agrícola que atentan contra la diversidad biológica y se manifiestan en la pérdida de millones de especies de insectos y abejas.

“La polinización y sobre todo la de las abejas, es un proceso fundamental para la supervivencia de los ecosistemas, esencial para la producción y reproducción de muchos cultivos y plantas silvestres. Casi el 90% de las plantas con flores dependen de la polinización para reproducirse; asimismo, el 75% de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización y el 35% de las tierras agrícolas mundiales. Los polinizadores no solo contribuyen directamente a la seguridad alimentaria, sino que además son indispensables para conservar la biodiversidad”. ONU, Declaratoria Día Mundial de las Abejas, 2023.

Además de los constantes llamados a la defensa y protección de las abejas, se deben producir soluciones reales e inmediatas a la problemática del desastre ambiental promovido por el modo de producción capitalista.

Específicamente es necesario implementar políticas públicas para una protección real de las abejas que involucre a las poblaciones, a los gobiernos nacionales, regionales y locales, para organizar el cambio cultural y la acción directa en la protección de estos animales invertebrados.

Entre estas políticas públicas a poner en marcha tenemos: presupuestar y desarrollar campañas de educación e información sobre la grave situación que significa la desaparición las abejas, realizar inversiones directas para ampliar el número de colmenas y apiarios, capacitar nuevos apicultores, establecer políticas de consumo de miel y subproductos de la producción apícola en forma local, e incentivar la investigación y producción de mieles medicinales de abejas nativas en las zonas tropicales del planeta.

Celebrar el Día Mundial de las Abejas es importante, pero es fundamental celebrarlo con coherencia personal y social en la protección, e impulsar políticas y acciones imaginativas y transformadoras para lograr la protección efectiva de la vida de las actuales y futuras generaciones.